Por mucho que lo intente, ya no estoy en la onda. No solo yo, cualquiera que sobrepase la barrera de los treinta se queda obsoleto. Y si no me creen, solo tienen que pasarse por el patio de un instituto. Oirán palabras desconocidas, actitudes que les parecerán de otro planeta, estilismos imposibles y costumbres que nunca antes habían visto.
Uñas pintadas para todos, casi nadie fuma tabaco, ambiciones monetarias, mucho brebaje estimulante, y ropa oversize a troche y moche. Un golpe de realidad que nos avisa de que el ideario que sostenía nuestra juventud ha ido cambiando gracias a una omnipresente tecnología, unos estereotipos sexuales cada vez más difusos, otras formas de sociabilización, nuevos universos familiares, o demasiado asfalto, ladrillo y cemento.
Es lo que hay. La cosmovisión ha mutado y tenemos que admitirlo, incluso en el aspecto literario. Por ello debemos agradecer iniciativas como este romancero. Tan actual, como clásico, en él se mezcla la realidad más cercana con los recursos poéticos del pasado. Estarcidos, octosílabos, rimas a pares, y mucho ojo clínico. No se lo pierdan. He dicho.
He bajado a la piscina
donde suelo bajar yo,
donde se bañan mis primas,
mis amigos y un señor,
donde van todas las madres
a tener conversación,
donde hacen los más pequeños
cursillos de natación.
La piscina está cerrada,
que no la han abierto hoy, no,
porque ya llega el otoño
y el tiempo ya refrescó.
En medio de la piscina
algo llama la atención:
tres patitos se bañaban
sin recelo y sin temor.
Debieron llegar del río
volando sin precaución;
debieron ver la piscina
y sin duda les gustó.
Nadie se lo imaginaba
si no lo contaba yo:
que un estanque de patos
la piscina se volvió.
Iba a contárselo a todos
cuando un patito me vio;
se lo dijo a sus hermanos
y él enseguida voló.
Alzaron los tres el vuelo,
cada uno a cual mejor.
Ya se volvieron al río.
¿A quién lo contaré yo?
Si se lo cuento a mi madre,
dirá: “¡Qué imaginación!”.
Si se lo cuento a mi padre,
se creerá que es invención.
Si se lo cuento a mi hermano,
a mi hermanito menor,
no entenderá lo que digo
porque es más chico que yo.
Mejor es que me lo calle
y solo lo sepa yo.
Les guardaré su secreto
si los veo en otra ocasión.
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