jueves, 28 de abril de 2011

Inspiración...



No sé qué me pasa pero la inspiración me rebosa por las orejas, cosa rara ya que, desde hace unos días, me atiborro a antiestamínicos para caballos y hacerle frente así a los estragos que causan las gramíneas: alergias, un clásico primaveral… Llamo su atención sobre este detalle porque, si tenemos en cuenta que dichos fármacos provocan somnolencia al tiempo que ralentizan el ritmo encefálico, es bastante llamativo que un servidor maquine ideas a la velocidad del churro.
Que si voy a hacer esto, que si escribo de lo otro…, vamos, que el arte se me rebela, está que muerde y no hay quien le enganche el bozal... Menos mal que uno se conoce y, al final, todo quedará en pájaros volando y cuentos de lechera, terminando inerte sobre el mullido sofá mientras ejercito tarso y metatarso sobre el mando a “distán”. ¡Qué perrería, señor!
Lo que más me congratula es que, con tanto brío imaginativo, me he topado con la agilidad del grafito sobre el papel, con esa gracia que tienen muchos para plasmar con cuatro líneas la magia de los objetos, con el boceto. Les parecerá nimio y hasta estúpido, pero para un amante de la pintura como yo, dar con la curvatura justa de los trazos y transmitir así una impresión, se traduce en sentida alegría.
Y con tanto sentimiento artístico, sería casi pecaminoso el dejar de recomendarles uno de los mejores álbumes ilustrados editados durante la presente primavera y que lleva por título Para hacer el retrato de un pájaro, un poema de Jacques Prevert e ilustrado por Mordicai Gerstein (Faktoria k de libros), la coqueta y poética lección de pintura que todos, artistas o no, llevamos dentro…, como el trino de los jilgueros.

lunes, 25 de abril de 2011

De regreso...



Les resumo mi viaje en una impresión… Generalmente, después de visitar un lugar, acostumbro a pensar con quién iría acompañado en el caso de regresar a él. Hay sitios perfectos para recorrerlos de la mano de una pareja, otros que se prestan a las correrías con los amigos, con desconocidos los menos, e incluso los hay para disfrutarlos con uno mismo. Pero, déjenme que les diga que, Italia, sin mis alumnos, sería simplemente nada.
Si les soy sincero, antes de emprender la marcha por el país de los Apeninos, el joven profesor que soy, sentía cierto temor… Por las trastadas de los alumnos, por los errores de uno, por lo descontrolado del destino... A pesar de todo, he, hemos regresado sanos y salvos allende una sonrisa descomunal, multiorgásmica, no sólo por el hermoso caos de Roma, la belleza articulada de Florencia o la sencillez de Pisa, sino por las anécdotas, las peleas y riñas absurdas, los momentos de tranquilidad, las paradas del camino y sus carcajadas, y los sueños compartidos.
Si alguien subraya que viajar es aprender, está en lo cierto. En sí mismo, el viajar, el deambular, el empaparse de la experiencia, es descubrir, hecho que siempre aupa el conocimiento, bien sea de lo desconocido, de los otros o de uno mismo. Lo afirmo con conocimiento de causa, la mejor manera de hacerlo.
Y para despedirme, confiarles una de esas cosas aprendidas, una de esas curiosidades lijeras que les gustan tanto… Deambulábamos por la ciudad de Florencia en pos a nuestra guía, una italiana de clase muy agradable, cuando topamos con el famoso jabalí de bronce de la vía Porta Rossa. Tras unas cuantas fotos, me percaté de una placa en mármol dedicada a Hans Christian Andersen y, por curiosear, le pedí a nuestra acompañante una rápida traducción. Me confío que en honor a “Il porcellino”, uno de los muchísimos relatos de este autor, el pueblo florentino le ofreció este reconocimiento, por describir su ciudad en lo que llamaron “un entero libro ilustrado”.

miércoles, 13 de abril de 2011

Viajando por Italia...






Se acerca de forma inminente el viaje con el que los alumnos de bachillerato celebran su entrada en el mundo pre-adulto, y también el compromiso que muchos maestros les regalamos de un modo altruista para ello.

Seguro que muchos de ustedes piensan que estoy de suerte por viajar a Italia los días venideros y, seguro que muchos de vosotros creéis que es una responsabilidad efímera, evanescente…, pero concédanse el beneficio de dudarlo.


Comparándome con otros compañeros -quizá con usted-, llevo poco tiempo ejerciendo esta profesión, una que da más quebraderos de cabeza que satisfacciones y que a un mismo tiempo elegí por vocación. Lejos del salario, los privilegios, los horarios, las vacaciones y otras mandingas con las que nos azuza la sociedad, esa que nos quiere poco, nos da menos y nos exige más, me siento orgulloso de dedicar mi tiempo a este trabajo impagable.

Muchos son los padres que nos hacen responsables de los males escolares, a muchos no les tiembla la voz cuando se han de enfrentar al profesor, son más los que tratan a sus hijos como auténticos minusválidos cerebrales o aquellos que se desentienden de su papel como progenitores y educadores. También sé de los males de la escuela, de las faltas y defectos que no me eximen de mi parte de culpa... Pero siempre queda un lugar para la confianza que depositan en nosotros para que viajemos durante el presente y preparemos al futuro, el de todos.

