Aunque
creamos que los peor parados en el conflicto de la Segunda Guerra Mundial
fueron las los judíos, las minorías étnicas y sexuales, léase gitanos u
homosexuales, o las clases
desfavorecidas y tradicionalmente discriminadas, las omnipresentes ideas nazis han pervivido en la larga tradición europea y
son las directrices del actual tejido social entre todos los países del viejo
continente, una realidad que no sólo da más fuerza a la Historia, sino que a
veces afianza el sentimiento común ya que el victimismo siempre hace más por la
unión que por la escisión.
Los
limites del Tercer Reich, pese a restringirse dentro de un ámbito geográfico,
quedaron más extendidos de la cuenta gracias a la estrategia e intereses, no
sólo de Adolf Hitler, sino del resto de mandatarios europeos ya que los panorama socio y geopolítico de la primera
mitad del siglo XX eran muy complejos (no me atrevería a aventurar que fuesen
parecidos a los actuales…). Entre los territorios que se vieron engullidos por
el voraz apetito germano se contaban Austria, Ucrania o Polonia. Otros, entre
los que destacaban parte de los Países Bajos, Suiza, la totalidad de Centroeuropa,
Francia, Italia o Grecia, se sumaron a los territorios ocupados que, aunque no
participaron activamente del sentimiento, si prefirieron doblegarse y decidir,
por un lado, su supervivencia, y por otro, mantenerse dignos aunque serviles.
De
entre todos ellos, es Dinamarca, el marco espacial para el desarrollo de la
acción en la novela juvenil ¿Quién cuenta
las estrellas? de Lois Lowry (editorial Espasa), un país donde sus
habitantes vivieron medianamente tranquilos mientras duró la contienda (cosa
bastante rara dada la proximidad a Inglaterra) y donde el exterminio judío
comenzó fue bastante tardío. A pesar de ello este libro, sencillo y bien
escrito, narra las peripecias de dos familias cuyas hijas, Annemarie y Ellen,
mantienen una relación de amistad, que será la detonante de una lucha por
salvar las vidas de los miembros judíos de una de ellas trasladándolos a
Suecia, un país libre del yugo nazi.
Aunque
basada en hecho reales, es una narración bastante vívida en la que destaca la
acción de vértigo que crea esa atmósfera de preocupación, de solidaridad entre
vecinos, algo que no se ve hoy día. ¿Necesitaremos otra guerra para ello?
Esperemos que no…
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