Mucho empeño está poniendo el gobierno en hacernos creer que lo que ellos llaman “ultraderecha” es lo que está detrás del paro de transportistas, la huelga de nuestra flota pesquera o las manifestaciones del sector agrícola, pero lo cierto es que ya no hay quien se lo crea. ¿Por qué les interesa que cunda esa idea? Básicamente para que la sociedad siga dividida, liarla de nuevo y ser capaces de coger otra bocanada de aire en esa carrera por la supervivencia institucional que llevan perpetrando desde que llegaron al poder.
Azuzados por tanto ninguneo, los camioneros no se achantan (¡Olé!) y siguen en sus trece, cosa que no me extraña pues todo aquel que conozca un poco el funcionamiento de este sector sabrá que la inmensa mayoría de los conductores de este país lo son por cuenta propia (autónomos, sí, esos…) aunque sean contratados por empresas mayoristas que les pagan cuatro pesetas pero que ellos se hagan cargo de los costes (gasolina, mantenimiento, carretera y manta). Resumiendo, otros esclavos más de todas esas patronales que resultan no tener ni un solo camión en propiedad y a las que el gobierno ¡sí reconoce! Manda cojones…
Con pescadores, ganaderos y agricultores, otro tanto de lo mismo. Y si no, pongan nombre ustedes a todos esos intermediarios que encarecen los productos en torno a un 500% desde que salen del campo y llegan a nuestro frutero. Luego dirán que los capitalistas y liberales son otros y ellos son los del puño en alto, la lucha obrera y las políticas sociales. ¿Qué mejor política social que cada uno pueda ganarse el sustento sin necesidad de pasar miseria?
Lo que esta gente quiere es especular con nuestro dinero. Porque hay que pagar muchas nóminas (las suyas y las de millones de pesebristas), mantener los ismos de turno (sacrificando educación y sanidad...), y subvencionar a sindicatos y otros “agentes sociales”. Ya veríamos que pasaba si tuvieran que prescindir de todos esos impuestos directos que nos gravan para sostener su tinglao… Prefieren que el pez siga mordiéndose la cola, que tomar decisiones lógicas y efectivas.
Me encantaría ver a este gobierno, a los que se fueron y a los que llegarán, pasando verdadero hambre. Veríamos si la solidaridad les llena el estómago, si cenan a base de lenguaje inclusivo y pueden alimentarse a costa del ecologismo. El buche se les iba a quedar más seco que la mojama, porque sin alpiste no hay retórica, eufemismos, ni demagogia que valga.
Un mensaje que también se encargan de traernos Przemystaw Wechterowicz y Marta Ludwiszewska en su álbum ¿El huevo o la gallina?, una metáfora maravillosa sobre cómo funcionan las sociedades occidentales actuales que acaba de publicar la editorial Thule.
En este libro, Pollito se pone a pensar mientras mira las nubes y ¡voila!, le viene una pregunta a la cabeza: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Entusiasmado corre a hacérsela a toda la granja. Al abuelo, a la abuela, a sus tías, a Félix y a Rex, a las señoras cabra y vaca, incluso al espantapájaros. Cada uno de ellos le ofrece una respuesta desde diferentes puntos de vista pero, ¿cuál será la más acertada?
Con mucho humor y unas ilustraciones coloristas, los autores polacos se internan de manera inesperada es estas sociedades del ruido en las que vivimos donde todo el mundo opina y nadie sabe lo que dice, o al menos, no se quiebra la cabeza para hablar con coherencia. Menos mal que el giro inesperado del final, nos deja con la boca abierta y nos hace pensar gracias a un reflejo animal que nos recuerda cual es el fin de nuestra existencia a pesar de nuestras ínfulas de erudición.
Lo dicho, que yo apoyo a unos huelguistas que sin tanta palabrería, tienen muy claro dónde está su sustento.
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