Me llama la atención lo paradójico de la moral humana. Mientras
que nos pasamos el día dando o recibiendo lecciones morales (ya saben que ponerse
en uno u otro lado depende de cada uno), necesitamos evadirnos de las reglas y
normas de comportamiento impuestas por la sociedad a través de nuevos y
variopintos escenarios que nos hagan reflexionar sobre su necesidad o no.
Esta realidad atañe directamente a la literatura infantil, una
parcela cultural en la que lo moral siempre recibe una atención especial, bien
por exceso, bien por defecto, y que la mayor parte de las veces nos pone en brete
sobre qué libros infantiles son los mejores para nuestras criaturas. Unos
piensan que cuanto más libertina y bizarra sea este tipo de literatura, el
discurso generado estará menos encorsetado, y otros, por el contrario, defienden
una literatura que construya ecosistemas que reflejen las convenciones sociales
y unas pautas de comportamiento más dirigidas. La eterna discusión.
No obstante y en lo que a LIJ subversiva se refiere, creo
conveniente discernir entre los términos “inmoral” y “amoral” (¡Gracias por
traer a la palestra este tema, Teresa!), dos conceptos que a priori parecen
sinónimos pero entre los que existen sutiles diferencias… Cuando hablamos de amorales
nos referimos a aquellas obras, generalmente de naturaleza artística, que no
persiguen un fin moral (no distinguen entre bien y mal). Sin embargo, cuando un
libro es inmoral hablamos de producciones que van en contra de los
comportamientos o preceptos que consideramos adecuados consciente o
insconcientemente. Esto quiere decir que los libros amorales exponen un hecho
pero ni lo ponen en tela de juicio ni emiten veredicto alguno, mientras que en
lo inmoral el juicio queda implícito, sobre todo en lo que a valores se refiere.
Según esto hoy lanzo una pregunta a todos aquellos que, como yo, sienten debilidad por la literatura infantil subversiva (los más críticos con
el mundo de la LIJ pedagógica y utilitarista): ¿Qué libros para niños queremos?
¿Los inmorales o lo amorales? En mi caso creo que una exposición amoral ofrece
un discurso más abierto, preguntas y respuestas más plurales en las que el
lector se puede sumergir sin necesidad de sentirse señalado, sobre todo por el
mundo adulto. Por otro lado, he de decir que lo inmoral siempre tiene un
puntito canalla que puede desatar universos muy enriquecedores donde los niños
campen a sus anchas, una válvula de escape de padres, maestros y otros mayores
que siempre sientan cátedra con sus preceptos.
Sólo me queda invitarles al debate no sin antes leer con
detenimiento uno de los libros que más me ha llamado la atención este otoño y
que lleva por título Y rieron los malos –
fábulas amorales. En esta serie de pequeños relatos protagonizados por
animales (de ahí el nombre de fábulas), los autores daneses, Ellen Holmboe y
Kristian Eskild Jensen, rompen con el estereotipo clásico de este género y nos
presentan situaciones donde los buenos nunca ganan (es una jodienda para todos
aquellos que gusten de los clásicos Disney® pero ¡ea!) y servirnos el debate en
bandeja.
A ello hay que añadir el preciosismo de unas ilustraciones
que encandilan a primera vista. Entre los detallados ornatos que enmarcan los
textos (Son una delicia las de las fábulas La
hormiga y el águila, El león y las leonas y El padre, la madre y los hijos. Me recuerdan a los de la escuela de ilustración rusa d finales del XIX) y lo cinematográfico de las
escenas, el deleite visual es más que notable.
Esta vez no hay finales felices, o bueno, quizá sí, que aquí
no hay moralidad que valga.
1 comentario:
¡Hola!
Pues no estoy segura de estar de acuerdo con la distinción entre 'amoral' e 'inmoral', en la literatura infantil. ¿Inmoral sería algo así como más políticamente incorrecto que amoral? Creo que moral (o político) es en realidad todo; cuando las historias se declaran amorales, lo que suelen hacer es reforzar el statu quo, las normas imperantes, lo que para mí sí es un problema. Muy fan también de la LIJ subversiva...;)
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