lunes, 31 de mayo de 2010

El señor de las moscas


Si creían que iba a pasar del largo sobre la tanda de “medidas de austeridad” del Gobierno, se equivocaban. Simplemente era una pequeña demora para terminar el libro de hoy y ofrecerles una crónica más apetitosa (me encanta la carroña y la naturaleza humana, lo siento). Si a ello añadimos el uñero con el que ha despertado mi pie derecho hoy, creo que esta noticia tendrá su éxito.
Sí, soy funcionario, de esos pudientes, como dice nuestro Gobierno, que manejan billetes a manos llenas. Y no les llevo la contraria, ya que el próximo mes me toca acercarme al banco unas cuantas veces: que si hipoteca, que si la contribución, el seguro del coche, una lavadora, media docena de sillas, la derrama de la comunidad y otras serie de facturas (¡menos mal que no tengo descendencia, si no me desangraban…). Será eso, que soy rico. Y como lo soy, no pienso acudir a eso que algunos llaman “huelga”, no sólo acogiéndome a lo que queda en mi cuenta bancaria, sino al dictamen con el que muchos votantes suelen acallar a los no votantes como yo, “luego no te quejes…” así que, prefiero que vayan ellos a desfogar que para eso tuvieron un presidente electo (N.B.: Si les dejan, porque tengo constancia de que en algunos lugares de trabajo de la Administración Pública ya están pidiendo declaraciones juradas de aquellos que tienen intención de no trabajar el día 8 de junio… ¡Aysssssss! Si es que estos socialistas no son buenos… Coartar un derecho constitucional, ¡Habrase visto!... ¡Menos mal que no les ha dado por coser estrellas de cinco puntas sobre la ropa!).
Siento si hiero su sensibilidad, pero eran de esperar los acontecimientos, ya que en esta dictadura del progresismo y la solidaridad (la hay de todos tipos: fascistas, chavistas, castristas, kirchneristas…), lo que prima es mantener un Estado subvencionado para unos a costa de parasitar a otros, en vez de tomar medidas para crear empleo y engrandecer nuestra dignidad (¿Se dan cuenta de la cantidad de gente joven que está terminando su formación y va a dar con sus huesos en la fachada del INEM…? Que la cola del paro y de los planes de empleo es muy dura, se lo dice un experto) y de paso, nuestra patria.
“Non ti preocupare”, zapatazos como este (son los pormenores de tener un apellido tan “oficioso”) eran de esperar sobre todo si proceden de una apariencia inofensiva…, porque, díganme: ¿Acaso la mente infantil del Jack de El señor de las moscas no se subyuga ante el poder absoluto en la isla? ¿Acaso su lanza no es capaz de atravesar cualquier palabra en desacuerdo?... Opinen lo que opinen sobre Jack, Ralph, Roger o Piggy, mi favorito sigue siendo Simón. Adivinen porqué.

Banda sonora original: De los malos. Elbicho.

viernes, 28 de mayo de 2010

Vacas...


Adoraba el sonido ritmico de la leche cayendo en el cubo..., cremosa, tibia. Nadie diría que fui nieto de un granjero que ponía nombres como Ceniza o Jilguera a sus vacas...

Como peso muchos kilos
soy un animal tranquilo.

En el norte vivo suelta
y puedo darme una vuelta.

Trasgo hierba y como pienso,
tengo un apetito inmenso.

Tanto ahora como antes
siempre he sido un rumiante.

Me miran mucho los perros
si llevo puesto el cencerro.

Si veo una mosca sola
la golpeo con mi cola.

En mi piel hay grandes manchas,
blancas y negras, muy anchas.

Una cosa me descubre:
lo grande que son mis ubres.

Mi familia es un tesoro,
y mi marido es el toro.

Nazca en mayo o en febrero
mi hijo siempre es un ternero.

Leche, mantequilla y queso;
sirvo para todo eso.

A Suiza o a Holanda,
siempre voy donde me mandan.

Si alguna no está delgada
dirán que es de mi manada.