Y en honor a ellos, a mis alumnos, y al lugar que han elegido para hacerme sufrir durante los próximos ocho días, la patria del autor de esta obra, Philip Giordano (uno de los ganadores en Bologna Ragazzi), les recomiendo La princesa Noche Resplandeciente –editorial SM-, un álbum ilustrado de factura exquisita que, pese a ser una adaptación –ya saben de lo mío con las interpretaciones- algo libre del clásico japonés Taketori Monogatari (uno de los primeros relatos asiáticos en lengua escrita, también conocido como Cuento del cortador de bambú), me ha cautivado.

Y descuiden, a mi regreso seguiré reseñando para ustedes las más hermosas historias jamás imaginadas.

Disfruten del descanso.

Ciao.

lunes, 11 de abril de 2011

Sorpresas de buena mañana




Afortunadamente, algunos madrugadores hemos podido librarnos de este asorrate estival que nos ha regalado la primavera y cobijarnos bajo la sombra cuando el sol está en su cenit. ¡Menos mal que se calma el cotarro y arriban de nuevo temperaturas más suaves!

Aprovechando el frescor de la mañana, desayuné, me aseé debidamente, y me lancé a las calles para golismear en tiendas y supermercados como buen albaceteño (un amigo lo define como “cosmopolitismo”, yo lo llamo “orejetear”)… Y entre ferreterías, grandes superficies y mercerías, me acerqué, cómo no, a un par de librerías en las que encontré algunos libros reseñables.

NOTA: Es una lástima que el jueves dirija los pasos hacia Italia como profesor acompañante de mis pupilos en su viaje de fin de curso (¿quién me mandará?), por lo que tendrán que esperarme o visitar otros sitios de la blogsfera que muchas veces me toman la delantera (como pocas editoriales me mandan libros, dependo enteramente del interés de los libreros y la eficacia de sus distribuidores…).

Por lo pronto tengo que hablarles de la editorial Adriana Hidalgo (AH Pipala)… Si recuerdan, un servidor se quejaba amargamente en post pasados de la escasez de nuevos autores, de nuevas ideas…, pues bien, hoy les traigo tres títulos que me han encantado soberanamente y que están dentro de esta línea editorial argentina (¡Qué artistas! ¡Venden lo que sea!) y que desgrano a continuación:

a. Una lluviosa mañana de domingo de Sooni Kim y Mia Sim: Cuando somos niños, muchos son los domingos que nos despertamos sin querer y dejamos que nuestra mente quede libre y se pregunte si nuestro mundo es el único que existe, si habrá otros como nosotros.

b. Mi jardín de Zidrou y Marjorie Pourchet. Libro de pequeño formato que aúna la metáfora de la vida, los recuerdos infantiles y la contemplación de la naturaleza. Llegó a acongojarme… ¿Qué niño no ha tenido un pequeño jardín, una efímera maceta?

c. La casa del árbol de Marije Tolman y Ronald Tolman. Reconocida con un premio en la feria de Bolonia (Bologna Ragazzi), esta historia muda es el reflejo de una historia cotidiana, imaginativa, evocadora, de dos osos que deciden instalarse en lo alto de un árbol. Exquisita, diferente.

Tres imprescindibles.

jueves, 7 de abril de 2011

Valientes


Que el mundo está hecho para valientes y osados es algo que todos sabemos de sobra, aunque si a este mundo nos referimos y no a los pasados, habría que añadir que, para sobrevivir a sus avatares, también es necesaria la cara dura. Echarle un poco de morro a la vida no viene de más, sobre todo por toda la panda de charlatanes, vendepeines y pilluelos con los que nos chocamos de bruces, de costado o de espaldas. Y si queda salpimentado con algo de agallas y firmeza, mejor. No crean que la gallardía sólo se agradece en momentos extremos, aquellos en los que nos ponemos a prueba, sino en la vida diaria… Recordarle al dependiente que no me gusta el pan duro, que si el taquillero me ha devuelto menos de lo que correspondía, presentarse como voluntario para acompañar a unos cuantos adolescentes de viaje (véase mi caso…, temblando estoy…) o apuntarle al jefe que todos los trabajadores nos merecemos el mismo trato, son actos de templanza, aunque a veces, pese a poner los cojones sobre la mesa, también hay otras ocasiones en las que es preferible hacer alarde de inteligente silencio y emular a tortugas y avestruces. Y así, les animo a que tomen ejemplo de la protagonista del libro de hoy, La oveja Carlota, de Anu Stohner y Henrike Wilson y publicado por Lóguez en España, den un paso adelante y se enfrenten a sus miedos con total naturalidad, quizá se pierdan muchas cosas por vergüenza, decoro o mera pasividad, porque no olvidemos que todo arrojo tiene un premio, tangible o emocional, que engrandece nuestra confianza misma, nuestras ganas de vivir.

lunes, 4 de abril de 2011

Mismos horizontes de distinto color


Cuando hablo de lugares lejanos, de países por visitar, con esta gente manchega que me rodea, siempre sale a colación esa misteriosa atracción que sentimos los de aquí por los paisajes verdes y los frondosos bosques, por vergeles densos y desconocidos en los que escurre el agua de cada mata... Cuestión lógica, ya que los que nacemos en la meseta estamos más acostumbrados al justiciero sol que todo arrasa y a la tierra desgajada en gasones, en pocas palabras, al desierto en vez de a los edenes tropicales... Todo el mundo anhela lo que no tiene, ¿qué se le va a hacer…?

