viernes, 12 de abril de 2019

Miserias educativas



Mientras muchos alucinaban ayer con la caperucita amordazada de cierta escuela catalana (paradojas de la llamada libertad que me encantan), yo tenía un encuentro en la tercera fase con el mundo educativo (ni entre los extraterrestres hay tanto malaje).
Tras una dosis de mierda, me fui a mi casa tiznao pero contento, pues mi conciencia quedaba tranquila tras unas votaciones manipuladas (N.B.: Estas son las tretas que se gastan los magnánimos educadores para decidir sobre el futuro de su alumnos. Espero que nunca les toque). Pensé en escribir un libro que llevase por título La mentira educativa y volcar en él muchas de las miserias vividas a lo largo de estos años como docente. De repente me dije: “Nene, olvídate de estos mediocres y disfruta de tus vacaciones. Tú eres lo más importante.” Y en ello estoy, despidiéndome de frustrados y envidiosos. Deseando que llegue la tarde para regalarme una plácida siesta sobre la hierba. Y despertarme con Lorca en el regazo, entreabierto y recitando. Pues en este mundo impío hay palabras que son remanso.  

Maestro
¿Qué doncella se casa
con el viento?

Niño
La doncella de todos
los deseos.

Maestro
¿Qué le regala
el viento?

Niño
Remolinos de oro
y mapas superpuestos.

Maestro
¿Ella le ofrece algo?

Niño
Su corazón abierto.

Maestro
Decid cómo se llama.

Niño
Su nombre es un secreto.

(La ventana
del colegio
tiene una cortina
de luceros.)

Federico García Lorca.
Escuela.
En: Manos de primavera. Antología poética.
Ilustraciones de Aitor Saraiba.
Selección de Ana Belén Ramos.
2019. Montena: Barcelona.


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