Aunque esté atada a una estaca
no dejo de ser la …

Rafael Ordóñez Cuadrado.
Animales muy normales.
Ilustraciones de Susana Fernández Igual

2005. Madrid: Alfaguara

miércoles, 26 de mayo de 2010

Del álbum ilustrado español



Como hoy ando algo alterado y ladro más que hablo (¡malditas seáis, oposiciones!), he decidido ir al grano y dejarme de esos rodeos que, puntada tras puntada, desgranan lo más florido de mi vida personal, por lo que ¡agárrense que vienen curvaaaaaas…!
En una de las entradas de la semana pasada, afirmé que no sólo los alemanes o ingleses eran los únicos artífices de los buenos álbumes ilustrados… Sí, sí, ya sé que les encanta el topo de Wolf Erlbruch, los manchurrones de acuarela de Quentin Blake o el preciosismo de Quint Buchholz, pero uno también ha de defender el arte patrio y anunciar a los cuatro vientos las bondades del álbum ilustrado “made in Spain”, que para eso uno tiene su vena chovinista, ¡odo!
Hablemos de lo que hablemos, el problema del español es el de siempre, que no sabe darse el suficiente pábulo y crear un producto ampliamente publicitado (que bien mirado, también es un arte…), y eso que en cuestiones literarias y pictóricas tenemos un status dentro del Viejo Continente. Aunque así sea, les digo: No se sientan acomplejados mis queridos compatriotas ilustradores y escritores porque aquí, también hay tomate, ¡y del bueno!
Pese a ello les debo una disculpa, ya que muchas son las veces que dejo de lado el trabajo de los de aquí y me decanto más por el de los de allí, así que entono el Mea culpa y les hago una reverencia de reconocimiento y agradecimiento.
En cualquier caso, lo de hoy, más que una reflexión de viva voz, es casi una denuncia de lo que el otro día me aconteció… Andaba yo mariposeando de tomo en lomo, de estante a balda, cuando un pequeño libro arremetió contra mi curiosidad. Pertenecía a la colección de Sopa de letras, esa tan conocida de la editorial Anaya, y llevaba una pequeña banda de papel amarillo que rezaba Premio de Álbum Infantil Ilustrado “Princesa de Éboli” 2008, lo que llamó todavía más mi atención… Lo abrí y leí allí mismo, de pie. Y me encontré con un relato tan pequeño como gracioso, con unas ilustraciones animadas, absurdas y geniales, y lo mejor de todo: barato (toma nota Encarnita…). Sencillamente, El día que olvidé cerrar el grifo de Lucía Serrano, me chifló…, pero (siempre hay un pero) lo que no me parece nada correcto por parte de la editorial Anaya, es el formato en el que ha editado su libro (lo que no resta merito al haberlo editado… para el césar, lo que le corresponde), un formato que desluce considerablemente las ilustraciones, que no deja apreciarlas ni disfrutar de sus íntimos detalles… Decir como punto y final que, si esta obra la firmase Babette Cole, seguramente se hubieran cuidado más esos “pequeños” detalles.
¡Y que viva el libro-álbum español!

lunes, 24 de mayo de 2010

De lo humano...


-Ya no es lo que era o, probablemente, no lo parece…
- ¿Quién?
- El hombre… Menos misericordioso, más hermético, menos sensible, más sexuales, más endiosado, en definitiva, más humano que nunca...

Y llegados a este punto, cabe cuestionarse eso de “¿Hasta dónde llegaremos?”.
Sólo un cataclismo puede librarnos de esta degradación tan suculenta, que holla lo incomprensible. Y así vendrán otras guerras, otros mundos, para recordarnos lo mal que lo hemos hecho durante las últimas décadas.
Pensarán en qué bicho tropical me ha picado esta mañana, a lo que respondo que dos, una película y un libro, aunque de procedencia más nórdica, que desgrano a continuación.
La cinta blanca, filme muy alabado por la crítica, es de esas películas con gusto indescriptible, no como los buenos vinos, sino como los mejores vinagres. Larga y un poco flácida (a fin de cuentas sólo pretende contar la vida de un pueblecito alemán) aboga por explayarse en una cuestión bastante peliaguda: la educación como germen del belicismo. Tema canalla y que provoca cierta repulsa hacia este título del séptimo arte, me sugiere puntos en común con la realidad actual… Así que, vean y comparen.
Por otro lado esta esa “canción” (a veces los libros toman otra forma de arte…) con la que la editorial Los cuatro azules nos ha sorprendido esta primavera (de paso agradecería a estas editoras que facilitaran imágenes de cierta calidad sobre los libros que editan, porque me las veo negras para dar con ellas, de ahí que la imagen de hoy se refiera a la edición alemana)… Algo con lo que nadie había contado, de Marit Törnqvist, aunque parezca una obra dirigida a niños (tanto sentido metafórico puede parecer enrevesado al joven lector…, ¿alguien se atreve a establecer similitudes con la obra de Jimmy Liao?), se adhiere a ese mensaje que hoy forma parte de este blog: “¿Hasta donde nos llevará esta sociedad fuera de sí?”… Seguramente al mismo sitio de siempre, quizá a ninguno…, lo esperanzador es que todavía hay personas que andan contracorriente, que se preocupan por los demás, que creen en las casualidades, en lo hermoso de la vida.
De todos modos, no se aflijan, y sigan viviendo, es lo único que nos queda a fin de cuentas…

