lunes, 4 de mayo de 2009

Fracasos que abren puertas


Con el paso del tiempo todo cambia. Unos van, otros vienen. Nos olvidamos de los otros y los unos regresan a nuestra circunscripción. Todo marcha, todo camina… Algunos comentaristas deportivos llamarían a esto “el fin de un ciclo”, véase como claro ejemplo la sarta de sandeces que se han dicho este fin de semana a tenor de la derrota madrileña –no sé para qué tanta polémica…, en el deporte (no como en la vida), el mejor se erige como ganador, y el Barça lo fue indiscutiblemente-, pero la verdad es que yo prefiero otro término menos futbolístico y más acertado como “vicisitudes”. La vida es un saco de vicisitudes. Buenas, malas, mediocres, canallas, criminales, dulces, amargas, extrañas, bonitas, mejores o peores.
Mi vida, como la de cualquiera de ustedes, es un batido de circunstancias frente a las que uno puede acabar resignado o enfrentado. De eso trata este juego: luchar o rendirse. Elección que no tiene porqué relacionarse con vencer o perder, ya que, muchas veces, depositar las armas a los pies del campeón (con cierta dignidad, por supuesto) nos puede abrir un camino más apetecible y esperanzador del que disfrutábamos… ¿O no?...
Las palabras de hoy, además de intentar engancharlos al mundo de la lectura, son un pequeño tributo a una bibliotecaria que espero no deje de serlo por esas cosas que tiene el azar. Y como a ella le pirran los libros pequeños, los que guardan inmensos tesoros, he creído oportuno sugerir la lectura de uno de los primeros que ella me recomendó, Me encanta, un texto de Minne con ilustraciones de Natalie Fortier.
Les dejo hasta mañana diciéndoles que todo lo que tengo se lo debo al fracaso… y todo lo que soy se lo debo a mi voluntad.

1 comentario:

Mónica dijo...

Hola Román!, me alegra conocer tu blog, he visto tu enlace en facebook, por Alejandra. Saludos y hasta pronto. Bonita elección con este libro y el nombre de tu blog.