No nos ocurre así con el mar, esa línea infinita que se abre en cualquier puerto, que bordea cualquier playa... Nos gusta oír el mar, el rumor de las olas, tontear con la arena y la espuma,…, y poco más…

Esa inmensidad que a los hombres de montaña embriaga, la ingente cantidad de agua salada que apoca a muchos es el mismo océano con el que hemos vivido nuestra niñez de llanuras, el mismo horizonte pero con distinto color. Nuestra amplitud es la misma, nuestra vista, pareja, y la soledad, parecida. Hemos crecido en un mar de color pardo que la vista no alcanza a terminar, donde el agua es la tierra y las estelas de los barcos el polvo del camino. Por ello, mientras leía El mar y otras cosas de las que también me acuerdo, de Mónica Gutiérrez Serna (Thule Ediciones), sentí algo profundo, un poso de la infancia en el que me veía sobre la bicicleta, atravesando los campos de cebada en busca de la perra recién parida, recogiendo los nazarenos que brotaban en el camino… Esas han sido mis cañas de pescar, mis velas desplegadas.

sábado, 2 de abril de 2011

Día del Libro Infantil 2011


Muchos se preguntan qué le veo a los libros para niños. A esos les respondo: simplemente me hacen enormemente feliz. ¿Y a usted?

jueves, 31 de marzo de 2011

De palabras...


Si por votación popular fuese, jugar al fútbol, salir de copas o escarbar en las montoneras de los mercadillos, serían elegidos como auténticos deportes nacionales, pero como quien hoy decide es un servidor, determino que lo que aquí se lleva es el marujeo. En este país, hasta las piedras meten el hocico en la casa del vecino. Cotorrear, marujear, despellejar o viborear son verbos básicos en la idiosincrasia española, exponentes todos de nuestra capacidad de poner de vuelta y media a todo quisqui. Para percatarse de ello sólo tienen que prestar atención a lo más visto en la programación televisiva: que si las vidas ejemplares de todos los que pasan por la caja de los viernes (¡Ay, que me da!), el circo de Paqui “Las coles” (¡Qué sobrenombre!), los dimes y diretes entre Mourinho y Guardiola, o las tan fingidas riñas del lumpenproletariado que participa en el “Big Brother” español. Si a ello añadimos ingredientes como el mamoneo, el morbo, la escatología, el humor, la ironía y la maldad, el resultado de esta coctelera es puro e irresistible gozo patrio del que se sirve hasta el más letrado para pasar el rato de vez en cuando... Curiosa paradoja esta, la del analfabetismo funcional en el reino de la lengua. Mediterráneos y viscerales, los habitantes de la Hispania moderna sentimos una fatal atracción por el cacareo de patio y corrillo, una afición desmedida por la palabra, el mejor invento del hombre, que desde bien pequeños practicamos a manos llenas para poder comunicarnos con uno mismo, con otros y con el más allá. La de hoy es una oda a la palabra cotidiana y vulgar. A esas palabras que aprendemos por la calle, tomando un café o dando clase. A las palabras que nos despiden y a las que nos dan la bienvenida. A las últimas palabras y a esas primeras, que, como La primera palabra de Mara (Ángel Domingo y Miguel Tanco, Editorial Narval), nos llenan el mundo y, de paso, también la risa.

lunes, 28 de marzo de 2011

Locos por vender



Preludio: No crean que intento boicotear el libre mercado o que oso enfrentarme al capitalismo (tarea de gigantes para la que no estoy preparado), sólo que… ¡Estoy hasta el culo de visitar bibliotecas y librerías atestadas de bazofia!

La crisis económica, la falta de ingenio, el poco riesgo empresarial y la escasez de nuevos autores, obliga a la industria editorial a exprimir hasta el extremo los productos que han alcanzado cierto éxito.

Llegan las ¿novedades? de la temporada y me encuentro con los mismos autores, las mismas temáticas, las mismas maquetaciones… ¿es el día de la marmota o me he perdido algo? Veamos como ejemplo el caso de Suzy Lee y sus dos últimas novedades, El pájaro negro (Barbara Fiore) y Pintores, junto con el escritor Seung-yeoun Moon (Libros del Zorro Rojo). El primer libro es una obra monocromática de corte psicoemocional que trata metafóricamente el tema de las relaciones familiares, concretamente la separación paterna, mientras que el segundo es un álbum ilustrado a rebosar de colorido y alegría tomando como excusa una situación cotidiana entre dos hermanos que deciden dejarse llevar por el imaginativo arte de la pintura. Los que conocemos el trabajo de esta autora podemos pensar que seguramente merecerá la pena invertir unos euros en adquirir los dos títulos, pero lo cierto es que no es así por diversas razones. Si atendemos a la primera y más importante, hablaríamos de la relación entre el contenido artístico y el literario. En mi opinión, la técnica de Lee es más apropiada para discursos hedonistas, juguetones, e incluso caóticos, no tanto para aquellos más dramáticos o cargados de mensaje, por lo que, si por mi fuera, descartaría El pájaro negro de mi biblioteca (no de otras, claro está). Secundariamente destacar males menores como la edición o el precio, que en vez de animar, desconsuelan.

