Este verano no he podido peregrinar a Santiago por culpa de los incendios que asolaron aquellos lares. Incomunicado durante varios días con el norte, decidí desistir y postponer la ruta portuguesa para el 2026. Esperemos que con mayor suerte, pues cada año que pasa, pirómanos, políticos y turigrinos (por ese orden) nos lo ponen más difícil a los que contemplamos la posibilidad.
Mientras tanto, dediquémonos una vez más a hablar del camino como metáfora literaria (también musical o pictórica, ¡cultural, vaya!). Aunque es un tema muy manido con esto de la psicología positiva y cada vez se le adscriben más gurús e influmierders, esto de deambular por avenidas y descubrir senderos tiene su enjundia.
La vida como trayecto, el recorrido como el progreso, encarar los desafíos, experimentar suertes y desgracias, ser consciente de uno mismo y compartir el espacio y el tiempo con otros se afianzan como piedras angulares de esta alegoría que ya se considera universal.
Y así, la experiencia se hace símbolo. La existencia se adscribe a un proceso constante pero cambiante donde cada individuo avanza y se detiene a un ritmo personal e instransferible. Elige, traza su itinerario, acierta y se equivoca en pos de un propósito, un destino real o ficticio. Cada paso nos moldea de una u otra forma, el camino a nosotros y nosotros, al camino. ¿Aprendemos o no? ¿Crecemos o empequeñecemos? Depende de tantas cosas… De nosotros, de los demás, del itinerario elegido, del azar…
Positivo o negativo, acertado o equivocado. Cada viaje tiene su resumen y los de hoy no podían ser menos.
El primero es el que emprende Evergreen, una pequeña ardilla que debe llevarle a su abuela Roble, la sopa que ha preparado su madre para que se recupere de sus dolencias. le teme a muchas cosas: a los truenos, a los halcones y a los oscuros senderos del Bosque de Espinos Cervales. Pero cuando su madre le encarga que le lleve sopa a su Abuela Roble enferma, la pequeña ardilla debe enfrentarse a sus miedos y emprender el viaje. Así, Evergreen se encuentra en el camino con otros habitantes del bosque. Unos quieren ayudarla y otros quieren hacerse con la deliciosa sopa de su madre. ¿Llegará a su destino?
Publicado en castellano por Océano Travesía, este libro de Matthew Cordell nos sumerge en los cuentos clásicos como Caperucita Roja desde una perspectiva más simpática y fantástica que permite introducir elementos narrativos que rompen el marco de lectura desde el relato de aventuras.
Onomatopeyas por un tubo, guardas convertidas en mapas (la cartografía siempre es un plus), ilustraciones que gracias a la técnica de plumilla y aguadas ocres recuerda a la tan utilizada por Arnold Lobel (¿No ven cierto guiño a su Saltamontes va de viaje? Yo sí) y muchas sorpresas que se acompañan de ese humor blanco que tanto gusta a la primera infancia, son algunos de los ingredientes que hacen de este libro una pequeña delicia otoñal.
El segundo viaje de hoy es el que recorremos gracias a El camino amarillo, un álbum de Sven Nordqvist, el padre de Pettson y Findus, que acaba de ser publicado en nuestro país por la editorial Flamboyant.
El protagonista de este libro despierta en mitad de un bosque. ¿Dónde estará? Por suerte, unos hombrecillos muy amables lo llevan a casa de la mujer Sabelotodo que le invita a seguir un camino amarillo que lo llevará hasta su hogar. Siguiendo el sendero, encontrará cosas hermosas y extrañas, cosas que nunca habías visto… Gigantes que construyen iglesias, jirafas que no paran de reír,
El autor sueco se recrea en un universo imaginario lleno de detalles surrealistas e inverosímiles. Aunque cada página recoge paisajes donde merece la pena detenerse y recrearse, también juega con el lenguaje del cómic y enriquece el relato con viñetas y pequeños diálogos que imprimen dinamismo a la acción. Un híbrido muy interesante que intercala el libro de aventuras y el de actividades, sin olvidar a quien está dirigido.
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