miércoles, 29 de junio de 2016

De paseo por uno mismo


A pesar de la democratización del deporte (ya saben ustedes que hace unos años, la hípica o el esquí no estaban al alcance del populacho) y los hábitos de vida sana y saludable a los que nos abocan los medios de comunicación, la actividad física que más me convence es el paseo. No porque los traumatólogos estén llenos de atunes treintañeros que destrozan sus articulaciones a base de carrera de fondo y bicicleta (tengo en alta estima tendones y ligamentos..., necesito que duren el mayor tiempo posible,,,), sino porque el paseo, nos ayuda a disfrutar de lo que nos rodea a una cadencia ideal, a una velocidad que es la nuestra; sin ese ritmo vertiginoso que últimamente nos llena el cerebro de necesidades innecesarias y que nos permite pensar dejando a un lado la gravedad a la que nos acostumbran agoreros y trágicos.


Aunque me gustan los paseos en grata compañía, también son necesarios los caminos solitarios, esos en los que te evades de lo personal y te empapas de lo cotidiano. Por un lado miras el mundo pasar y por otro lo contemplas desde otra perspectiva más lúdica. Sonríes ante lo repetitivo del tiempo, por los resultados electorales, por la seriedad con la que algunos pasan, por la ligereza con la que otros pisan la tierra. También sonrío ante la estupidez humana, por nuestros miedos y complejos, de las sorpresas luminosas que te dan los amigos, del aprecio correspondido por los alumnos, de los regalos que nos hacen los desconocidos y de los besos que mendigamos.


No olviden que también es necesario hacer un alto en el camino, sentarse en un banco bajo la sombra de los tilos, y escuchar a los pájaros, las risas de los chavales, las conversaciones ajenas, o, absorto, ver gente, mucha gente pasar. Me entretiene ver a los demás, observarlos y jugar a las adivinanzas. Quizá muchos lo vean como una sandez, pero si les soy sincero, los parques y las calles me han abierto más la mente que cualquier otra cosa, no sólo por las sobredosis de realidad que te propinan (siempre superan a la ficción), sino porque avivan tu imaginación y te proporcionan argumentos y personajes con los que acompañarte.


Algo similar ha debido pasarle a Nono Granero cuando le dio forma a su ¿Un paseo?, un simpático libro editado por La Guarida Ediciones en el que René y Botón se pierden entre los muchos muchos recovecos que forma, no sólo la ciudad, sino el mundo.


1 comentario:

Rocío Antón dijo...

Gracias, ha sido todo un placer leer esta entrada y estoy convencida de que el libro de Nono no me defraudará, nunca lo hace. Gracias también por descubrirme este título