Y es que aprovechando la cumbre que muchos autores alcanzan en el panorama internacional de la LIJ, las casas editoriales se disputan la publicación de sus trabajos esperando que algún seguidor incauto pique el anzuelo y de paso sacarle hasta la última peseta con tal de salvar la campaña anual de ventas, por lo que abogar por la calidad frente a la cantidad, máxime de cualquier crítico de tres al cuarto que se precie, es casi una obligación…, aunque bien mirado, también podemos colaborar en subvencionar a los tan denostados artistas ¿no creen?

viernes, 25 de marzo de 2011

En la orilla al caer la tarde...




Esta tarde me voy a la orilla del mar...

La barquita sardinera
lleva faroles detrás,
brilla lucera.

La luna peina caballas
con pincelitos de plata,
todas a rayas.

Boquerones y sardinas
parecen, alborotadas,
primos y primas.

[…]

La estrella miraba
el espejo del mar,
las olas de plata
la hacían bailar.

Una noche oscura
se quiso bajar
porque la llamaba
la estrella de mar.

[…]

Olga Xirinacs.
Barcas y estrellas.
En: Marina y Caballito de mar.
Ilustraciones de Asun Balzola.
1998. Madrid: Anaya.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Dormir ¿plácidamente?


Hace unos años era capaz de rebozarme en la cama hasta altas horas de la mañana, para levantarme a eso de las doce con la cara surcada por las impresiones de la sábana, cosa que ya no me ocurre a día de hoy, claro signo de que la vejez es para todos, no librándose nadie de ella. Créanme, da igual a la hora que uno se vaya a dormir a las nueve, las doce o las seis de la madrugada: a las siete tengo los ojos abiertos. No hablamos de insomnio (alteración del sueño con la que sólo lidio los días de luna llena… ¡espero no padecer de licantropía!), hablamos de la hora gallinácea, esa que se graba al rojo vivo en nuestras costumbres (sobre todo las laborales) y nos permite disfruta de “un rato más”.
Lo peor de todo es ponerse en pie a modo de muerto viviente y deambular, de la cocina al salón y del salón al dormitorio, arrastrando los pies y demacrado como los zombies, hasta que, llegada de nuevo la noche, nos dejamos caer sobre el catre e intentamos recuperar las horas de descanso perdidas.
Supongo que más de uno de ustedes se sentirán identificados con esta pequeña “patología” y que muchos también habrán intentado buscar un remedio o solución para soñar más y mejor. Si alguno tiene un antídoto para ello (somníferos no, gracias), le ruego me lo haga llegar a través de un comentario, siempre es de agradecer la solidaridad lijera.
En cualquier caso también les digo que prefiero no dormir por aburrimiento, apatía o edad, que no hacerlo por miedo, un hecho muy conocido por los niños. Y para ellos, los dormilones miedosos, están hechos los libros como el de hoy, un clásico del álbum ilustrado estadounidense. Firmado por John Irving Tatjana Hauptmann y editado por Tusquets, El ruido que hace alguien cuando no quiere hacer ruido es una pequeña historia que nos habla de crujidos, chirridos y otros sonidos extraños que rondan la noche y nos inquietan demasiado.

lunes, 21 de marzo de 2011

Primavera...


El final de la segunda evaluación siempre llega cuando el día se prolonga y las noches se hacen más cortas, los niveles hormonales de los púberes se disparan y uno tiene que enfrentarse a estos con todo tipo de artimañas. Entre las más utilizadas del profesorado se cuentan los trabajos en grupo, las actividades de repaso y… las películas. ¡Qué sería del profesor sin el séptimo arte!
Excuso decirles que un servidor no las utiliza continuamente por dos sencillas razones: el tiempo escasea y lo que se convierte en rutina acaba aburriendo.
En cualquier caso encontrar películas cuyo argumento esté relacionado con la materia que imparto se hace difícil (N.B.: Uno siempre puede salirse del contexto y aprovechar cualquier escena para sacar buen partido en pro de las áreas científicas), pero por si tienen curiosidad y les sirve de ayuda, citaré algunas que utilizo con cierta frecuencia:

- Los últimos días del edén.
- El jardinero fiel.
- Diamante de sangre.
- X-Men 3.
- Viaje al centro de la tierra.
- Océanos.
- Earth.

De entre estas, la que más veces he visto es Nómadas del viento, una película francesa de tipo documental con una fotografía excelente e imágenes impresionantes que narra las vicisitudes de las aves migratorias. Mis alumnos, pequeños y mayores, siempre quedan boquiabiertos y contentos tras verla, y cuando piden más, escaneo las imágenes de Un cuento de cigüeñas de Antonio Ventura y Leticia Ruifernández (editorial Tàndem) y finalizo con una pequeña historia a caballo entre la realidad y la ficción…

