21:17 horas. Un largo
día. Atravieso el umbral. Cojo las escaleras. Espera. Hay que mirar
el buzón. Ahí está. Otro paquete más. Lo coloco bajo el brazo y
subo las escaleras. ¿Por qué nunca utilizo el ascensor? A cada giro
de la llave un respiro de alivio. Dejo todos los bártulos y me pongo
cómodo. Afuera sigue lloviendo. Huele a otoño. Fresco y húmedo. El
cubito de hielo tintinea cuando cae en el vaso. Derramo un generoso
trago de vermú y unas aceitunas. Me encanta el primer mordisco,
cuando el alcohol y las yerbas las empapan, y el sabor a vinagre pasa
a ser dulce y chispeante. Enciendo la lámpara de pie y dejo caer mi
peso sobre el sofá. Milrazones. ¿Por qué le habrá dado al
bueno de Jesús esta vez? Encontramos un sombrero. Jon Klassen.
El tercer libro que cierra su trilogía dedicada a esos objetos que
coronan el perchero. Dos tortugas. Un sombrero que equilibra la
balanza. Color de fondo degradado. Sobriedad. Me invita a entrar con
un halo de misterio. ¿Primera parte?
¿De qué va esto? Un desierto en el que se respira calma y sofoco, y
dos tortugas que se encuentran un sombrero en mitad de la nada.
Juegan con él, se lo prueban alternativamente. Pero sólo hay uno.
Imposible compartir un sombrero entre dos cabezas. Deciden dejarlo donde
está.
Segunda parte. Yo
los hubiese llamado “actos”: no son tortugas, son grandes
intérpretes. Algo va mal... Me río a carcajada limpia. Sopeso la
forma de leérselo a mis alumnos de Bachillerato. Algo va a peor.
Tercera parte. Las estrellas brillan en el firmamento. Cierro el
libro. Sonrío. La dicha, el triunfo o la pena me llenan. Es una
extraña sensación. No es el libro. Soy yo. Pienso en lo extrañas
que somos las personas, en porqué me gustan tanto los seres humanos,
en la dicotomía de nuestra naturaleza, en el ruido que no nos deja
creer en los demás, que no nos deja ser nosotros mismos. Me pregunto
sobre la causa y el efecto. Sobre lo instintivo y lo social. Es un
cosquilleo raro. Pero me gusta. Quiere decir que estoy en el mundo.
Hoy es un gran día gracias a un gran libro, a uno de los mejores
libros de este año. Cojo un sombrero y me miro al espejo. Me
gustaría soñar con él puesto. Tener alguien a mi lado con quien
compartirlo.
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