jueves, 22 de mayo de 2025

Defectos que son virtudes


Por mucho que los biólogos evolucionistas se pasen el día desmintiendo las preconcepciones acientíficas, los medios de comunicación siguen empercudiendo el cerebro de las masas a base de malos ejemplos que hacen ininteligible las teorías de Darwin y otros muchos autores que tanto han estudiado los mecanismos por los que unas especies suceden a otras a lo largo de la historia terrestre.
Uno de los pensamientos más extendido entre la gente que conozco, sobre todo mis alumnos, es que los cambios biológicos se producen para alcanzar un fin, un objetivo. Es decir, que la naturaleza no actúa al azar, sino en una determinada dirección, lo que se relaciona con algunos conceptos lamarkianos como los cambios preadaptativos y progreso (las formas de vida se modifican con un propósito), véase el caso tan manido del cuello de las jirafas.
Sin embargo, los que hemos leído un poco del tema, sabemos que las propuestas neodarwinistas, esas que siguen primando en la actualidad a pesar de estas teorías se encuentren bajo la espada de Damocles (recuerden que la ciencia no avanza sin sus crisis y cambios paradigmáticos), sabemos que el quid de la cuestión está en tres elementos fundamentales: la variabilidad, la selección y la adaptación.


En primer lugar, tenemos la diversidad de las formas de vida en una misma especie (cuantas más propuestas naturales haya, más capacidad de respuesta ante los posibles cambios). En segundo término, está la selección natural, ese mecanismo que elige las propuestas más plausibles para adecuarse a una situación determinada. Por último, nos encontramos con la adaptación, es decir, el resultado anatómico, fisiológico o comportamental a esa presión natural dentro de una especie.


Para ejemplificarles el Con el título de Pez Culo, Pauline Pinson y Magali Le Huche nos presentan a Damien, un habitante de las profundidades marinas con una cara un poco peculiar. La cosa puede tener su gracia, sobre todo cuando te tiras pedos para que todo el mundo se ría y tu aspecto pase desapercibido. Menos mal que siempre hay peces que son más feos que tú con los que puedes entenderte y charlar sin tapujos. Es el caso de Steven, otro caso de belleza rara, pero bien majete con el que forma un grupo de música. Sus conciertos son un éxito y causan sensación. Todo va a las mil maravillas hasta que, por un descuido, caen en la red de cierto pescador. ¿Conseguirán escapar de él?


Con una estructura que puede recordar al cómic, las autoras francesas disfrutan con un álbum de formato muy agradable (cuadrado y medianito, para cualquier tipo de manos y ojos), tipografía ligada que ahonda en esa vis inocente del relato y mucho humor blanco. Todo ello para ensalzar una historia donde la óptica es lo más importante.


Basado en una especie de pez real (sí, queridos, los peces culos son un tipo de peces tropicales y subtropicales que viven en las profundidades marinas donde no llega la luz solar y tienen un aspecto un tanto monstruoso), el libro que nos ha traído la editorial Litera esta primavera es una buena oportunidad para aprender biología y reflexionar sobre la amistad, el amor propio y, sobre todo, que cualquier defecto se puede transformar en ventaja. Todo depende del contexto natural…

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