Hemos dejado atrás 2019. Comienza la rutina, la cuesta de
enero se hace cada vez más empinada, y aquí sigo yo, dando guerra. A pesar de
estos males menores, también tenemos algún incentivo… Que si las rebajas (cada
vez peores, por cierto), que si la operación biquini (¡Que den comienzo los
juegos del hambre!), o que celebrremos algunas efemérides literarias (Gianni
Rodari, Miguel Delibes, Isaac Asimov, Ray Bradbury o el Barón de Münchhausen, entre
otros).
Por lo que a mi respecta, intuyo que no me voy a aburrir… En
el trabajo me hincharán a reuniones inútiles (que no falten de cara a la
galería). En lo familiar no nos faltarán temas de discusión y alguna que otra
alegría. Los amigos, ídem de lo mismo (me voy a tener que poner en modo
celestino o ciertas necesidades se transformarán en conflicto). Y lo demás,
como siempre: cagar y envolver.
Menos mal que me dejé unos cuantos títulos con los que entretenerme
durante este mes de enero (hay que aprovechar la merma de novedades y dejar
florecer algunos libros que se publicaron los meses pasados) porque si no,
puedo salir loco. Por ello y sin más preámbulos, centrémonos.
Como ya estamos en la escuela he creído conveniente empezar
con lo último de Ediciones Tralarí, un proyecto de autoedición abanderado por
Cintia Martín, Consuelo Digón y Nuria de la Iglesia. Esta vez nos presentan El secreto de las vocales, una serie de
libros de Esperanza Ortega y Cintia Martín que invita al juego, la sorpresa y
la lectura. Partiendo de las vocales como denominador común, esta colección de seis
libros integrados en un pequeño estuche, combinan la rima, las cancioncillas
infantiles, la imaginería de los cuentos populares y los elementos del pop-up.
En primer lugar estos libros están habitados por brujas,
hadas, lobos, dragones, duendes o reyes. Unos seres de cuento encargados de
presentarnos las vocales. Me encantan estos aciertos metaliterarios, no sólo
porque imprimen cercanía a las obras infantiles, sino porque ayudan a padres y
docentes en el proceso de alfabetización de los pequeños. Si añadimos que a la
vez que evocan, reinventan y enriquecen estas historias que están grabadas en
nuestro niño interior, con un poco de suerte la hebra se puede estirar hasta el
infinito y más allá. ¡La imaginación al poder!
En segundo lugar estos cinco secretos y su epílogo se
recrean en situaciones cercanas al día a día de los críos. Los medios de
transporte, la hora de irse a la cama, los títeres, o las situaciones
escatológicas dan un toque de desenfado a estas pequeñas narraciones donde los
juegos de palabras y las rimas se hacen patentes. Vueltas y más vueltas a la
lengua. Para un lado y para otro, todo suma -incluso las erratas y algún
pequeño fallo (pormenores de la autoedición que también tienen su encanto)-.
Por último, les diré que aes, íes o úes están muy bien acompañadas
en estos libros donde las ilustraciones son un regalo. Empezando porque los
grafemas forman parte de ellas (este alarde tipográfico me ha encantado, no
sólo como referencia a los mirones infantiles, sino como recurso estético de primer
orden), pasando por las letras tridimensionales que sorprenden al visitante, y
terminando por una enriquecida edición (¡Hasta elementos infográficos! ¡Qué
maravilla!), puedo decirles que no deben perdérselos.
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