Estaba esperando que El
libro sin dibujos de B. J. Novak se editara en castellano (ya
apunté hace cosa de un año AQUÍ, la necesidad de traducirlo a
nuestro idioma, algo de lo que se ha encargado la editorial Timun
Mas), para hacerme una pregunta: ¿Son necesarios los ilustradores en
la LIJ?
Si atendemos a los
resultados que este libro ha tenido entre los lectores infantiles de
habla inglesa, podríamos afirmar rotundamente que NO (¡Asústense!... je, je, je). Otra cosa es
que nos pongamos a hurgar más profundamente (yo no sé si podré
escarbar mucho, dado que tengo una buena tanda de exámenes que
corregir...) y veamos que la respuesta no debe ser tan categórica.
Desmenucemos el asunto...
El autor (una de esas
personas un tanto polifacética) llama la atención del público
utilizando un doble juego en un formato singular... Por un lado
supone un desafío para el lector y el editor el tenerse que
enfrentar a un libro “diferente”, “difícil” o “poco
comercial”, y por otro, decide darle un valor extremo a la palabra,
volver a la literatura pretérita, defender la esencia literaria,
llamando la atención de la sociedad y exclamar que nos estamos
alejando del lenguaje verbal para acercarnos a otro tipo de lenguajes.
También hay que apuntar
que, a pesar de prescindir de las ilustraciones, el editor no ha eliminado
totalmente la imagen en esta obra, ya que, cuando abrimos lo abrimos,
nos encontramos con diferentes tipos de tipografía (para ser más
exactos las familias Sentinel, Gotham y Visitor BRK Ten Pro), con otra serie de
símbolos (véase la escritura musical), así como un variado uso en el
tamaño de la letra y el juego de colores (negro, rojo,
azul o naranja), lo que nos viene a decir que también busca cierto
lenguaje visual que conecte con el lector (algo similar a lo que
haría un orador o narrador con sus oyentes mientras cuenta una
historia dramatizada) y que, aunque se aproxime más al diseño que a
la ilustración, se puede traducir en una intentona de lenguaje
artístico.
Pese a ello, Novak
consigue su propósito y nos (al menos a un servidor, no sé a
ustedes...) hace cuestionarnos muchas cosas... ¿Hemos abandonado la
verbalidad en pro de otros formatos menos enriquecedores? ¿Nos
distraen las ilustraciones de la verdadera esencia del libro? ¿Es
más libre el lector cuando no encorsetamos su respuesta frente a los
estímulos verbales?
Creo firmemente que en
ciertas ocasiones la imagen trastoca profundamente el sentido
literario de las cosas, léase como ejemplo la gran influencia de la
estética Disney© en la
percepción de algunos cuentos de hadas por parte de los niños, como
Blancanieves o La sirenita, y obras clásicas como La
bella y la bestia y Peter Pan y Wendy... (¿Qué
niño/joven de hoy día piensa en Pinocho tal y como lo
concibió Collodi?...).
También pienso que
actualmente hay un exceso de cultura visual y que el encumbramiento
de la imagen empieza a limitarnos más de lo que convendría, sobre
todo a la hora de interpretar los mensajes verbales (miramos más que
leemos y eso, a veces, no es bueno, sobre todo si se trata de un
certificado de Hacienda o de la citación en un juzgado...).
Hay que apuntar además
que el uso de las ilustraciones no es la única estrategia de apoyo a
la hora de mediar por y para el libro, sino que la oralidad, la
escritura, la lectura en voz alta, o compartir las experiencias de
lectura entre iguales, también desempeñan un papel fundamental en
todo el proceso, por lo que no estaría de más diversificar los
productos destinados a los primeros lectores, algo por lo que aboga
Novak con este libro lleno de blancura, humor y ligero sarcasmo.
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