miércoles, 16 de marzo de 2011

De las revueltas en el mundo islámico


Está claro que lo del Magreb huele a muerto (con todos mis respetos), pero opinar de algo con tanta chicha se le antoja a uno suculento bocado, previo aviso de que las arengas ajenas hay que pasárselas por el arco del triunfo (no se me vayan a ofender).
Bajo ese manto impune que abriga a los caudillos, estáis vosotros y estamos nosotros, todos aplaudiendo sus decisiones, unos por miedo y otros con silencio. También están ellos, los poderosos, también conocidos como los invisibles, de los que hablaré más tarde si me queda tiempo.
Ni qué decir tiene que el fin de esta vida es vivir. De una forma u otra, pero hacerlo. Por ello, si vemos que algunos viven peor que las ratas, deberíamos plantearnos las razones que tendrán para ello... Si consideramos el patrón social de Marruecos, Túnez, Libia o Egipto, llama nuestra atención los cientos de miles de jóvenes sin oficio ni beneficio que invierten las horas en deambular por avenidas polvorientas buscando algún quehacer que les reporte un dinerillo. Si por otro lado atendemos a la economía, podemos destacar sus paraísos –turísticos, fiscales o petrolíferos-, alguna que otra plantación cannábica, y muchas vueltas de tornillo.
Concluimos por tanto con que en la orilla sur del Mediterráneo se asientan todo tipo de repúblicas bananeras que, con mucho versículo y más oración, se dedican a exprimir al ciudadano, impulsar la emigración (lo que por estos lares nos atañe…) y de paso, joderlo vivo, que es lo que verdaderamente importa.
Sin duda y como Dios manda, todo esto terminará en guerras civiles que, a golpe de cecme y bombas químicas, dejarán vacías las bibliotecas de libros… y niños.

Winter, Jeanette. 2006. La bibliotecaria de Basora. Barcelona: Juventud.

lunes, 14 de marzo de 2011

Ejemplo nipón


Boquiabiertos nos hemos quedado viendo cómo la mitad de Japón ha quedado enfangada por una ola desproporcionada. Pero más pasmados estamos contemplando cómo millones de japoneses se organizan para que todo vuelva a la total normalidad tras un desastre de semejante magnitud.
Ejemplo de cooperativismo llevado al extremo, los japos han demostrado una vez más que son los reyes del mambo, dejando a las hormigas en mantillas cuando se trata de poner un poco de orden. Ni tsunami, ni central nuclear que se les resista: los nipones son más duros que el pan congelao (pese a las bajas… siempre hay precio…). Con una cultura basada en el esfuerzo y la tradición, son capaces de poner a prueba a los volcanes, los seísmos, los cetáceos, la ley del suelo, el cultivo de arroz o a la economía mundial. Todo ello basado en una educación estricta que compagina el uniforme, la caligrafía, el manga y el respeto (¡cágate!).
Y ahora el chisme: ante la imposibilidad de emular este comportamiento frente a una catástrofe de tales dimensiones por parte de los ciudadanos españoles, el ejecutivo nacional ha decidido enviar a este archipiélago asiático una representación gubernamental abanderada por José Blanco para estudiar in situ lo que nos diferencia del lejano país vecino e introducirlo a posteriori en la nueva ley que se presentará próximamente bajo el título de “Ley Orgánica de Responsabilidad Civil”. A todo esto, yo advierto: Don Pepiño, si usted quiere conocer la sociedad japonesa desde una visión simple y cercana, no puede dejar de leer Estupor y temblores, de la belga Amèlie Nothomb, y quedará convencido de que, con personas como usted guiando al pueblo, tenemos más posibilidades de sufrir un patatús que de hacer frente a una crecida del Guadiana.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Híbridos literarios


Nunca he sido partidario de agendas ni dietarios, más que nada porque jamás he necesitado instrumento alguno para recordar qué hacer, qué decir o qué escribir. Siempre me he valido de una memoria que no me ha fallado… hasta ahora. De un tiempo a esta parte, tengo que hacer uso notas, cuadernos y repeticiones para no olvidar las obligaciones y necesidades, cuestión que comienza a preocuparme, sobre todo si atendemos a mi juventud… Sin ir más lejos, el otro día leí algo bastante interesante y no recuerdo dónde… Hagamos un trato: les explico el contenido y una serie de conclusiones que he extraído, a cambio de que me ayuden a encontrar dicho lugar.
El artículo en cuestión hablaba de que muchos de los grandes éxitos literarios (sobre todo referidos a las ventas, como el de la imagen que acompaña a esta noticia) de los últimos años podrían considerarse híbridos entre literatura infantil y literatura adulta canónica. Llamaba la atención sobre el hecho de que muchos de los protagonistas de estas novelas fuesen niños o jóvenes, personajes que casi siempre se mueven entre la inocencia y la curiosidad. También se destacaba que la mayor parte de ellos sufrían una transformación a lo largo de la acción, una especie de crecimiento personal con el que empatiza el lector…
Todo ello es bastante curioso ya que, muchas de estas novelas pueden ser leídas tanto por jóvenes como por adultos sin menoscabo de éxito, de hecho y a un mismo tiempo, la mayoría se transforman en lecturas obligatorias para muchos escolares y son recomendadas en clubes de lectores maduros de medio mundo. De esto podemos extraer dos conclusiones:
a. Las lecturas se democratizan.
b. Dicha democratización se consigue en detrimento de la literatura canónica y a favor de una infantilización en las obras de consumo.
Busquemos razones… Por un lado los “nuevos adultos”, sobre todo aquellos que han nacido y crecido en las urbes, en el asfalto, se han visto privados de la cultura y tradición orales, que inician al niño en la imaginación y proveen al futuro adulto de unas bases emocionales y morales necesarias para acercarse, no sólo al mundo real, sino a la literatura clásica (de hecho muchas editoriales venden sus productos bajo eslóganes como “un cuento de hadas moderno”, cosa que me suena a “Disfrute de placebos morales a edades tardías”).
Por otro lado, el ritmo de vida adulto, los innumerables compromisos laborales, familiares y sociales, necesita una evasión que puede enfocarse hacia la fantasía que destilan ciertos libros: cambiemos la realidad pasando páginas (se extrapola lo que sucede con la ficción televisiva a la ficción literaria).
Enfrente tenemos al joven que consume libros con ligeras dosis de alto voltaje que unos ven apropiadas para iniciarse en nuevas formas de vivir, y otros, consideran inadecuadas para ciertos lectores que todavía viven en una especie de limbo.
El último punto a tratar sería el concepto semiótico. La literatura se sirve de los mismos argumentos que los cuentos clásicos, de hecho, muchas novelas de tomo y lomo son revisiones kilométricas de pequeños relatos, por lo que, leamos una cosa u otra, siempre estamos leyendo la misma historia con matices diferentes. La cuestión es leer lo que nos guste.
Pero…, en realidad ¿aquel artículo decía todo esto o se debe a mi pura invención…? ¡Sólo espero que mi lucidez tampoco me abandone!

