martes, 12 de enero de 2021

Vacaciones nutritivas que preceden a la adolescencia


Entre el coronavirus y Filomena, he pasado la Navidad más dentro que fuera de casa. Un confinamiento en toda regla que, a pesar de parecer un abismo, se ha convertido en un lapso espacio-temporal bastante productivo, que no solo ha estado abastecido de libros para niños, sino de literatura para adultos, películas, series o música. Todos ellos me han nutrido el intelecto (que del estómago ya se han encargado otros) durante estos días y de paso me han servido para desconectar del trabajo. Como sé que les gusta coger ideas de todo tipo para ocupar sus ratos libres, les iré relatando y comentando algunos de mis aciertos y desaciertos. 


En el tema televisivo he terminado con la segunda temporada de The Mandalorian. Finalizado este western galáctico puedo decir que ha sido bastante entretenido. No es de extrañar, pues valoro positivamente la ciencia-ficción ya que me permite ampliar mi imaginación. El baby Yoda encantador y el resto aceptable. Disney… No se puede pedir más. Rise By Wolves es otra alternativa (los dos primeros tercios, porque al final la cagan). Con una puesta en escena estupenda y una actuación maravillosa de Amanda Colin, esta fábula postapocalíptica es inquietante y te plantea dilemas morales en el ámbito de la maternidad. También lo intenté con This Is Us, una serie que me habían recomendado hasta la saciedad pero que no pude continuar más allá de la primera temporada. Mucha intensidad y demasiada emoción para un organismo tan frágil como el mío. Le ha encantado a todos mis colegas pero yo, por el momento, la dejo en stand-by. Si es que yo no soy muy de series, por eso me dedico más a las películas... 
Películas como Fin de siglo, la crónica de un arrepentimiento amoroso entre una pareja gay, narrada desde un planteamiento que, aunque algo explotado, logra un relato conexo que no deja indiferente. También me he zampado por tercera vez El cazador, una obra maestra del 78 que a pesar de estar ambientada en la guerra de Vietnam, es todo un canto a la amistad y a todos los soldados que tras sobrevivir en cualquier conflicto bélico están condenados al desarraigo. Para terminar (podría recomendarles más pero tres ya son suficientes), una que deja buen sabor de boca: Moonrise Kingdom, una película de hace años de Wes Anderson, que tienen que disfrutar en cuanto puedan. Dos frikis y toda una corte de colgados  intentando romper la magia de un primer amor. Fíjense especialmente en los libros que lee la protagonista. ¿A que les encantaría acurrucarse en el sofá con ellos??


En lo que se refiere a películas de animación abro un apartado para Wolfwalkers, La canción del mar y El secreto de Kells. Aunque son historias diferentes, todas comparten como director a Tomm Moore. A mi juicio, la mejor es La canción del mar, una joya en toda regla en la que destacan un guion magnífico y una dirección artística impecable. Vean las tres y decidan por ustedes mismos. 
El otro apartado se lo dedico a la animación japonesa. Me he tragado Vinland Saga, serie anime con mucha violencia pero con cierta carga emocional que me ha gustado bastante (inspiración histórica y folklore vikingo son un tándem perfecto). 
En largometrajes puedo hablar de cuatro. Weathering with you, otra historia de amor de Makoto Shinkai que aunque está muy bien producida no ha terminado de encandilarme; Los niños del mar, una de ecologismo tan potente, como extraña; Mirai, mi hermana pequeña, un filme de Mamoru Hosoda que habla de cómo un niño de cuatro años canaliza los celos hacia su hermana a través de viajes en el tiempo y una imaginación pasmosa; y la compleja, poética y chocante Maquia, una historia de amor inmortal (hay algo que oscila entre el amor y el incesto en este filme, que te hace pensar en muchas cosas). 


Paso a literatura adulta con tres títulos muy dispares. El primero es Cometas en el cielo, un best-seller de hace años con el que me he atrevido por culpa de una biblioteca en la que no tienen ni Rewind, ni Un amor, ni Mendelsshon en el tejado, que eran mis primeras opciones. Como bien dicen un par de voces con autoridad, es cierto que está bien escrita pero no me sugiere demasiado. 
En segundo lugar, Panza de burro, una novela corta de la canaria Andrea Abreu que ha causado sensación en 2020. Prosa fresca y coloquial para una historia de dos niñas que se asoman a las miserias adultas. Húmeda, asfixiante, abrupta, ambigua e irónica. Los alisios, el azufre y el Atlántico nos hablan de la vida de unas cualquiera, que recomiendo leer  a millenials rezagados y algún que otro aficionado al young-adult. Las tristezas y alegrías de ese amor que se torna víscera en un tiempo cercano merecen un espacio. 
Por último un ensayo sobre la Albania comunista que lleva por título Barro más dulce que la miel. Escrito con muy buen gusto (casi como el de Kapuscinski) nos revela las miserias de un país lacerado por el poder hasta cotas insospechadas. Una sarta de penurias que deben leer quieran o no para ser conscientes de lo que es capaz el poder con tal de perpetuarse.


Podría sugerirles mucha más cultura (si es así como quieren llamarlo), pero se me acaba el tiempo y el número de palabras, así que, para despedirme de las vacaciones y no desviarme mucho de lo que me espera a partir de mañana, les invito a descubrir Adolescente, un álbum de Núria Parera y Daniel Páez Fernández editado este curso por Thule que se interna en la relación entre una madre y una hija en plena pubertad. Ambas voces se desdoblan, una en forma de palabras, la otra en imágenes. Ilustraciones sugerentes y simbólicas que desde el surrealismo figurativo escarban en esa amalgama de emociones encontradas que es la adolescencia para quienes la sufren, se llamen estos padres o hijos.

2 comentarios:

Lina dijo...

Hola!! Me encanta tu blog. Lo sigo desde hace años. Me gustaría preguntarte en qué plataforma has visto Wolfwalkers. Somos fans de este director y no encuentro la pelicula

Román Belmonte dijo...

¡Hola Lina! ¡En Filmin! ¡Un abrazo y gracias por estar aquí todo ese tiempo!