Buscando una pizca de
distracción para el intelecto, encontramos remansos de paz (o
divertimento) para todos los gustos. Los hay que prefieren un
apartamento a la orilla del mar (para tenerlo cerrado todo el año,
sobre todo...), aquellos que, alejándose del mundanal ruido (pero
con wifi y 3G, necesidades básicas que no falten), se agencian una
casa en mitad del campo, otros que gustan de probar todos los hoteles
de las grandes capitales (aunque no bajen ni a la puerta de la
calle), y los de más allá, esos que no pueden pasar sin ir a su
pueblo un fin de semana (¡Qué esclavitud!), también tienen su
sitio de recreo. A pesar de estas opciones y muchas más que incluyen
balneario y spa, un servidor prefiere usar los libros a modo de
ladrillos e ir levantando -desde hace ocho años- esta gran casa que
ha dado, da y dará abrigo a la Literatura Infantil.
Aunque la fachada
necesita una mano de pintura (Son ya unos cuantos años sin lavarle
la cara al diseño de esta página. Lo sé, pero no tengo muchos
medios ni excesivo tiempo), las líneas poco han cambiado. Libros
ilustrados a gogo, estudios literarios de andar por casa, opiniones
personales, curiosidades lijeras, ecos de actualidad, selecciones
temáticas, citas importantes, enlaces a otras páginas de interés,
tontunas y divertimentos varios, son el santo y seña de un espacio
que, a pesar de hacerse un hueco en el universo de los libros para
niños, aglutina otras visiones, otros pareceres.
Empecé la casa por la
ventana, por el escaparate virtual en el que mostrar los libros que
incluía en las charlas que fui dando por distintos CPRs (los Centros
de Profesorado y Recursos) de La Mancha, animado por Amparo, mi
bibliotecaria favorita; pero pronto creí en la necesidad de hablar
sobre lo que me inspiraban esos libros, de qué hablaban, de
dignificar el género del álbum ilustrado, de ejemplificar bajo mi
punto de vista lo profundo de sus mensajes, de destacar su hondo
valor literario, de su capacidad para sintetizar el pensamiento y la
cultura -clásica y/o contemporánea- a través de la fusión de los
lenguajes verbal y artístico.
Quizá muchos gusten de
destripar libros sin ton ni son, de dar a entender lo sabios que son,
de decir lo que se debe leer, lo que no, de si es más lícita la
árida lectura de El astrónomo de Whitman que esa tan
bellamente ilustrada por Loren Long... Yo prefiero leer en silencio
El señor conejo y el regalo perfecto de Charlotte Zolotow y
Maurice Sendak (Corimbo) y pensar hacia dentro que los libros no son el presente que recibimos, sino que el obsequio personal e intransferible es el reflejo que en ellos vemos de una manera u otra, independientemente de su
intencionalidad, de su fin e ideario. Una transcripción de la
realidad que vivimos, de sus luces, de sus sombras. Mis reseñas no
son reseñas (ya he hecho muchas para terceros y que jamás he
firmado), son la interpretación de las palabras, las que me
inspiran. Y eso es el mundo. Soy un hombre que lee libros para niños
y mira la vida a través de ellos, que al fin y al cabo, es lo que
hace cualquier lector.
Es por ello que, de entre
todos los lugares que habito, este es el mejor. Gracias por
construirlo conmigo. Gracias por hacer que siga creciendo.
2 comentarios:
Una bonita casa de muchas habitaciones llenas de libros. Que no sigas invitando a ella por muchos años.
Una bonita casa de muchas habitaciones llenas de libros. Que no sigas invitando a ella por muchos años.
Publicar un comentario