Los
que nos dedicamos (desinteresada o interesadamente) a esto de la Literatura
Infantil y Juvenil, podemos dar buena cuenta de lo difícil que es encontrar
libros de calidad que nos saquen una sonrisa, una de las premisas que, como
bien saben los que me siguen semana tras semana, es uno de mis mandamientos a
la hora de seleccionar los títulos que nos acompañan.
Aunque
no suelo ser repetitivo en mis recomendaciones (me ponen enfermo esas páginas
especializadas que no ven más allá de los cuatro autores impuestos por las
tendencias, las casas editoriales o las madres ñoñas), hoy me he decantado por
una obra de Jon Klassen (un autor por el qué apostamos muy pocos durante el
pasado año) para darle vida a este lugar (es innecesario echar mano de tetas y
culos…). Seguramente recuerdan al autor de Yo
quiero mi gorro, ese álbum ilustrado que reseñé en su día aquí y que tenía
como protagonista a un oso más cabreado que una mona porque un incauto se había
apropiado de su gorro rojo. Durante este 2013, la editorial Milrazones nos trae
Este no es mi bombín, un álbum
ilustrado que ha recibido la Medalla Caldecott (siempre se agradece el valor
orientativo de los premios, aunque muchas veces enmascaren intereses y
corruptelas), entre otras distinciones.
Esta
historia, como otras del mismo autor, se aproxima al humor de golpe y porrazo
tiznado de negro, utilizando para ello una ilustración de líneas sencillas y
contrastes medios. Si a ello añadimos la parquedad de las palabras, más bien
lanzadas en vez de pronunciadas, y la repetitividad (como las secuencias en el
cine mudo), tenemos una obra de suspense que echa mano de la irreverencia de
los dibujos animados de Hannah-Barbera, para convertirse en un éxito editorial.
Es
innegable que en esta industria de los libros para niños, los creadores
utilizan recursos narrativos estandarizados que pueden estimular el intelecto
infantil sin sostenerse en ideas o conceptos complejos… ¿Quién dijo que las
segundas partes nunca fueron buenas? En este caso lo son, incluso con mayor
mérito si cabe, dado que mejora unas técnicas y maniobras anteriormente
utilizadas. Así que conviértanse en espectadores de este juego del gato y el ratón
ambientado bajo las aguas del océano y refrésquense este verano. Yo, por lo pronto, ¡voy a celebrar mi cumpleaños!
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