jueves, 10 de octubre de 2024

La experiencia es un grado


Si la paciencia es la madre de todas las ciencias, la ignorancia es la madre del atrevimiento. Y si no, que se lo digan a cualquiera de los enteraos que abarrotan este país de cuñados. No teníamos bastante con ellos que ahora, las redes sociales, unos lugares en los que aprovechando el formato (espacios con poco debate donde la réplica no es en absoluto efectiva) se pueblan de todo tipo de cantamañanas que buscan notoriedad a base de ego superlativo.


Y es que hay gente que ha nacido para vomitarle al mundo lo listos que son. Porque han hecho muchos cursos del INEM, porque ganan mucho dinero, porque les han regalado una cátedra, porque trabajan detrás de una barra, porque no les han prestado la suficiente atención cuando eran pequeños o, de tanto agasajo, se lo han creído. ¡Hay tantas razones para ser listo!


No es más inteligente el que nos deslumbra con su capacidad para recordar fechas, nombre o datos, tampoco lo son quienes, en aras de enfrentarse a su escasa capacidad de socializar, se refugian en templos del saber, ni siquiera los que, para alimentar sus apetitos intelectuales, acuden a todos los cursos de la universidad (incluida la popular). La mayoría de las veces, esto del conocimiento tiene que ver más con la capacidad para relacionar todos los saberes y actuar en consecuencia lógica, que obcecarse en repetir a modo de papagayos los mantras que nos ofrecen los libros. Sí, amigos, la experiencia es un grado, más todavía la personal e intransferible, que las vidas de otros, aunque interesantes, tienen un tope.


Lo dicho, en lo que a sabiduría se refiere, prefiero diablos viejos, que sabios inexpertos. Algo que me lleva hasta Panthera tigris, un álbum con texto de Sylvain Alzial, ilustraciones de Hélène Rajcak y publicado por Kalandraka. En él se nos cuenta la historia de un hombre muy sabio que entierra su cabeza en los libros para empaparse con todo lo que rodea a la anatomía, la dieta, las costumbres y el hábitat del tigre de Bengala, una fiera que habita las selvas tropicales. Cuando ya cree que lo sabe todo sobre esta especie de felinos, se presenta en la India y, con ayuda de un guía nativo, se dispone a conocer de primera mano a este animal legendario y feroz…


Basado en las enseñanzas del maestro bengalí Swami Prajnanpad (1891-1974), este libro se enriquece con tensión, suspense y muchos recursos paródicos que nos arrancan una sonrisa. Poco a poco, el lector se divierte viendo cómo el protagonista, obviando una evidencia conocida por todos, da rienda suelta a la estupidez más ignorante. Amenizado con unas ilustraciones a caballo entre la infografía de la no ficción y el relato ficcional, nos traslada a un universo donde la pumilla y los colores flúor construyen una selva misteriosa y desconcertante.


Guardas peritextuales, una contratapa deliciosa, juegos tipográficos y una frase que nunca se termina son un engranaje estupendo para darle vidilla a un libro que debería regalarse a todos los que terminan una carrera y destacar esa lección tan importante que reza: de lo que veas, la mitad creas y de lo que leas…

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