Como supongo que ustedes no se acordarán, les recuerdo que este espacio, el día veintiocho de febrero, cumplirá la friolera de trescientos sesenta y cinco días de existencia, “useasé” un año. ¿Quién me lo diría a mí?... Montones de horas pensando qué escribía, cientos de minutos frente a la pantalla del ordenador, días y días buscando entre las estanterías de bibliotecas y librerías, y leyendo, sobre todo leyendo…
Lo cierto es que mantener un blog lleva su trabajo, no sólo físico, sino también intelectual. Hace falta mucha imaginación y buena disposición para lograr un resultado óptimo, eso sí, compensado por todas las muestras de afecto que recibo casi a diario de ustedes, lectores de estos varios pensamientos. Por ello, al soplar la primera vela que corona esta tarta hecha a base de libros y palabras, pedí el deseo de que sigan estando ahí para que podamos compartir secretos, discutir sobre ediciones y desmenuzar miles de páginas mal o bien escritas.
Y para celebrar este cumpleaños, he invitado, inevitablemente, al autor que, no sólo ha creado verdaderas obras de arte, sino que también ha dado nombre a esta ciber-página, Maurice Sendak, así que hoy, para conmemorar el primer aniversario de Donde viven los monstruos: Literatura Infantil y Juvenil, les voy a regalar El letrero secreto de Rosie.
Este pequeño libro álbum, descatalogado durante muchos años hasta que fue rescatado por Kalandraka en 2014, podría considerarse uno de los más subversivos de Sendak. Centrándose en el dibujo a tinta y alejado de la amplia gama de colores que utilizara en otras obras, Sendak articula un libro lleno de matices en torno al azul cobalto, el bermellón y el peculiar mundo de Rosie, una niña rebosante de imaginación.
Desde la dedicatoria este libro se llena de referencias a la niñez de Sendak. "Recordando a Pearl Karchawer, a todas las Rosies y a Brooklyn"... ¿Por qué?
La primera fue una amiga judía de la infancia con la que compartió el verano de 1944 mientras pasaba las vacaciones en el parque natural de Catskills junto a su familia. La niña murió un año más tarde debido a una infección tras una intervención quirúrgica. De ella Sendak dijo en cierta ocasión que "Era mi Anna Frank particular. Murió durante la guerra [refiriéndose a la Segunda Guerra Mundial], tenía su edad... Todavía guardo todas las cartas que me escribió.... Me sigue afectando del mismo modo que lo hacía entonces..." Probablemente, sería esta asociación de ideas la que crearía un vínculo especial con ella en base a sus orígenes europeos. Para más información lean este post.
Cuando Sendak se refiere "a todas las Rosies" nos invita a recordar a todos esos niños con imaginación desbordante, creativos, soberbios pero a la vez inocentes, dulces y carismáticos, a los que se observaba y dibujaba desde su ventana mientras pasaba las semanas postrado en la cama por culpa de enfermedades como la escarlatina, las paperas o la neumonía. Niños que, como expliqué aquí, rompieron con algunos de los estereotipos infantiles del contexto literario anglosajón. No eran rubios, ni tenían los ojos azules, ni dóciles, ni complacientes.
Por último aparece Brooklyn, Nueva York, un espacio donde Sendak viviría toda su infancia. Calles llenas de críos que jugaban en cualquier escalera, en cualquier patio trasero y a cualquier hora del día, un universo enriquecido por una multiculturalidad proveniente del Viejo Continente y en el que convivían idiosincrasias diversas pero a la vez muy similares teniendo en cuenta que todas pertenecían a un mismo estrato social: el proletariado.
Otro punto más que interesante de este libro es que Rosie existió. Era una niña italiana que jugaba cerca de la casa de Sendak, quién la "espiaría" durante un tiempo y llenaría algún que otro cuaderno con su imagen. Rosie inventaba historias, era carismática y gustaba de la interpretación. Si quieren saber más de ella les invito a que se pasen por esta reseña que realizó Ellen Duthie en su blog.
