Mira que yo siempre he contado los amigos con los dedos de la mano, pero conforme pasa el tiempo, me doy cuenta de que todavía tengo menos. El otro día, sin ir más lejos, leímos en la escuela de idiomas un texto bastante completo sobre los llamados amigos tóxicos. Hasta entonces yo siempre había creído que este término era demasiado televisivo, una denominación para quinceañeros, psicólogos y amantes de los libros de autoayuda, pero ahora empiezo a planteármelo.
Las amistades tóxicas siempre han existido. Antes las llamábamos “amigos por interés”, una expresión mucho más genérica que dejaba a un lado la parte nociva de este tipo de relaciones. Con la nueva denominación se realza el lado parasítico y venenoso, avisando a quienes las sufren.
Manipuladores, mentirosos o pedigüeños. Los amigos tóxicos pueden ser de muchos tipos. Los hay acaparadores, de esos que no te dejan vivir a consecuencia de sus propias inseguridades. Te quieren para ellos solos, pero no por afecto, sino más bien por necesidad, la suya, evidentemente. Bien para taladrarte la cabeza con sus mierdas, bien para sentirse acompañados, bien porque carecen de más amistades o para lucirte cual dama de compañía en las fiestas del pueblo.
Los hay que te quieren sacar la pringue, y con esto no solo me refiero al dinero -que también-, sino a la energía, la alegría o el tiempo. También tenemos amigos hipersensibles, de los que les dices cualquier cosa y se la toman como una ofensa. Y si de paso se hacen las víctimas e imprimen dramatismo a todo lo que les rodea, es para pensarse eso de estar cerca.
A los controladores también hay que mantenerlos a raya. Si tienes un amigo que pregunta constantemente sobre ti, se muere por chismes que no le atañen, mete el hocico donde no le llaman, y gusta de avistamientos en teléfonos móviles ajenos, ¡ten mucho cuidado! Y no solo eso…, seguro que alguno te presiona para hacer cosas que no te gustan, juzga constantemente tus acciones, o que, en vez de alegrarse por todo lo bueno que te sucede, siente celos de ti.
Los que no me gustan nada son los que se ponen violentos a la mínima de cambio y suelen usarte como saco de boxeo para descargar sus problemas. Si además sientes que coarta tu libertad, cohíbe tu manera de actuar, y la soledad se cierne sobre ti cada vez que vas a su lado, tengo que decirte: ¡Huye con todas tus fuerzas!
Si has reconocido alguna de estas características en tus amigos, no te obsesiones, nadie es perfecto y en cualquier grupo de amigos cada uno desempeña un papel. Pero si das con alguien que reúne un buen puñado de estas "cualidades" y las exhibe sin pudor alguno, ten cuidado porque estás en serio peligro.
Menos mal que todavía quedan amigos que te dejan ser tú mismo, que te ofrecen espacio, que no se pasan el día dándote la chapa, que los ves después de dos años y es como si no pasara el tiempo, que se alegran porque algo bueno te pase, derrochan naturalidad, nunca te abroncan, ni te utilizan ni te avergüenzan, y están para lo bueno y lo malo.
Sí, amigos como los que nos encontramos en Tres son compañía, el clásico de F. K. Waetcher que acabar de traer a nuestro país Blackie Books. En esta historia de niños solitarios encarnados en la figura de un pez, un cerdo y un pájaro, se pone de relevancia la necesidad de encontrar compañeros de juegos que nos alejen de las rutinas familiares. Harald, Inge y Philip (el número tres tiene mucho de mágico) desean conocer otros iguales con los que divertirse y dejar a los adultos al margen de sus peripecias. Hasta que un día y por casualidad, los tres se conocen y hacen buenas migas.
Detrás de este argumento tan sencillo se encuentra una historia de amistad un tanto peculiar. Por un lado los personajes deben enfrentarse a las dificultades que se presentan ante una relación bastante antinatural (los peces viven en el agua, los cerdos son animales terrestres y los pájaros son capaces de volar), y por otro a los prejuicios que el mundo adulto encarnado en las figuras paternas, disemina sobre la conveniencia o no de las amigos de sus hijos.
Con un final maravilloso que se eleva a cotas poéticas insospechadas y muy sugerentes a la hora de darle al coco, este libro de la LIJ alemana posee unas bazas muy interesantes para los pequeños lectores entre las que destacan el uso de pictogramas para asignar el turno de palabra en los diálogos textuales, y un pequeño juego de recortables que se inserta en la historia para propiciar el aspecto lúdico entre los lectores y desbordar una historia que puede dar muchísimo de sí.
Sería una pena que esta amistad se convirtiera en algo tóxico, ¿no creen?
4 comentarios:
Una gran pena!!!
Amistades tóxicas 😖. Son términos que se repelen!!!
Esas amistades nunca son amistades. Tendré que hacerme con este álbum.
Totalmente! Mira que se habla de parejas tóxicas pero yo creo que entre los amigos es todavía más común este tipo de relaciones. Una pena... Abrazo!
Parecen y dan el pego, pero a la larga salta la liebre. ¡Hay que estar alerta! El álbum es bien bonico. ¡Un besete!
Publicar un comentario