viernes, 5 de noviembre de 2021

Descubrirse en compañía


Nadie dijo que las relaciones fraternales fueran fáciles. Y si alguien osó a hacerlo es que es sumamente afortunado (llevarse a las mil y una maravillas con tus hermanos es más difícil que ser el acertante de una buena primitiva) o es hijo único (siempre se idealiza lo desconocido).
Esto no quiere decir que todos los hermanos se lleven a matar. No. Solamente que, como en cualquier otra relación, suele haber altibajos, buenas y malas épocas, afinidades, envidias, diferencias y un sinfín de eventualidades que le dan forma. 
Buenas o malas relaciones no quitan para recordar con una sonrisa aquellos años en los que disfrutábamos de nuestros hermanos. Juegos, riñas, comilonas, enfermedades, viajes y hasta olas. El caso era que no estábamos solos. Nos vivíamos, nos sufríamos y nos descubríamos juntos. Porque los hermanos, si no perfectos, al menos son digna compañía. Lean estos versos y verán como llevo razón.

Mis ojos,
tus ojos,
ven azules
verdes, rojos.

Mi nariz,
tu nariz,
para oler
el regaliz.

Una lengua,
otra lengua,
te la enseño,
¿me la enseñas?


My eyes, one, two
Your eyes, three, four
See reds and greens
And blues and more

My nose, one
Your nose, two
Can you smell me
Like I smell you?

One tongue out
Two tongues out
Ready, steady,
Back in! Back out!

Leticia Ruifernández.
Dos hermanas – Two Sisters.
Ilustraciones de la autora.
Traducción al inglés de Ellen Duthie.
2021. Bilbao: A fin de cuentos.


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