miércoles, 2 de diciembre de 2015

Dos exposiciones imprescindibles


Como en Madrid siempre hay mucho que ver (seamos claros: aunque a muchos les pese, es la única gran ciudad de nuestro país..., no es una cuestión de fisionomía o afluencia turística, sino de oferta, organización, cosmopolitismo y anonimato), allí me fui el fin de semana pasado, con intención, no sólo de pegarme una buena juerga, sino de disfrutar de lo que a mi juicio son dos de las mejores exposiciones de ilustración del año y que cualquier amante del arte ilustrado no debe perderse.
Con la mañana soleada del viernes me dirigí hacia el Instituto Italiano de Cultura de Madrid, un marco incomparable (antigua residencia de la Princesa de Éboli) para desarrollar la muestra Ilustración Infantil y Juvenil. Excelencias italianas, una miscelánea de trabajos originales de un buen puñado de los mejores ilustradores italianos.


En principio me esperaba algo más pobre, la verdad, más todavía cuando me percaté de que era el único visitante, pero conforme fui chocándome con autores como Simone Rea y sus originales para las Fábulas de Esopo (Topipittori, 2012), o el trabajo de Beatrice Alemagna para su mini-peli-coso (editado en España este año por Combel), supe que estaba en el lugar y momento adecuado (no hay nada mejor que la soledad para abstraerse). 
Como admirador del arte, me gusta analizar el proceso creativo, destripar minuciosamente cómo se da vida a las historias que más tarde se editan con medios informáticos (algo que se puede observar aquí ya que se exponen ilustraciones referidas a una misma narración). Me llamó mucho la atención descubrir cómo en los originales, uno puede vislumbrar la textura que confiere el pincel al gouache, o que el collage bien utilizado se integra y mimetiza a la perfección con otras técnicas.


También estaban el Pinocchio de Sara Fanelli (Walker Books, 2003), las ilustraciones de Alessandro Sanna para La via del pepe (Edizioni EO, 2014), Un cuscino pieno di sogni de Giovanni Manna (Bohem Press, 2014), un encantador Sergio Ruzzier en A letter for Leo (Clarion Books, 2014, N.B.: Denótese en sus obras cómo un ilustrador desarrolla una planificación exhaustiva de su trabajo... Delimita márgenes, tiene en cuenta el pliegue de las dobles páginas y matiza los colores para su posterior publicación),


la estupenda Simona Mulanazzi en Il grande libro dei pisolini (Topipittori, 2013), el trabajo de Mara Cerri para La pantera sotto il letto (Orecchio Acerbo, 2015), varias ilustraciones del genio Roberto Innocenti para The girl in red (en los originales de esta obra, publicada por Creative Editions -2012- y editada en castellano por Kalandraka, es bastante llamativo constatar que las ilustraciones originales son más pequeñas que las reproducciones literarias, ya que pintar a ese nivel de detalle tan característico del autor es bastante complicado), la visión de Los cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer por Anna y Elena Balbusso (editada por Black Cat, 2014, incluye un guiño a Arcimboldo que me encanta), o la versión de la Canción de Navidad de Dickens por Federico Maggioni (Corraini Edizioni, 2012).



Con todo ello se constatan dos cosas. La primera es que la ilustración italiana es cada vez más internacional y que artistas emergentes y otros ya clásicos, conviven en pro de una buena salud que origina bellas estampas con las que acompañar historias para niños o jóvenes. Por otro lado cabe decir que la ilustración italiana es muy parecida a la española, no sólo por empaparse de su gran tradición artística, sino por abrirse al exterior y experimentar con nuevos medios y registros. ¡Bravo!


La segunda exposición era mucho más necesaria, sobre todo porque se incluía el trabajo de toda una serie de ilustradores que componían muchos de los libros que habían formado parte de la infancia de los que hoy estamos entre los treinta y cuarenta años... También estaba más solo que la una en la sala del Museo ABC, y me permití el lujo de ir libremente de un lado a otro para mirar y remirar... La exposición estaba organizada de tal manera que cada autor tenía su propio espacio, en el que podía verse la evolución de la obra de cada uno de ellos, siempre referida a la década de los setenta (de ahí el título de la exposición), una época importante en nuestra historia y que refleja la importancia de estos ilustradores en la transición de los sistemas de aquella España, en la que las vanguardias europeas no lograban penetrar al cien por cien en nuestra cultura literaria visual. Esta exposición está concebida desde un prisma global, es decir, se deja a un lado la exclusividad infantil y se recogen ejemplos más relacionados con la vida adulta en los que la política (véanse como ejemplo un par de obras de José Ramón Sánchez en los que se hace alusión a los primeros sufragios democráticos o a Felipe Gónzalez en sus obras, en muchos casos utilizados en propaganda electoral) o los nacionalismos en las ilustraciones de Pilarín Bayés que hacen gala de un sentimiento catalanista (también se podían haber incluido ilustraciones que realizó la autora para una edición para niños de nuestra carta magna que a mi juicio son geniales).