lunes, 7 de marzo de 2011

Carnaval


Entre que hoy es “lunes de coros”, las callejas de Cádiz están llenas de sabor, ritmo y color, y ya saben del cariño que le profeso al carnaval de esa tierra (a los de la mía también, que conste, por ejemplo Tarazona de la Mancha o Villarrobledo), he trasladado las rimas de los viernes para traerles, esta vez, una pequeña estrofa de la comparsa “Juana la loca”: cortita pero intensa…

[…]
Hay quien camina por la vida
y en su camino abre vereda.
Son caminantes de la historia
que tiran muros y barreras.
[…]

Autor: Tino Tovar.

viernes, 4 de marzo de 2011

No llegan los bichos


Aunque las noches se igualen a los días y el sol brille semana sí, semana no, es imposible librarse de los rigores del frío (¿será el anuncio del azote de esa crisis climática que nos espera?). A pesar de ello, los narcisos han empezado a romper la tierra y los almendros están en flor, pero… ¿cuándo llegarán los bichos, verdadero pregón primaveral?


-¡Para escarabajos,
pijamas a rayas,
camisolas largas
de todas las tallas!

[…]

-¡Para mariposas
que sean poetas
bordo cuatro versos
por cuatro pesetas!

[…]

-¡A grillos cantores
nuevos cascabeles,
tejidos de aroma
de lindos vergeles!

[…]

-¡A alegres chicharras,
de cantar silbante,
con tela de nube
les hago un turbante!

[…]

Xoán Babarro.
Diseñadora de hora en hora.
Ilustraciones de Pablo Otero “Peixe”
2004. Zaragoza: Edelvives.

miércoles, 2 de marzo de 2011

De niños enrabietados



Dice el decálogo de buen adulto que para ingresar en la vida del hombre hecho y derecho es necesario dejar las pataletas a un lado, encarar los problemas de frente y, si se pierde la batalla, admitir la derrota deportivamente. A lo que yo objeto que naranjas de la China, sobre todo si tratamos asuntos de Estado (español, el auténtico, claro está), en los que más vale agazaparse como un conejo asustado o berrear como un cordero destetado.
Todos sabemos que aquí, quien no llora, no mama. Y es que lo que les pasa a nuestros políticos tiene más que ver con los pezones que con la vocación. Les ilustro para la ocasión para que ustedes comparen: aquel que como inexperto lactante se engancha a una buena teta, succiona de ella hasta pegar un reventón o, en su defecto, un buen bocado, cosa que ciertas madres traducen en leche en polvo, tajadas de tocino, mendrugos de pan o un buen manotazo. Del golpe, el nene sale despedido hasta la ionosfera, y una de dos, o se harta de reír contemplando el espacio sideral, o pilla una llantina de siete pares de narices, a lo que mamá, esa que da mucho y pide poco, responderá con a) un arrumaco y varios mimos o b) decide dejarlo con la pataleta hasta que desciendan los decibelios de sus sollozos y se quede más suave que un guante.
¿Alguien me hace un cuadro comparativo entre los bebés y la clase política?
Y en honor de los adultos enrabietados por falta de un caramelo, carantoñas, alabanzas, aduladores, atención mediática, séquitos, sueldos inmerecidos, privilegios desorbitados y nombramientos de quita y pon, hoy recomiendo dos libros que tratan la furia desmedida y la rabia incontrolada: ¡Vaya rabieta! de Mireille d’Allancé -Corimbo- (un libro que le encanta a Encarnita… ¿será por el precio?) y Fernando Furioso, de Hiawyn Oram y mi admirado Satoshi Kitamura -Ekaré-.
Y no se mosqueen... El que se cabrea tira la garrota y cuando la recoge ya la tiene rota.

