El Enrique está deseoso de que la selección pierda el
mundial. No es muy partidario de que estemos costeando los vaivenes de una
mafia que nos da pocas alegrías (si tenemos en cuenta que sólo hemos ganado tres
campeonatos de Europa y un mundial, y además lo comparamos con los éxitos que nos
dan otras selecciones con un presupuesto cien veces menor, el asunto nos ha
salido poco rentable para las millonadas que nos gastamos).
Coincidan o no con su punto de vista, les confieso que, personalmente,
lo de la selección de balompié me divierte e indigna a partes iguales. Como
muestra el botón de ayer… Que si el seleccionador es un impresentable, que si
es un pesetero, que si Florentino es desleal a su país, que si el seleccionador
no ha estado muy avispao, que no tiene talante conciliador, que si yo le aplaudo,
y un largo etcétera de gilipolleces más.
Señoras, señores, si todavía no se han percatado de que el
fútbol es un negociazo. Como la política, el armamento o las vacunas, cualquier
cosa que sea un foco de atención para las masas, es susceptible de ser rentable
para los que manejan el cotarro. Es por ello que yo no presto atención a las
polémicas como la de ayer. Simplemente me las tomo a chanza. ¿Y cómo me las iba
a tomar si no? ¿Qué me dicen de semejantes protagonistas? Sobreactuados,
copiosos, beligerantes... ¿Pa’ qué? Pa’ na. No ofrecen ninguna credibilidad, más
todavía cuando entiendo que hay una serie de intereses que moldean una tarta de
la que cada uno quiere disfrutar a su manera.
Ya veremos cómo termina este culebrón sin mala de
peluquería, quizá no pasen de la liguilla, quizá suene la flauta… Lo único
seguro es que este es sólo el primero de los muchos castillos de fuegos
artificiales que nos va a proporcionar la roja durante los próximos días. Lo
mejor que pueden hacer es coger las últimas entregas de las aventuras de nuestros
agentes de inteligencia patrios, Mortadelo y Filemón, que, ¡cómo no!, llevan por
título Mundial 2018 y Especial Mundial 2018, y mientras se
echan unas risas, esperan a que se desarrollen los acontecimientos.
A ustedes, que como El Francis (un compañero de trabajo
modernito con el que conspiro de vez en cuando), me dirán que prefieren viñetas
más sesudas que las de Francisco Ibáñez, más les valdría dejarse de rollos y
disfrutar del salero que tienen este par de agentes de la T.I.A., más que nada
porque son la mejor caricatura del mundo del fútbol, sus actores y entresijos.
Y si no se lo quieren tomar así, sólo les recomiendo agarrarse ¡que vienen
curvas!
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