La primera impresión mientras contemplaba los originales de Ulises Wensell (admito que es uno de mis ilustradores patrios favoritos por razones más que evidentes... Su ternura, la perspectiva de las imágenes y su capacidad para conectar con un amplio abanico de lectores, siempre han sido sus mejores bazas) o Carme Solé Vendrell (otra que tal baila..., en una palabra: exquisita), fue la de retrotraerme a mis años de escuela... Me olía la sala a lo mismo que las viejas bibliotecas de mi niñez, a los bibliobuses (en aquella época todavía cobraban sentido), a libros hechos de otra manera, mucho más artesanales, menos complejos y más sencillos (N.B.: díría que nuestros contemporáneos son más complejos y menos sencillos, pero para gustos, están los colores...).





También experimenté sensaciones nuevas... Con Luis de Horna se me vinieron a la mente los estilos de ilustración más centroeuropeos y germánicos, incluso de la escuela rusa diría yo (esas filigranas...), en las que el dibujo bidimensional, más plano, cobra mucha importancia (N.B.: De hecho, cuando me fijé en los detalles de las cartelas constaté que estas obras habían sido publicadas en Alemania). Igualmente cambié mi opinión sobre la obra de Miguel Calatayud (siempre la había encasillado dentro del cubismo) y sentí una súbita pasión por estos primeros trabajos en los que el color es más protagonista que la línea, su eterna constante.



Y así, junto a las elegantes aguadas de Asun Balzola, el colorido de Manuel Boix, la líneas de Fina Rifa y Miguel Ángel Pacheco (aunque el segundo haya pasado a la historia de nuestra LIJ como uno de los escritores más prólíficos de los ochenta, también se recogen muestras de sus ilustraciones) y una Karin Schubert entre oriental y expresionista, terminé mi recorrido por la sala, con la sensación de que esa luz que se encendió en la infancia, todavía seguía viva. 
No lo duden: vayan a ver esta muestra y alimenten su luz, y, en caso de haberse apagado, enciéndanla de nuevo.


7 comentarios:

Nohemí dijo...

Madre mía!! Me has dejado ojiplática!! Vaya nivel de grandilocuencia y conocimiento del tema!! Ahora cualquier otro bloggero que queramos visitar las exposiciones y comentarlas vamos a quedar a la altura del betún, sí o sí.

No sé qué me ha dado más envidia: si lo bien que escribes, lo que sabes de ilustración o que ya hayas podido ir a ver las dos y yo no ;)

En fin, sin aspirar nunca a igualar tu análisis, te agradezco la entrada porque no sé si llegaré a visitarlas, pero ha sido un placer leerte y ver las ilustraciones con las que has "decorado" tus palabras.

Román Belmonte dijo...

No te pases Nohemí... que grandilocuencia poca... En persona me sale la vena paleta y pierdo, ja, ja, ja. En un par de horas se pueden ver las dos haciendo una parada para echarse una caña, así que ¡ánimo!

Nohemí dijo...

Jajaja! La próxima vez que vengas avisa y así no vas solo y comprobamos esa vena paleta!

Espero ir a verlas, aunque moverse por el centro de Madrid con bebé complica un poco las cosas, sobre todo si no hay forma de sujetar al bebé en el carrito!

C de cuentos dijo...

Enorme agradecimiento por esta entrada porque mis circunstancias no me permiten esa estupenda escapada que podría ser la visita a las dos exposiciones. Tomo nota de los detalles porque la verdad tu exposición es bastante completita!!!

Rocío dijo...

Fantástica reseña, conocimiento del tema y pasión contagiosa. GRACIAS

Rocío dijo...

Fantástica reseña, conocimiento del tema y pasión contagiosa. GRACIAS

Román Belmonte dijo...

¡Mil gracias por los comentarios! Espero que las visitéis y que os animéis a poner vuestros comentarios por estos lares. ¡Un saludo!