Creo que todos, de pequeños, para pasar el rato y divertirnos a tutiplén, nos hemos inventado historias, gigantescas superproducciones en las cuales, los juguetes (pocos o muchos, dependiendo del poder adquisitivo de la época y la familia) cobraban vida y se tornaban personajes de las más surrealistas escenas. En mi casa, las estrellas eran las “barbis” y los “argamboys”, dos clásicos de la industria juguetera.
Esto ha pasado desde tiempos inmemoriales hasta hoy día, véanse las muñecas de marfil romanas o los modernos robots.
Soldaditos de plomo, muñecas de trapo, camiones, coches de juguete, un poco de imaginación y… nos sobra para ser felices por un momento.
Esto de la personificación es algo muy utilizado en todo tipo de literatura, de un modo más común en la Literatura Infantil. Son muchísimos los personajes literarios que han adquirido vida y han sido presa de las más azarosas aventuras, desde el cascanueces de E.T.A. Hoffmann, hasta el trompo y la pelota de Andersen. Pero la cosa no queda ahí… Dos de mis álbumes ilustrados favoritos recurren a este recurso para desarrollar un par de buenas historias, y se da la casualidad que los dos personajes de ambos libros sean dos marionetas.
En primer lugar cito Clown, genial obra de Quentin Blake que, sin palabras y con su colorido acostumbrado, nos relata el periplo de un payaso muy especial (les aviso que no está editada en España, cosa que me sorprende dado su éxito arrollador en los países anglo-hablantes).
El segundo puesto es para Gabrielle Vincent y La pequeña marioneta. Esta vez, el trazo de lápiz tan característico de la autora nos narra las peripecias de una marioneta, su titiritero y un niño que asiste a la función. Esta última, sí está disponible en nuestro país. Disfrútenla.
Esto ha pasado desde tiempos inmemoriales hasta hoy día, véanse las muñecas de marfil romanas o los modernos robots.
Soldaditos de plomo, muñecas de trapo, camiones, coches de juguete, un poco de imaginación y… nos sobra para ser felices por un momento.
Esto de la personificación es algo muy utilizado en todo tipo de literatura, de un modo más común en la Literatura Infantil. Son muchísimos los personajes literarios que han adquirido vida y han sido presa de las más azarosas aventuras, desde el cascanueces de E.T.A. Hoffmann, hasta el trompo y la pelota de Andersen. Pero la cosa no queda ahí… Dos de mis álbumes ilustrados favoritos recurren a este recurso para desarrollar un par de buenas historias, y se da la casualidad que los dos personajes de ambos libros sean dos marionetas.
En primer lugar cito Clown, genial obra de Quentin Blake que, sin palabras y con su colorido acostumbrado, nos relata el periplo de un payaso muy especial (les aviso que no está editada en España, cosa que me sorprende dado su éxito arrollador en los países anglo-hablantes).
El segundo puesto es para Gabrielle Vincent y La pequeña marioneta. Esta vez, el trazo de lápiz tan característico de la autora nos narra las peripecias de una marioneta, su titiritero y un niño que asiste a la función. Esta última, sí está disponible en nuestro país. Disfrútenla.
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