Como bien apunta Ellen, el libro es una oda al ocio infantil y en él observamos multitud de escenas en las que los niños se divierten de las formas más variadas, algo a lo que prestaría atención el autor en otros libros de su primera etapa como ilustrador, léase Un hoyo es para escarbar de Ruth Krauss. Quizá esto se deba a que las imágenes que acompañaban a los álbumes de aquella época tuvieran un carácter más descriptivo, una característica del llamado álbum narrativo, y los ilustradores no se internasen tanto en el lenguaje metafórico y los juegos de referencias a los que tan acostumbrados estamos ahora los monstruos.
Rosie y sus amigos se lo pasan pipa con cualquier cosa, sobre todo disfrazándose, una actividad propia de personas que, como Maurice Sendak, siempre desean ser otras personas. Kafka o Mozart. William Blake o Marc Chagall. Cualquiera de los genios a los que el admiraba y en los que generalmente reflejaba en sus obras.
En otro de los juegos que ocupa gran parte de esta historia, Rosie queda transmutada en la cantante Alinda. Muchos autores ven aquí la inspiración del folklore judío, concretamente la de los dybbuks, espíritus que suelen ser almas errantes, capaces de poseer a otras personas, generalmente mujeres, que necesitan una especie de exorcismo para expulsarlo de su cuerpo, algo por lo que Rosie y sus amigos esperan pacientemente al Hombre Mágico, uno que le dirá qué debe hacer si quiere dejar de ser Alinda.
Hasta ahí, no hay novedad. Lo curioso de esta historia viene cuando buscamos el trasfondo de los diálogos y situaciones que se desarrollan en la vida de Rosie, una constante en la obra de Sendak: el mundo de los deseos, el egocentrismo, las referencias al mundo incompleto de los adultos, la desobediencia, la mala educación, y la imaginación y los sueños como vía de escape.
No se lo pierdan.
Un consejo: celebren este día en una biblioteca… las hay muy solitarias.
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Nota bibliográfica: Algunos de los datos aportados en este post proceden del libro Wild Visionary: Maurice Sendak in Queer Jewish Context escrito por Golan Y. Moskowitz (Stanford University Press)
8 comentarios:
Felicidades, Román. Me alegro de que hayas encontrado la forma de sobrevivir al primer año (con sus dificultades, silencios, inversiones de dudosa recuperación) sin perder la perspectiva tan personal de tu blog. Un saludo cordial
Yo también me uno a la felicitación Román. ¡Qué sea el primero de muchos años!
Enhorabuena señor monstruo, es un placer visitar su rincón casi a diario y encontrar tan apetitosas recomendaciones. Justo hoy en mi mesilla de noche tengo El libro verde, también de Sendak, ideal para celebrar su cumpleaños. Que sean muchos más.
Felicidades.
Enhorabuena por tu primer aniversario. Espero celebrar los siguientes cumpleaños de este blog que siempre trae buenas recomendaciones
Sí, enhorabuena de una seguidora reciente. Me ha provocado curiosidad este título, le echaré un vistazo... Por cierto, ayer me llegó una nota de prensa de Alfaguara, que reedita los primeros títulos de "El pequeño Nicolás". ¿Para cuándo una reseña? A mí me encantaban...
¡Que los cumplas feliz!
¡Que los cumplas feliz!
¡Que los cumplas, que los cumplas,
que los cumplas feliz!
Felicidades, Román.
Efectivamente, las bibliotecas no están nada valoradas. Claro que yo misma no he empezado a visitarlas hasta el año pasado. Sólo las usé en la facultad.
Ahora estoy resarciéndome del tiempo perdido. Y la verdad es que he entrado para buscar esos títulos que no están en las librerías. Mea culpa haberlas ignorado durante tantos años. Es esa obsesión tan española o humana de poseer. Más española, porque en otros países se lee mucho libro de biblioteca y en casa se guarda poco.
Lo dicho: QUE CUMPLAS MUCHOS MÁS.
Saluditos, Miriam
Como se me ha pasado el día del cumple, quiero ser el primero en felicitarte por el segundo aniversario del blog.
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