Se ve que, menos de trabajo –lo más necesario durante este enero de aguda pendiente y tortuoso recorrido para muchos que sufren el yugo del paro-, los reyes magos vienen cargados de todo tipo de manufacturas e instrumental (esperemos que no sea quirúrgico… ya saben de mi pánico a los objetos punzantes), e incluso dicen las malas lenguas que vienen cargados de libros, libros electrónicos, los conocidos como e-books, última revolución que va a dejar en mantillas al mismísimo papel. De eso no hay duda. Lo que pongo en entredicho es que este invento vaya a elevar los índices de lectura hasta cotas insospechadas o nos salve de esa horca llamada analfabetismo. ¿Será capaz de cegarnos como el teléfono móvil o por el contrario nos dejará ciegos? (Sutiles diferencias) Vayan pensando en proveerse de los cuidados de un buen oftalmólogo si están pensando en regalarse uno, porque eso de leer tras la luz de una bombilla dará no pocos problemas a nuestra vista… El caso es que, como todos los avances, se puede contemplar desde varias perspectivas… Los libros electrónicos actuales no exceden de los 250 gramos y son capaces de almacenar unos doscientos títulos, lo que los hace enormemente prácticos a la hora de viajar en metro, ponerse al día con la prensa (también electrónica) o desechar este o aquel libro sin que ello sea demasiado costoso, por no hablar de las repercusiones en lo que a almacenaje se refiere, una de las peores taras del libro actual. No podemos olvidarnos del abaratamiento en el proceso editorial, otra de sus bazas. Aunque no sabría decidir si es preferible enriquecer a Planeta, Anaya y Penguin, o a Microsoft y Apple. Cosas del mercado, pormenores del consumo… Pero, ¿dónde queda el libro actual? Debo confesar que soy un romántico de la letra impresa en papel, del polvo que se acumula en el canto de los libros, del leve paso de las páginas, de los dobleces que marcan la lectura en aquel o este título, de manosearlos hasta que se desgajen como las barajas de naipes o de apartarlos de la mesa para después llevarlos a la estantería y viceversa.
Para terminar y no interferir mucho en sus compras navideñas (otros nos esperamos a las rebajas), les recomiendo que regalen un buen libro, la elección del formato la dejo a su antojo.
Para terminar y no interferir mucho en sus compras navideñas (otros nos esperamos a las rebajas), les recomiendo que regalen un buen libro, la elección del formato la dejo a su antojo.
P.D.: Si tienen tiempo, aprendan alemán y realicen las traducciones de las viñetas que acompañan a esta noticia... y de paso háganmelas llegar mediante un comentario. (¡¿Por qué serán tan avanzados los germanos?!)
6 comentarios:
Yo de alemán no tengo ni idea, pero sí de libros... y uf, miedo me dan los libros electrónicos. Tal vez soy un poco romántica también.
Y por si acaso empieza su extinción, esta noche algunos de los míos recibirán como regalo letra impresa. Y espero que yo también, claro lo dejo en mi carta.
Feliz tarde.
Bueno... de alemán lo que sé es es "ola"... pero del resto nada! Ahora bien mi pequeño saltamontes, es una paradoja pensar que el e-book será el reemplazo del libro de ahora en adelante, no lo creo así, lo mismo dijeron cuando ya habían destinado la hoja de papel a la extinción, pero no saben que a veces hay que recurrir a lo tradicional y "natural" porque es el medio más amplio y duradero para llegar a todos! No me hubiese imaginado a unos arqueólogos del futuro descubriendo nuestras culturas de hoy día con e-books desenterrados, para qué? Si cuando intenten encenderlo descubran que le consumió la batería hasta lo último y que a un lado, irónicamente, aparezca un manual (escrito) de cómo usar el e-book! Besos y abrazos amigo!
Yo pienso pasarme al e-book en cuanto tenga la hucha llena. Es ecológico, más barato y más ligero. Pero no pienso abandonar el papel. Todo tiene su sitio, creo yo...
Regalo imprescindible: un libro. Siempre. Yo me hago la feliz idea de que si algún día tengo un ebook podré leer libros en inglés con sistema de búsqueda de palabras instantánea. No sé si es una opción real hoy día, pero lo será. Imagino también que la oferta de libros en ebook será de echarse a reir. Todos los bestsellers de peso y poco más. La variedad supongo que no es muy extensa. No lo puede ser hoy en día. Y de momento todos nuestros maravillosos libros ilustrados no pueden ser disfrutados en ebooks, ni la calidad de un ebook le llega a los talones a un libro.
Yo también disfruto con el tacto del papel y con los formatos. Cada libro es un compañero único e insustituible. Recordamos su lectura, pero también su peso, tamaño, letra,... En fin. Larga vida al libro. Y bienvenida la tecnología en todo lo que nos haga avanzar. Miriam
La verdad es que al pensar en ebooks pienso en best sellers, pero también en todos esos clásicos libres de derechos de autor que podrán circular libremente y que ya puedo leer en versión original sin pasarme una hora sobando el libro en la librería y pensando: "¿Dará mi inglés para Thomas Hardy? ¿Y para Jane Austen?". Y eso sí es un avance.
Acabo de conocer tu blog y, explorando, he llegado hasta aquí.
Por si aún te interesa, dos años después, me ha dicho un pajarito que la primera viñeta dice:
¡El eBook-ahorro ahora es lo último!(éxito de ventas)
(supongo que lo compara con la sparkonto = cuenta-ahorro)
La segunda dice:
¡eBooks, están muy bien! Ahora sólo tengo que desacostumbrarme a la doblez (para marcar la página, se entiende)
La tercera dice:
¡Nuestro ebook-newspaper-combi ahora con sonido-susurro-retro!
El pajarito también me ha dicho que no tienen mucha gracia... y yo estoy de acuerdo.
Me gusta tu blog.
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