No son pocos los
monstruos que me han reprochado en algunas ocasiones que reseñe o
incluya en mis selecciones libros que, a su juicio, no son muy
sobresalientes y que consideran más bien mediocres. Siempre que me
lo permiten, les rebato el argumento diciéndoles que está
obnubilados por este mundo consumista y que confunden lo mediocre con
lo modesto, es decir, suelen (solemos, que uno no es de piedra...)
mezclar los términos “buen libro” y “libro bien editado”. ¡Y
de eso va el post de hoy!
Es cierto que la edición
es una parte verdaderamente importante de un libro o álbum ilustrado
redondo, como bien dije AQUÍ , pero no todo es tan obvio y hay
que apuntillar un poco para concretar ciertas cuestiones... Lo primero
es darle un tirón de orejas a muchos editores que se valen de la preciosista (o bonita) edición para vender productos mediocres.
Seguramente porque son pocos consumidores/lectores que se dan cuenta
de ello debido al exquisito envoltorio en el que se presentan. Cajas
de bombones, frascos de perfume, paquetes de chicles..., todo lo que
se encuentra a la venta tiene un componente estético dirigido a un
público determinado, entra por los ojos y ¡voilá!: soltamos la
pasta. Es por ello que hay que discernir entre contenido y
continente, no sea que con tanta imagen y edición, nos vendan humo a
precio de oro.
En segundo lugar me
gustaría llamar la atención sobre lo que yo llamo los
“libros-objeto”, un fenómeno que surge de elevar a la enésima
potencia la edición para dejar a un lado el fin mismo del libro: el
lenguaje textual y/o ilustrado, algo que lleva a muchos lectores a
confundir un libro bien editado con esto (no todo lo que está hecho
de papel es un libro en el sentido estricto de la palabra). Como
ejemplos puedo citar los pop-up decorativos o algunos libros que da
pena abrir.
También hay que hacer
una defensa de todos aquellos buenos libros que serían excelentes si
se hubiera cuidado su edición mucho más. Claro está que también
hay que apelar al sentido común, y decir que no somos nosotros
quienes ponemos el dinero sobre la mesa. Debemos comprender que
muchas editoriales están limitadas tanto en medios, como en
presupuesto, y no pueden subrogarse por entero a la maquetación, el
diseño, la tipografía, el papel, la impresión, el cartón y otros
detalles que conllevan un coste más elevado del proceso. Por otro
lado tengo que destacar la labor que muchas de estas empresas
desarrollan dentro del mundo editorial ya que, si no fuera por ellas,
muchos proyectos personales que no tienen cabida dentro de las
grandes y conocidas, y que han sido desechados por diversas razones,
no verían nunca la luz y se empobrecería el espacio LIJ.
Por último quiero decir
que lo ideal en un álbum ilustrado es que el contenido y la edición
se acoplen como un efectivo engranaje para moverse al unísono, algo
que pocas veces ocurre pero que, cuando sucede, da lugar a obras como
Álbum para días de lluvia, de Dani Torrent y editado en
castellano por Bonito Editorial; un libro de buena calidad que nos
cuenta la historia de un niño que recoge momentos cálidos y
luminosos para cuando llegue el tiempo gris y que hoy les traigo como
ejemplo de simbiosis entre historia honesta y buena edición. ¡Que bien vale una
mención!
1 comentario:
¡¡Cuánta razón en tus palabras!!. Gracias por esta entrada.
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