jueves, 16 de enero de 2014

Tributo a Benjamin Lacombe


A pesar de que Benjamin Lacombe (París, 1982) es una de las grandes figuras de la ilustración infantil contemporánea, nunca he dedicado una entrada a ninguno de sus libros en este lugar, una falta que a tenor de la exposición que de su obra se realiza estos días y hasta el 26 de enero en el Museo ABC de Dibujo e Ilustración  (C/ Amaniel 29-31, Madrid-España) pretendo suplir con esta entrada.
Perteneciente a la nueva generación de ilustradores francesa (con Rebecca Dautremer a la cabeza) que tanto ha dado que hablar en los últimos tiempos con su poesía visual y su narrativa cinematográfica, poco hay que decir de su excelente trabajo, ese donde la fragilidad y la melancolía lo envuelven todo. Muy adecuado para obras dramáticas y de gran fuerza, algo que se ha visto recompensado con trabajos como Madama Butterfly, Notre Dame de Paris y Los amantes mariposa, yo prefiero otras de corte más infantil aunque igualmente melodramáticas como su Cereza Guinda -su despegue en el mundo de la ilustración con tan sólo diecinueve años y mi favorita (Editorial Edelvives, toma nota)-, o Ruiseñor.








No cabe duda que su efectismo y feminidad (vuelven locas a niñas y mujeres estas ilustraciones, algo que no entiendo porque a veces logran un aire tenebroso y oscurantista sin precedentes, léanse los Cuentos macabros de Poe), ha procurado ser la inspiración para muchos artistas que hoy día intentan abrirse camino en el difícil mundo editorial. Es por ello que hoy rompo una lanza por su bagaje técnico (algo que puede verse en los croquis arquitectónicos de Notre Dame y la utilización combinada de medios tan dispares como la acuarela, el grafito, el gouache y el óleo), su estudio de los lenguajes pictóricos (de Da Vinci, los prerrafaelitas y el Quattrocento), un lenguaje romántico exquisito (me vuelven loco los paisajes borrados por el viento y las alas de los pájaros en movimiento) y su calidad artística que ha roto fronteras y ventas. ¡Bravo!





2 comentarios:

miriabad dijo...

Pues, hay que verla... Y queda muy poco...

María José Domenech dijo...

Un verdadero deleite para los ojos,me quedo absolutamente maravillada.