Cuando alguno de mis
pupilos, en aras de la inocencia o por puro desacato (algunos hacen
siempre de su capa un sayo), me dice, “Román, ¿te puedo hacer una
pregunta?”. De inmediato tuerzo el morro: “¿Tiene que ver con
algo de lo que estamos hablando?” “Sí.” Miente como un
bellaco, pero pienso que la cuestión quizá nos aproveche más que
la dieta mediterránea, una sobre la que empiezo a creer que es una
entelequia a tenor de lo que mis alumnos se llevan a la panza.
Enderezo el gesto, respiro y espero. “¿Cómo se puede ser feliz?”
Ya la hemos cagado. A ver cómo salgo de esta... No creo que nadie
(filósofos incluidos) tenga respuesta a semejante dilema, más que
nada porque la subjetividad lo ronda y cuando los pareceres se
inmiscuyen en los argumentos, éstos cada vez son más y más
tortuosos.
“Pepito, basándome en
mi experiencia, podría decir que el conformismo siempre ha jugado un
papel bastante claro en mi felicidad. Ser consciente de la realidad
en la que vives, evitar las comparaciones, aprovechar lo que tienes,
ser generoso con uno mismo y con los demás, no minusvalorar las
oportunidades, marcarse metas alcanzables y dejar a un lado las
frustraciones, son puntos claves a la hora de alcanzar un grado de
felicidad, si no pleno, bastante óptimo.” Todos embobaos. No han
entendido ni media. “Como veo que el martes ha hecho mella en
vosotros más de la cuenta y que todavía andáis demasiado espesos
para cogerlo al vuelo, lo dejamos para mañana.”
He pensado en hacer una
lluvia de ideas o en plantear una tanda de situaciones cotidianas en
las que puedan buscar sus propias respuestas, pero al llegar a casa
me he acordé de Última parada de la calle Market,
un libro-álbum con texto de Matt de la Peña e ilustraciones
de Christian Robinson, publicado en castellano por Corimbo este
otoño. Fui a la estantería y lo abrí. Ahí seguían Jackson y su
abuela en la parada del autobús, saliendo de la iglesia bajo la
lluvia, para esperar a Dennis, su chófer particular. Jackson le
pregunta a su abuela porqué ellos no tienen coche, a lo que ésta le
responde - Pero, hijo, ¿para qué lo queremos? Tenemos un autobús
lanzallamas y al señor Dennis, que siempre te enseña un nuevo truco
de magia. Hay mucha verdad en sus palabras, unas que, poco a
poco, van cambiando la forma de percibir el mundo del pequeño
Jackson... ¡Decidido! Nada mejor que este álbum, muy laureado, por
cierto, para hacerles comprender lo que para mí es la felicidad, más
que nada porque no creo que sus vida difieran mucho de la mía. Y si
difiere, tendrán que seguir buscando su propia respuesta, con esta
historia o con otra.
1 comentario:
Le hecharemos una ojeada al libro propuesto. Gracias :)
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