Ante los destrozos con los que la vida zarandea, uno se suele sentir desvalido, casi impotente, sensación esta que a veces se torna acción y otras, las más, mero espectáculo. Seguramente, por quedar bien y emular los pasos de “San” Vicente Ferrer, les diría que prefiero la primera opción…, pero luego, aprovechando que los demás no miran, tropezaría con la realidad y me pasaría el día como los pájaros bobos ante el televisor ahogado en sollozos.
En estos días, lo de tomar parte en los asuntos de los demás se nos hace cuesta arriba, que bien pensado es lo que corresponde al mes que vivimos. Arrimar el hombro, lo que se dice arrimarlo, lo arrima Cáritas, los demás ponemos la lágrima y el golpe de pecho mientras nos hinchamos de chuletas o nos gastamos el sueldo mensual de un nepalí para colocamos unas gafas ortopédicas y quedarnos embobados con la última de James Cameron… De todos modos, hágame caso y no se sienta culpable: ¿Qué podemos hacer nosotros ante tanta injusticia? Seguir votando, que para eso nos mantienen con vida esos que nos gobiernan, o si no, ¿a qué cree que se debe la ilegalidad de la eutanasia en casi todos los estados modernos del planeta?
Pese a lo poco animado de esta entrada, hoy miércoles les traigo la historia de un chaval muy aguerrido que, con un palo de hockey, un ventilador, un paraguas y un cable con enchufe, logra salvar de las peores situaciones a una ancianita, un marinero y un cazador, ¡total na’!... Pero para empaparse bien de la historieta tendrán que leer El palo de hockey volador de “Jolly” Roger Bradfield, un álbum ilustrado clásico en lengua inglesa que hace un par de años la editorial Encuentro ha sacado a la venta en castellano.
Tomen buena nota: ayuden a quien más a mano les pille, también tiene su recompensa… ¿Y quién sabe? Incluso puede que tenga su repercusión en aquellos que sufren a miles de kilómetros de distancia…
Banda sonora original: Hotdogs and hamburguers, John Cougar Mellencamp.
miércoles, 20 de enero de 2010
De golpes de pecho...
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2 comentarios:
Este cuento es una gozada. Un protagonista ingenioso y realista a un tiempo, que se pone manos a la obra para cumplir su sueño.
A los pequeñajos ( y a los que no lo somos) les/nos encanta
Tomamos nota, Román.
En fin. Las desgracias humanas son siempre mayores a las alegrías. Pero poner un poquito de luz, merece la pena. Buen finde, Miriam
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