jueves, 29 de diciembre de 2016

Contando los sueños uno a uno


Cuando suena la última campanada del día 31 de diciembre y mi madre nos dedica un suspiro acompañado de “Otro año más...”, pienso que debe haber un momento en la vida en el que nos damos cuenta de nuestra propia vejez. Un momento que, debe ser, todavía no me ha llegado. No es que sufra de un alienante complejo de Peter Pan, no. Ni tampoco creo que se deba a pasarme seis horas al día al lado de adolescentes alocados (mi abuela, con casi noventa años, tiene más mueve que algunos de ellos). Quizá tenga algo que ver con mis expectativas de hacer cosas, de curiosear, de aprender..., como si no hubiera fines tras esa metas.


Lo veo en muchos de los que me rodean: "Tengo un marido/una esposa, unos hijos, un trabajo, una casa, un coche, al perro y a la suegra (Nota: Pónganlos en el orden que les plazca, que cada uno tiene sus preferencias), ¿qué más puedo pedir? ¡Ya puedo meterme tranquilo en el sarcófago!..." Cuando oigo cosas como esta me dan ganas de coger una ametralladora, pero luego respiro hondo, me sereno y pienso que hay que respetar los deseos de otros y, mientras no nos salpiquen, dejar que inviertan su vida en lo que quieran aunque no deje de preguntarme “¿Acaso no tienen sueños?”


Cuando yo era pequeño soñaba demasiado (quizá ese sea mi problema/secreto: que lo sigo haciendo). Una temporada me dio por decir que quería ser pastelero, otra quería ser pintor o cantante (ya ven que soy bastante ecléctico)- Lo de dedicarme a la ciencia también quedó en agua de borrajas. Lo de ser carpintero tampoco estaba mal. Hace poco hice mis pinitos literarios, y en estos momentos que ya soy un poquito más mayor, me he dado cuenta de que poco puedo llegar a ser (Riámonos, por favor, para que sigan criticando mi optimismo).


En definitiva, dentro de unos días llegara el final de este 2016, y hoy por hoy, lo mejor que podemos hacer es vivir el presente con miras a un prometedor mañana sin encallarnos en los días pasados (¡Prohibidos los “Ay, si yo hubiera...”!), un ejercicio que hacemos cuando somos niños y dejamos volar la imaginación para con nuestro futuro. No se lo piensen dos veces, lean el encantador Cuando sea mayor de María Dek (Patio Editorial) y vayan apuntando sus sueños uno tras otro para el 2017.

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