Aquellos
que nos alimentamos de libros (para vivir de ellos la cosa está difícil), vamos
saltando de título en título -como de oca en oca- y llevamos a cabo un ejercicio
bastante saludable, el de descubrir nuevos hallazgos y dar rienda suelta a
nuestra capacidad sorpresiva, más todavía si echamos mano del mundo 2.0, ese
que nos enlaza con otros voraces lectores que recomiendan esto y aquello.
Aunque
en este mundillo todavía siguen vigentes las revistas especializadas (no con
tanta periodicidad que hace algunos años), siguen creciendo los lugares de la
blogesfera donde moran los monstruos, de tal manera que la LIJ se enriquece, se
retroalimentan las opiniones y los diálogos se hacen más fluidos. Así se da oportunidades
a nuevos autores, editoriales noveles, ilustradores escondidos, elegantes
ideas, personajes con carácter, argumentos olvidados y, sobre todo, a los
grandes lectores. Los títulos pasan de mano en mano, y todos sacan partido de
un mercado que sufre sus horas más bajas.
De
esta forma, en los cientos de páginas, reales o virtuales, hablamos de libros
que llenan vidas, ilusiones y palabras, esas que nos han obligado a crecer, a
soñar en el futuro, a aprender de lo pasado y a vivir el presente.
Al
final, todo queda en los libros de los que escribimos, libros de otro libro
enorme donde cabemos todos. Páginas en las que vamos relatando escritores,
artistas, lectores, maestros, bibliotecarios, cuentacuentos y toda suerte de enteraillos
(entre los que me incluyo), para reunir en nuestra memoria colectiva las
ocurrencias, sonrisas y enfados que nos suceden tras ojear un comic, una novela
o un álbum ilustrado, ese que hoy bien podría ser El libro rojo de Barbara Lehman (Editorial Libros del Zorro Rojo),
una obra muy premiada (¡Cómo no me habré topado antes con ella! ¡Mea culpa!) que,
a través de las ilustraciones y recordándome en cierto modo a Zoom y El otro lado de Itsvan Banyai por sus recursos narrativos, nos
enseña algo fundamental: a pesar de todo, todos tenemos un objetivo común, EL
LIBRO.
4 comentarios:
Hola Román,
Leí tu comentario sobre el blog en amenaza de muerte hace ya un par de semanas, me sentí muy culpable,pues tenías toda la razón. Hoy vuelvo a leer tu entrada y me siento aún más culpable porque en dos semanas no he escrito ni una línea en tu blog como me propuse. Bueno como de la culpabilidad hay que pasar a ala acción aquí están esas líneas.
Estoy de acuerdo con tu visión de que los nuevos espacios dan la oportunidad, abren ventanas a más gente y más opiniones pero...¡ay no sé! que algo me chirría, taaanta oferta creo que nos vuelve locos. La verdad que no sé a dónde quiero llegar con este comentario, sólo sé que si, que tenemos un objetivo común, el libro, pero a veces, lo tengo entre manos, paso la última página emocionada/indignada/aburrida/sorprendida y no hay nadie con quién compartirlo a mi lado. Bueno ¿qué opinan?
¿Cómo que no? ¡Aquí estoy yo! ¡Para compartir! Además, tengo una idea en mente, que dentro de poco leerás... ¡Gracias por tus líneas!
No conocía este libro. La editorial del Zorro rojo me gusta mucho… Esperamos tu idea…Impacientes :-)
y muchas gracias de nuevo por compartir.
Una idea en mente... ahí lo dejas caer. Pues nada, ya estamos intrigados...
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