lunes, 28 de febrero de 2011

Vida real, personajes y novelas


Reconozco que mi curiosidad no tiene límites y que, muchas veces, la inmensa mayoría, me excedo hasta cuotas pecaminosas por querer aprender de esto y de lo otro. No sé de dónde vendrá tamaña voracidad por el conocimiento (muchas veces inútil, la verdad) pero me gusta hacer gala de ello.
No-sé-quién me definió en cierta ocasión como un “personaje del Renacimiento”, léanse Leonardo Da Vinci o Erasmo, hombres muy duchos en todo tipo de materias, a lo que respondí con una sonora carcajada, ya que, si un servidor es algo, sin duda es un catacaldos, definición a la que me acojo a tenor de mi desorbitada afición por picar todo tipo de mierdas, cosa que, bien pensada, se me hace más sugerente que dedicar el tiempo a observar embobado Gran Hermano o el estilismo de la Belén Estebán, cosa que también es necesaria… ¿o no?
Estoy en contra de todo tipo de reverendos pseudointelectuales que, desde todo tipo de palestras, vociferan enconando a la población, instando a la quema de estos personajillos de tres al cuarto que venden su alma a la mejor exclusiva y nos dejan embobados con suculenta carnaza.
No se dejen engañar, los personajes, que no las personas, siempre han sido necesarios para la humanidad. Un personaje, bien sea literario, televisivo o político, encarna un prototipo con el que el lector, el espectador, se identifica, sobre el que se vomitan los miedos, los anhelos, las frustraciones, las sonrisas o, incluso, el amor perdido. Los personajes no dejan de ser un reflejo, individuos y actores que concentran el testimonio de la colectividad humana, así que, disfruten de ellos y, si es necesario, destrípenlos.
Y hablando de personajes, he creído necesario, en honor a mis compañeros de grupo de lectura para profesores, a mi madre (gran lectora ella) y a mí mismo, sugerirles la lectura de una novela un tanto coral y algo esquizoide, una obra de Truman Capote, en parte autobiográfica y altamente recomendada para adolescentes con algo de cabeza, donde los personajes –extremos e hilarantes- son los verdaderos protagonistas de eso que es el fiel retrato de la vida: la literatura.

CAPOTE, Truman. 2008. El arpa de hierba. Barcelona: Anagrama.

viernes, 25 de febrero de 2011

Gramática...


Este fin de semana me toca estudiar gramática... alemana... Disfruten, ustedes que pueden...

Yo estoy, tú estás
y ella está y él también:
y todos los que estaban, estuvieron
y están muy bien.

Estamos, estaremos
nosotros: ella y él
estarán lado a lado y yo, que estuve,
estaré.

Y si acaso estuviera
alguien que no haya estado aquella vez,
¡bienvenido!, que estar es lo importante
-y que todos estén.

David Chericián.
Lección de gramática.
En: Poemas con sol y son.
Ilustraciones de Vicky Ramos.
2001. Coedición Latinoamericana.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Crisis...


En la filosofía de la ciencia de T. S. Khun (N.B.: considero que esta disertación puede hacerse extensiva a otras áreas, en el caso de que alguien no comulgue con ello, que lo apunte en los comentarios, se lo agradeceré), la palabra “crisis” tiene una connotación positiva. Dice este autor que, básicamente, en cualquier ciencia, los paradigmas que la sustentan han de sufrir un proceso de revisión y posterior renovación que se desarrolla gracias a la crisis, es decir, toda crisis aporta nuevas ideas y establece nuevos puntos de vista desde los que el ser humano recupera la razón de ser y continúa perpetuando su pensamiento. Es lo que se llama revolución científica.
Si extrapolamos este razonamiento a la situación que sufre el mundo hoy día, se podría afirmar que una revolución ideológica está cerca… ¿O no?...
Desde mi azotea, no muy elevada y algo apocalíptica -todo hay que decirlo-, lo único que alcanza mi vista es la ropa tendida porque, más que revueltas ideológicas, contemplo sesos escalfados, la nueva especialidad de unas sociedades civiles cada día más apergaminadas, domesticadas e inertes. Así que, de revoluciones, ni hablar del peluquín… Ni en microscopios, ni en trigonometría, ni en la pintura, ni en el cine, ni en la música; a lo máximo que podemos aspirar es a comernos un mojón. Aunque pensándolo bien, intentaré consolarme concluyendo con que todavía es pronto y que el momento crítico no ha hecho más que empezar, que todavía hay cierta esperanza y que, de la imaginación de los hombres, nuevos gérmenes brotarán para alimentar nuestro pasar…
Resumiendo. He estado dos meses sin acudir a una librería y, cuando me doy un garbeo por algunas, me encuentro con los mismos títulos de siempre y el mismo centímetro de polvo cubriéndolos… ¿Acaso no hay escritores e ilustradores que rompan esta monotonía? ¿Acaso no hay editoriales dispuestas a arriesgar en beneficio de la literatura?
Seré rotundo: QUIERO VIBRAR LEYENDO.

lunes, 21 de febrero de 2011

MultiKulti




Los que trabajamos en el peliagudo mundo de la educación estamos más que hartos de ese invento denominado “multiculturalidad”... Que si “Indigestas jornadas gastronómicas bañadas en comino, jengibre y yerba mate”, que si “Hay que inscribirse en masa al curso de suahili que ha organizado el CPR”, o que “En este centro tan guay se puede entrar al aula con un sombrero mariachi, la gorra de los New York Yankees o una peluca al más puro estilo Celia Cruz”. Todo ello para ser más tolerantes, más aperturistas, más avanzados y más mejores.
Pero nos olvidamos de lo más importante: España.
En España nos encanta la lágrima fácil y la parranda a partes iguales, peculiaridad ésta de carácter mediterráneo. España también mama doble moral por un tubo, esa heredada del catolicismo. Si ponemos todo esto al servicio de la “multikulti” alemana, nos damos de bruces con ese coctel explosivo que reza “el cuscús catando y con el mazo dando”.
Está claro que la inmigración favorece que las sociedades se mezclen, enriquezcan y evolucionen (no somos más que un batido de circunstancias), sobre todo si todo ello se articula con naturalidad y respeto, nunca de manera forzada e inquisitiva, cosa que persiguen, no sólo las administraciones que dirigen el cotarro, sino toda una serie de trepas, léase editoriales de cualquier pelaje, que han visto en este asunto un filón para enriquecerse a manos llenas.
No son pocos los libros con títulos en la línea de “La vecina negra de Pablito” o “El corro de la patata de las mil razas”, lo difícil es encontrar publicaciones que, aparte de tratar el tema con cierta dignidad, tengan la suficiente calidad literaria como para recomendarlos en un lugar como este. Así que hoy dejo la LIJ patria a un lado y me decanto por otros títulos procedentes de esos EE. UU de Norteamérica que muchos odian porque sí.
Los libros de Rachel Isadora o The snowy day de Ezra Jack Keats son títulos ya clásicos dentro de la LIJ estadounidense que tratan de un modo elegante y responsable la variedad de razas y religiones que se pueden dar en la sociedad actual, cosa sobre la que esta nación nos lleva muchos años de adelanto.

