Con Antonio González El Pescailla de fondo, tan rumbero él (no sé si decidirme por Alguien cantó o Sabor a mí), me ha dado por pensar en el tema de actualidad del mundo cibernético español: nuestra “formadísima”, “preparadísima”, “interesadísima” y “novísima” ministra de Cultura (no mencionaré su nombre ya que puede dar lugar a numerosas bromas, juegos de palabras y elementos lingüísticos varios de todo gusto y afición, que por otro lado creo que esa va a ser su gran contribución al entorno cultural, la de ejercer de musa de la fantástica verborrea del español de a pie…).
Aunque debamos reconocer la autoría de los creadores, es un asunto peliagudo el de los derechos de autor, los cánones digitales y demás inventos para enriquecer a tantos. ¡Bastantes cosas tiene que hacer el público como para ponerse a adueñarse y usurpar el trabajo de otros! Cosa de la que Dios me libre gracias a los pies de foto, citas textuales y referencias bibliográficas varias… Así que, mientras no haya plagio, lo que sea facilitar el acceso a todo tipo de documentos e información y su correcta distribución, me parece fenomenal.
Lo que más me jode es que, al final, los herederos se aprovechen del trabajo de uno por genética, por jurisprudencia y por cojones, que es lo más triste de todo.
Aunque debamos reconocer la autoría de los creadores, es un asunto peliagudo el de los derechos de autor, los cánones digitales y demás inventos para enriquecer a tantos. ¡Bastantes cosas tiene que hacer el público como para ponerse a adueñarse y usurpar el trabajo de otros! Cosa de la que Dios me libre gracias a los pies de foto, citas textuales y referencias bibliográficas varias… Así que, mientras no haya plagio, lo que sea facilitar el acceso a todo tipo de documentos e información y su correcta distribución, me parece fenomenal.
Lo que más me jode es que, al final, los herederos se aprovechen del trabajo de uno por genética, por jurisprudencia y por cojones, que es lo más triste de todo.
Resumiendo con aquello de “el mundo está loco, loco, loco”, que a buen entendedor, pocas palabras bastan, me despido hasta mañana que será otro día.
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