Entramos en el ecuador semanal (es curioso que para mí, la mitad de la semana la represente el miércoles en vez del jueves), se acerca el carnaval (hoy, en Albacete capital, celebramos el jueveslardero, fecha emblemática para niños, jóvenes y amantes de Don Carnal) y por fin (es un decir…) termina esta serie de novedades editoriales. Y sin más preámbulos, y dado el escaso margen de tiempo con el que cuento hoy, vamos a lo que nos interesa: la recomendación de lectura.
Si estaban esperando uno de esos libros que te hacen desgañitarte de risa, siento desilusionarles mientras digo que no, que el de hoy es un libro-álbum de sabor dulce con final amargo, aunque el título invite a otros menesteres. Sueños de circo, de Joxan Ormazabal e Iraia Okina (Faktoria k de libros), se centra en un viaje hacia el circo, hacia el mundo de los sueños y hacia la muerte. Una niña quiere disfrutar del circo, pero para cumplir este deseo ha de coger el tren hasta llegar al pueblo más cercano, en el que acampan los payasos y acróbatas. Acompañada de su abuela, monta en el vagón, y, atrapada entre las redes de Morfeo, cae rendida en el regazo de la vieja. Sintetizando: lo cierto es que es una obra aceptable, sin pretensiones, de gran formato y reconocida con un premio (no recuerdo cuál, discúlpenme), que ahonda en las relaciones intergeneracionales y lo efímero de la vida.
Y esperando que el mercado editorial nos sorprenda con nuevas avanzadillas literarias, me permito la licencia de despedirme con un ¡chim-pum!
Si estaban esperando uno de esos libros que te hacen desgañitarte de risa, siento desilusionarles mientras digo que no, que el de hoy es un libro-álbum de sabor dulce con final amargo, aunque el título invite a otros menesteres. Sueños de circo, de Joxan Ormazabal e Iraia Okina (Faktoria k de libros), se centra en un viaje hacia el circo, hacia el mundo de los sueños y hacia la muerte. Una niña quiere disfrutar del circo, pero para cumplir este deseo ha de coger el tren hasta llegar al pueblo más cercano, en el que acampan los payasos y acróbatas. Acompañada de su abuela, monta en el vagón, y, atrapada entre las redes de Morfeo, cae rendida en el regazo de la vieja. Sintetizando: lo cierto es que es una obra aceptable, sin pretensiones, de gran formato y reconocida con un premio (no recuerdo cuál, discúlpenme), que ahonda en las relaciones intergeneracionales y lo efímero de la vida.
Y esperando que el mercado editorial nos sorprenda con nuevas avanzadillas literarias, me permito la licencia de despedirme con un ¡chim-pum!
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