Animar a lectura es una tarea bastante difícil, bien lo saben muchos escritores, por este motivo, algunos, nos acercan a la lectura desde sus propias obras. Es bastante frecuente encontrar en los libros fragmentos que nos inviten a la lectura, al mundo de las palabras. En el último libro del que estoy disfrutando, además de hallar unos renglones de estas características, he encontrado unas líneas que hablan sobre la literatura infantil… Y con ambos, les dejo hoy:
[…] Amaba el libro, pero el libro espontáneamente elegido. Ella entendía que el vicio o la virtud de leer dependían del primer libro. Aquel que llegaba a interesarse por un libro se convertía inevitablemente en esclavo de la lectura. Un libro te remitía a otro libro, un autor a otro autor, porque, en contra de lo que solía decirse, los libros nunca te resolvían problemas sino que te los creaban, de modo que la curiosidad del lector siempre quedaba insatisfecha. Y, al apelar otros títulos, iniciabas una cadena que ya no podía concluir sino con la muerte. […]
[…] Le conoció en la Biblioteca Nacional, la tarde que presentó una colección de libros de cuentos. El salón, como era lógico, estaba lleno de gente relacionada con la literatura infantil, pero la tesis que sostuvo Primo fue que los cuentos no interesaban en absoluto a los niños, que lo que los niños deseaban leer eran los libros que sus padres cerraban con llave en su biblioteca. […]
De: Señora de rojo sobre fondo gris. 1992. Miguel Delibes. Ediciones Destino: Barcelona. Col. Áncora y delfín. Vol. 677. ISBN 84-233-2100-2.
[…] Amaba el libro, pero el libro espontáneamente elegido. Ella entendía que el vicio o la virtud de leer dependían del primer libro. Aquel que llegaba a interesarse por un libro se convertía inevitablemente en esclavo de la lectura. Un libro te remitía a otro libro, un autor a otro autor, porque, en contra de lo que solía decirse, los libros nunca te resolvían problemas sino que te los creaban, de modo que la curiosidad del lector siempre quedaba insatisfecha. Y, al apelar otros títulos, iniciabas una cadena que ya no podía concluir sino con la muerte. […]
[…] Le conoció en la Biblioteca Nacional, la tarde que presentó una colección de libros de cuentos. El salón, como era lógico, estaba lleno de gente relacionada con la literatura infantil, pero la tesis que sostuvo Primo fue que los cuentos no interesaban en absoluto a los niños, que lo que los niños deseaban leer eran los libros que sus padres cerraban con llave en su biblioteca. […]
De: Señora de rojo sobre fondo gris. 1992. Miguel Delibes. Ediciones Destino: Barcelona. Col. Áncora y delfín. Vol. 677. ISBN 84-233-2100-2.
Fotografía: David Escobar y Sara López.
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