Los humanos, cuando alcanzamos cierta edad, nos ponemos imposibles.
Aunque hay que reconocer que algunos son más impertinentes que otros, la mayor parte de los profesionales consagrados (¿o sagrados?) se reconocen el derecho de la omnipotencia frente a los principiantes. ¿O será una tara exclusiva del profesorado de educación secundaria?
Observo con relativa frecuencia que los docentes más experimentados suelen tratar a sus colegas menos trabajados (véase mi caso) con desdén y desprecio. Curioso entretenimiento éste si tenemos en cuenta que, la mayor parte de estos profesionales, cantan a los cuatro vientos las bonanzas de sus licenciaturas y otros estudios superiores, sobre lo que me meo exhibiendo mi “mala educación”, pero con mucha gracia, que tiene más mérito que la que ellos destilan a secas.
Lo más cachondo es que, los mismos cretinos que te denigran por tu condición de aprendiz, abogan por la destrucción de los pedestales. Lo que la necedad y la soberbia dan de sí es inimaginable…
Lo siento, tengo una espinita clavada (sobre la que no voy a dar detalles no sea que vaya a autodestruirme en un monumental caos dialéctico), y precisamente no se debe a que en mis ratos libres me dedique a podar rosales (cosa que hago de vez en cuando)…
Con tal de apaciguar la ira me he buscado la compañía de Adrian Mole y su diario secreto[1], que siempre viene bien una sobredosis de sinceridad y buen humor. Quizá muchos no lo conozcan pero el diario novelado creado por Sue Townsend fue uno de los más leídos y vendidos de la Literatura Juvenil en las décadas de los ochenta y noventa (cuando todavía se leía algo…). Adrian Mole es un adolescente que está hasta los mismísimos de sus padres, del perro y del acné, pero que sobrevive a todo ello gracias al amor… Casi como yo.
Les dejo con un extracto que seguro les hace reír. Y no olviden tratar con decoro a los aprendices.
[…] Miércoles 14 de enero
Me he hecho socio de la biblioteca. Tengo El Cuidado de la Piel, El Origen de las Especies, y un libro de una mujer de la que siempre está hablando mi madre. Se llama Orgullo y Prejuicio, de una mujer llamada Jane Austen. Noté que la bibliotecaria se quedaba impresionada. A lo mejor es una intelectual, como yo. No me miró el grano, así que a lo mejor se va haciendo más pequeño. ¡Ya va siendo hora! […]
Aunque hay que reconocer que algunos son más impertinentes que otros, la mayor parte de los profesionales consagrados (¿o sagrados?) se reconocen el derecho de la omnipotencia frente a los principiantes. ¿O será una tara exclusiva del profesorado de educación secundaria?
Observo con relativa frecuencia que los docentes más experimentados suelen tratar a sus colegas menos trabajados (véase mi caso) con desdén y desprecio. Curioso entretenimiento éste si tenemos en cuenta que, la mayor parte de estos profesionales, cantan a los cuatro vientos las bonanzas de sus licenciaturas y otros estudios superiores, sobre lo que me meo exhibiendo mi “mala educación”, pero con mucha gracia, que tiene más mérito que la que ellos destilan a secas.
Lo más cachondo es que, los mismos cretinos que te denigran por tu condición de aprendiz, abogan por la destrucción de los pedestales. Lo que la necedad y la soberbia dan de sí es inimaginable…
Lo siento, tengo una espinita clavada (sobre la que no voy a dar detalles no sea que vaya a autodestruirme en un monumental caos dialéctico), y precisamente no se debe a que en mis ratos libres me dedique a podar rosales (cosa que hago de vez en cuando)…
Con tal de apaciguar la ira me he buscado la compañía de Adrian Mole y su diario secreto[1], que siempre viene bien una sobredosis de sinceridad y buen humor. Quizá muchos no lo conozcan pero el diario novelado creado por Sue Townsend fue uno de los más leídos y vendidos de la Literatura Juvenil en las décadas de los ochenta y noventa (cuando todavía se leía algo…). Adrian Mole es un adolescente que está hasta los mismísimos de sus padres, del perro y del acné, pero que sobrevive a todo ello gracias al amor… Casi como yo.
Les dejo con un extracto que seguro les hace reír. Y no olviden tratar con decoro a los aprendices.
[…] Miércoles 14 de enero
Me he hecho socio de la biblioteca. Tengo El Cuidado de la Piel, El Origen de las Especies, y un libro de una mujer de la que siempre está hablando mi madre. Se llama Orgullo y Prejuicio, de una mujer llamada Jane Austen. Noté que la bibliotecaria se quedaba impresionada. A lo mejor es una intelectual, como yo. No me miró el grano, así que a lo mejor se va haciendo más pequeño. ¡Ya va siendo hora! […]
[1] TOWNSEND, Sue. 1985. El diario secreto de Adrian Mole. Edad 13 ¾. Barcelona: Círculo de Lectores. 206 páginas. Traducido por Manuel Saénz de Heredia. ISBN: 84-226-1931-8.
6 comentarios:
¡Me encanta ese libro! En clase de inglés, en el instituto, nos fotocopiaron un par de capítulos y lo busqué para leerlo entero (creo que fue lo primero que me leí en inglés, de hecho). Está escrito con mucho humor y muy poca ñoñería. Creo que hay una segunda parte, pero no me he animado...
No se enfade profesor, los granos y la soberbia son siempre un fastidio...
Creo, aseguro que de literatura sabrás bastante, pero tienes toda la pinta de ser el típico listillo. Quizás no típico, pero listillo al fin y al cabo y un poco soberbio.
Agradezco los tres comentarios, sobre todo el tercero... Siempre se agradecen las curas de humildad, aunque lo sería más todavía, si el comentario no se escondiese tras un anónimo más.
Un saludo
El diario de Adrian Mole es uno de los libros más divertidos para jóvenes que he leído. Sabe reflejar lo que siente un chaval en esas edades con un toque de humor perfecto. Yo lo sigo recomendando a los chicos.
Me ha gustado tu blog, seguiré viniendo por aquí
Hazle caso a Fito:" No es bueno siempre hacerse de enemigos, que no esten a la altura del conflicto, que creen que hacen una guerra y se hacen pis encima como chicos" Siempre existiran los come titulos, los que creen que si tienen 4 diplomados, 3 doctorados y 5 especialidades son más que los que estamos comenzando...Sólo son docentes sin almas,(claro no todos) Pero en muchos casos son zoombies con medallas ambulantes. Cuando comence a trabajar hace 10 años, siendo profesora, hise amistad con Encarnación, una maestra rural con toda una vida entera dedicada a la docencia, no poseía titulo universitario, se habia graduado como bachiller docente. Buenisima maestra, amorosa y entregada a la causa de enseñar.
Sería bueno conseguir el diario de Adrian...A muchos jovenes les hace falta un poco de su astucia.
Saludos y gracias por la recomendación del libro.
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