viernes, 18 de febrero de 2011

Pintando pájaros...


Con un pincel de pelo de camello
pinté un pájaro.
Soplé tres veces al aire
y el pájaro salió volando.
Lo sorprendió en verano:
picoteaba el corazón de todas las frutas.

Con un pincel de pluma de pájaro
pinté un camello.
Di tres golpes en la tierra
y el camello salió andando.
Lo sorprendió el invierno:
nevaba sobre la punta de su joroba.

Roberta Iannamico.
Animales pintados.
En: Poemas con sol y son.
Ilustraciones de Vicky Ramos.
2001. Coedición Latinoamericana.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Grandes figuras de la ilustración de LIJ (VI): Apel.les Mestres







Y para finalizar este periplo por los grandes personajes de la ilustración infantil de finales del XIX y principios del XX, nos acercaremos a la vida y obra de un español, ese que da nombre a uno de los premios decanos en el álbum ilustrado nacional, Apel.les Mestres, artista polifacético dedicado al dibujo y la ilustración gráfica, la escritura o la música.
Apel.les Mestres y Oñós nació en Barcelona en 1854. Hijo de Josep Oriol Mestres, arquitecto que intervino en obras como la catedral y el Gran Teatre del Liceu, cursó el bachillerato en un colegio francés y más tarde en Llotja. Discípulo de pintores como Antoni Caba, Lluís Rigalt, Claudio Lorenzale y Ramon Martí i Alsina, pronto mostró gran afición por la caricatura.
Tras realizar numerosos viajes alrededor de España, Francia, Suiza e incluso Japón, entrando en contacto con los círculos culturales y artísticos, comienza en 1874 un álbum de dibujos titulado Libro verde, una especie de dietario con apuntes del natural: impresiones, retratos, actitudes humanas, indumentarias, detalles arquitectónicos o paisajes rurales. A partir de 1877 colabora en revistas catalanas y nacionales como La Luminaria de Nueva York, donde edita su primera historieta conocida hasta ahora, en La Campana de Gràcia, revista republicana, trabaja como dibujante de caricaturas y sátiras, y renueva incluso la cabecera, en la L'Esquella de la Torratxa, comienza a firmar con el anagrama compuesto de sus iniciales que tanto lo identifican, en La Publicitat, Avance, La Ilustración, La Tomasa, El Globo, La Velada, El Siglo, Blanco y Negro, El Gato Negro o Madrid Cómico.
El 1882 reúne en un libro, Cuentos vivos, las tres primeras historietas más o menos largas dibujadas y escritas por un autor a nivel español.
En 1885 se casó con la parisina, Laura Radénez, con quien no tuvo hijos. Un año más tarde abandonó la escritura a causa del agravamiento de una enfermedad que padecía desde hacía tiempo. El 1898 se recluyó con su esposa en una torre del pasaje Permanyer donde vivió dedicado a cuidar un jardín lleno de hortensias, hecho que le valió el título de “rey de las hortensias”.
En 1912 tuvo que abandonar el dibujo a causa de una afección a la vista. En 1914 se quedó casi ciego, lo que le obligó a dejar el dibujo y prácticamente la escritura, hasta que unos años más tarde, publicó canciones que le hicieron recuperar una gran popularidad
En 1920 muere su esposa Laura, a la que dedicó dos libros, y durante la madrugada del 19 de julio de 1936, recién iniciada la guerra civil, fallece él, siendo enterrado en el cementerio de Montjuic.
Fue investido con el título de maestro en gayo saber en 1908 al ganar tres premios ordinarios de los Juegos Florales, condecorado con la Croix de la Legión d'Honneur del gobierno francés por su actuación a favor de los aliados (1920) y con la Medalla d'Or de la ciudad de Barcelona (1935).
Apel.les concebía el libro como objeto de arte global, que le permitía escribir poemas, ilustrar los mismos, poner música, cuidar la calidad del papel, del color de la cubierta, de la distribución de la página, de las filigranas, de las orlas, de las letras, y del diseño de la encuadernación del libro. Ilustró gran cantidad de libros entre los que destacan Vobiscum, con ilustraciones de espíritu medieval propias de los incunables , y Liliana donde la técnica realista se sirve de la fantasía. Por estos dos libros se considera precursor de los modernistas e impulsor del diseño editorial, reivindicando la categoría artística de la figura poco considerada socialmente del dibujante. Sin duda, la obra gráfica de Mestres es una referencia obligada para conocer los orígenes del cómic español.