Eso de que los chavales de hoy día no tienen curiosidad ninguna es totalmente falso. Tienen y mucha. Lo que pasa es que no encuentra la manera adecuada de resolver sus dudas a pesar de todos los recursos que se presentan ante sus narices. Y digo esto porque a lo largo de la semana no son pocos los momentos en los que debo aparcar la asignatura para resolver cuestiones que, aunque tienen que ver con la materia, se ven lastradas hacia otros derroteros.
La sexualidad, las enfermedades de nuestro tiempo, la lengua de signos y el braille, la musculación, las dietas milagrosas, los ansiolíticos y otros fármacos, los grupos sanguíneos y las pruebas de paternidad, o la conveniencia de las vacunas, son algunos de temas que dan para horas enteras de debate. Tandas de interrogantes que se agolpan a un ritmo vertiginoso y que también son necesarias para no quedar lastrados en la ignorancia de la vida cotidiana.
Y es que, amigos, a pesar de todas las motos que nos venden sobre la competencia digital y la autosuficiencia de los niños y adolescentes del nuevo milenio, ya les digo yo, que si la cosa no va de redes sociales ni videojuegos, son unos auténticos inútiles. He ahí la necesidad de un adulto cercano que guíe sus preguntas y sus respuestas, que ponga freno a lo inservible, que hurgue en lo todo lo que ya han aprendido, y consideren nuevas formas de impregnarse.
No hace falta responder categóricamente como un adulto sabelotodo, sino proceder como un sherpa en mitad de terreno movedizo, pues no se crean que sus ideas se están quietas ni que tampoco son vanas, solo necesitan un poco de orden, cierta elaboración y consistencia. Y, sobre todo les digo que si quieren dedicarse a la difícil tarea de guiar el pensamiento, echen mano de confianza y humor, las dos piezas clave para que toda pregunta obtenga su respuesta.
Llegados a este punto les traigo dos libros que se centran en este tema y que me han gustado bastante. Tenía pensado aparcarlos hasta la llegada de la segunda tanda de libros informativos de este curso, pero he creído oportuno presentárselos ahora que aún quedan unos meses de ajetreo académico y pueden sacarles partido.
Primero hablaré de Piensa, un libro de Shinsuke Yoshitake, el autor nipón que se ha convertido en fetiche de muchos lectores e imprescindible para algunas editoriales españolas que, como Pastel de luna, se encargan de visibilizar estupendamente sus ideas. En esta ocasión, Yoshitake, tan acostumbrado a jugar con todo lo que rodea a los pequeños, se recrea en esta obra un tanto coral (hay personajes de cualquier edad para todos los gustos) donde un montón de sencillas preguntas son el verdadero hilo conductor.
Si bien es cierto que los protagonistas dan su versión de las cosas, las pequeñas historietas que pululan entre las páginas de este libro, permiten al espectador una línea de pensamiento sobre la que deslizarse con facilidad, al tiempo que disfruta de una pizca de humor que, de un modo sutil, le deja entrever que cualquier punto de vista es válido si nace de la experiencia propia.
Temas como la justicia, la felicidad, las mentiras, la diversión o el perdón, se cuelan en esta historia circular que pone en evidencia que cualquier hijo de vecino sabe darle al coco cuando intenta conseguir explicaciones más o menos satisfactorias.
El segundo libro de hoy es el ¿Hay alguien ahí? de Ellen Duthie y Studio Patten, un libro que se presenta bajo el subtítulo de Preguntario interplanetario para terrícolas inteligentes y que edita Wonder Ponder, la primera editorial dedicada exclusivamente a la filosofía para niños.
Abandonando el formato de cajas con tarjetas que tantas alegrías ha dado a esta pequeñísima editorial independiente, Ellen Duthie prueba suerte con el álbum y para ello parte de una situación ficcional (los bíbopes, unos seres extraterrestre, se ponen en contacto con los seres humanos a través de este preguntario e intentar así conocerlos) que, a modo de resorte narrativo, nos abre la puerta al mundo de las preguntas y las respuestas.
¿Cómo sabes lo que sabes? ¿Por qué seguimos haciendo arte? ¿Por qué unos seres humanos tenemos tanto y otros tan poco? ¿Quién manda en el planeta Tierra? En cada doble página y bajo epígrafes como estos, se reúnen multitud de cuestiones que se relacionan con ciertas temáticas y desencadenan el debate individual (o colectivo, que este libro en un aula, da mucho de sí) de todos aquellos que quieran acercarse al debate de un modo u otro.
Aunque considero que algún tema de los tratados se ha elegido desde la perspectiva de los ismos imperantes (cosa que me rechina), reconozco que la mayor parte de las preguntas que se presentan en este aguacero de controversias, paradojas y direcciones, son un interruptor inmejorable para desencadenar un proceso cognitivo y, sobre todo, propio, en el que el lector establece un diálogo consigo mismo (algo que me encanta teniendo en cuenta como está el patio de la autonomía infantil).
Si a ello añadimos unas ilustraciones coloristas, simbólicas y muy bien compuestas, el libro es para darle vuelo.
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