lunes, 9 de octubre de 2017

Poderoso caballero es Don Dinero


En cierta ocasión no-sé-quién me dijo que en las guerras contemporáneas occidentales decían poco los tiros y mucho el boikot. No recuerdo muy bien quién me lo susurró, pero empiezo a creer que tenía razón, más todavía cuando argumentaba que en un sistema capitalista como el que nos abduce tenía más sentido lo racional que lo visceral, y la gente las pasaba más canutas sufriendo la miseria prescindiendo de las comodidades y servicios que se habían erigido como imprescindibles o vitales, que desangrándose en las trincheras.


Aunque la hipótesis necesitaba cierta revisión (el ser humano tiene mucho de animal y eso de la violencia y pegar dentelladas le vuelve loco), he ido constatando con el paso de los años que los estados modernos y sus cruentas batallas se libran más en la bolsa y en los cajeros automáticos que con tanques y bombazos. No sé si será porque ya estamos más muertos que vivos y preferimos perder nuestro sitio en el mundo a satisfacer el hedonismo con muchas endorfinas, pero está claro que lo que más nos jode es la cartera aún cuando la tenemos llena.


Si atendemos a nuestras prioridades vitales, los zombis se agudizan cada vez más y como muestra unos cuantos botones. Muchos prefieren comprar una botella de aceite marca “La cabra” a olvidarse del gimnasio un mes; ¿Que mi crío tiene que hacerle una recarga al móvil? Se acabaron las frutas y verduras en esta casa; ¡Uy, este mes no hay para calzones, que nos hemos dado de alta en la tele por cable!... Y una tras otra, estas realidades nos van convenciendo de que cada día somos más gilipollas, algo que saben inversores, bancos y multinacionales. ¿Que algunos saben la forma de no caer en sus redes? Pues que me expliquen tan revolucionaria fórmula porque a día de hoy, hasta los más rojos pueden ser poco consecuentes con sus ideas y acciones. Se lo digo yo, que aun siendo conformista y austero como el que nadie, pico en el anzuelo de esas pseudo-necesidades.


Por muy “trash” y “underground” que nos creamos, por mucho que reciclemos y reutilicemos, por mucho que nos contengamos, el sistema termina por crearnos nuevas y variopintas soluciones a nuestros requerimientos para aflojarnos el bolsillo y que los ricos sean más ricos y los pobres, aunque sin un duro, nos creamos contentos.


Para que vayan pensando en una solución al respecto (confío en sus cabezas bienhechoras) aquí les dejo con dos libritos bastante interesantes. De los poquitos que tratan la cuestión económica por estos lares y que considero muy, muy necesarios ya que el niño está inmerso en el mismo sistema que cualquier adulto y necesita conocer las implicaciones que esto tiene, tanto para él, como para el resto (seguramente será de las pocas cosas verdaderamente “democráticas” que existan).


El primero es El dios dinero una serie de fragmentos extraídos de la obra de Karl Marx, Manuscritos económicos y filosóficos de 1884 acompañados por las ilustraciones del siempre simbólico e inspirador Maguma, y editado en forma de acordeón por Libros del Zorro Rojo. En él y en palabras del pensador se hallan puntos esenciales para la crítica del capitalismo imperante en el último siglo y pico y que pueden servir a niños y adultos como punto de partida para buscar soluciones.


El segundo es un álbum de Afonso Cruz que cómo no, se titula Capital. En este libro sin palabras (¡lo que me gusta a mi un libro de imágenes!) editado por Juventud, aunque igualmente crítico, me resulta bastante informativo ya que de mediante la secuencia de imágenes explica el camino de las monedas desde que salen de la hucha y sus múltiples destinos. Es decir, un flujo de dinero que, bastante realista, puede resultar ilustrativo para explicar a los niños como funcionan las finanzas, sus pros y contras.
Y sin más, les dejo, que hoy me toca ir de bancos. ¡Que Dios me asista!


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