Si usted quiere proveerse de algo literariamente bueno, ponga un bibliotecario en su vida, y si no es de su propiedad, al menos compártalo, aunque sea un par de horas, con los usuarios de la biblioteca más cercana. Yo no sé cómo lo consigo pero, allá donde me dirige la docencia, allí que me topo con algún/a bibliotecario/a dispuesto a saciarme de buenas lecturas ¿O seré yo el que los atraiga?... en fin, que lo mismo da, que da lo mismo, la cuestión es aproximarse al mundo de los libros, que para eso hemos venido: a toparnos con un título desconocido, a chismorrear sobre qué lee el de al lado, que mira que edición tan inapropiada, que si cómo te gusta esa escritora, que si a yo a Boston y tu a California… Para eso están las bibliotecas y los/as bibliotecarios/as.
Y hablando de ambos, la lectura que hoy me he sacado de la manga no podía ser más indicada. Es un título que destila mucho cariño entre el personal de las bibliotecas, tiene un no-sé-qué, algo especial… El secuestro de la bibliotecaria (supongo que Margaret Mahy y Quentin Blake se habrán hecho de oro con esta obra) es un ejercicio de amor por el gremio bibliotecario (sobre todo por las féminas que desempeñan dicha labor), las bibliotecas y los libros escrito con mucho buen humor. Conservo dos recuerdos de este libro. El primero, que me encantó en su día, y me sigue encantando, es esa escena donde los bandidos, convalecientes de sarampión, escuchan los relatos de la bibliotecaria con verdadera pasión… El segundo son sus ilustraciones, con las cuales, no sólo me he deleitado mientras leía el libro, sino en una exposición que realizó el British Council junto con la Biblioteca Nacional hace unos cinco-seis años en Madrid: verdaderamente deliciosas.
Y hablando de ambos, la lectura que hoy me he sacado de la manga no podía ser más indicada. Es un título que destila mucho cariño entre el personal de las bibliotecas, tiene un no-sé-qué, algo especial… El secuestro de la bibliotecaria (supongo que Margaret Mahy y Quentin Blake se habrán hecho de oro con esta obra) es un ejercicio de amor por el gremio bibliotecario (sobre todo por las féminas que desempeñan dicha labor), las bibliotecas y los libros escrito con mucho buen humor. Conservo dos recuerdos de este libro. El primero, que me encantó en su día, y me sigue encantando, es esa escena donde los bandidos, convalecientes de sarampión, escuchan los relatos de la bibliotecaria con verdadera pasión… El segundo son sus ilustraciones, con las cuales, no sólo me he deleitado mientras leía el libro, sino en una exposición que realizó el British Council junto con la Biblioteca Nacional hace unos cinco-seis años en Madrid: verdaderamente deliciosas.
1 comentario:
a mi también me encantó este libro que leí cuando era pequeña y ...creo que no lo volví a ver hasta ahora.
Gracias por recordármelo !!!
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