viernes, 21 de mayo de 2010

Terminar la semana con un beso


Y para terminar la semana con algo más de amor y gestos de complicidad, ahí les dejo con una tanda de besos que, aunque a veces suenen castos y puros, siempre esconden algo lúbrico que a muchos nos eriza el vello… Y... ¿por qué no? ¡Bésense este fin de semana!

- ¿Qué es aquello?
- Una cometa,
un destello,
un camino de luz.
Pide un deseo.
- ¿Por qué me miras con ojos traviesos?
- Porque le he pedido
que me des un montón de besos.

Txabi Arnal Gil.
Besos.
Ilustraciones de Julio Antonio Blasco.
2009. Barcelona: Pintar Pintar.

miércoles, 19 de mayo de 2010

L'amour...


Con estas temperaturas y con lo revolucionadas que andan las aulas, podemos considerar que la primavera ya ha llegado…, aunque no siguiendo la estela de otros años, es decir, pasito a pasito, que esta vez ha sido de golpe y porrazo, bruscamente, como una tormenta de verano. Y así ha pasado, que la libido de mis alumnos, más pingos y casquivanos que nunca, anda por la estratosfera (les confieso que casi rozando la mía, ja, ja, ja)… Aviso, por si no se han percatado, que no sólo los centros educativos están corrompidos de ese tufo a feromonas, sino que en cualquier callejón pueden darse de bruces con un par de tórtolos y arrumacos sin mesura, por lo que será mejor curarse de espanto y dejar que las artes amatorias fluyan estos días de calidez y olor a yerba segada…, quienes puedan, de eso no hay duda, porque los que andamos a dos velas, tenemos que conformarnos con eso que algunos llaman la sana envidia… o no, que en cualquier momento nos puede dar un aberrunto y echar al lazo a un/a buen/a mozo/a para que soporte las rondas nocturnas de esta o aquella guisa, que, ya dicen los viejos, siempre se encuentra roto para un descosido… Lo poco deseable es que no encajen como es debido, pero para eso, ya está la soledad, que siempre halla lugar donde quedarse. Y no nos pongamos melancólicos ni llorones, que se abatojan los ojos de lágrimas y no queda lugar para la risa…
Y como hoy celebro la llegada de Cupido a nuestras vidas, he creído conveniente reseñar un álbum ilustrado de lo más amoroso, que esos también me gustan aunque no los reseñe con la misma frecuencia que otros… La gran fábrica de las palabras, un texto de Agnès de Lestrade acompañado por las ilustraciones de una seguidora de este blog (no sé si considerarme famoso…, je, je, je), Valeria Docampo y editado por la editorial catalana Sleepyslaps, nos habla de las palabras que a unos les sobran, de las palabras que otros recogen y de esa hermosa conjunción entre unas, otras y el silencio, que siempre pilla a mano cuando queremos declararnos a alguien.
¡Y que viva el amor, “manque pierda”!

B.S.O.: Wo ist die Liebe in? Lea-Marie, http://www.youtube.com/watch?v=KWc13wHcBCk

lunes, 17 de mayo de 2010

De fines de semana y reediciones


¿Saben quién les puede ofrecer un fin de semana que aúne romerías, uno de los clásicos de Hitchcock y reparaciones de sillas…? No lo duden mucho: Yo (Risas enlatadas). Y si quieren más detalles, les relato a continuación:
Albacete, viernes 14 de mayo de 2010. Psicosis en la gran pantalla. Una oportunidad para engrandecer la cultura cinematográfica. Una oportunidad de escaparse de los apuntes. Una oportunidad de contemplar los medios ínfimos con los que se contaban en 1960, sus resultados y compararlos con los actuales. ¡Menos mal que el hombre involuciona! Y después: caracoles y vino tinto. Es lo suyo.
Villamalea, sábado 15 de mayo de 2010. Si alguno de ustedes no han asistido nunca a los festejos que en este pueblo de La Manchuela dedican a San Isidro, háganlo, se perderían la mayor amalgama de diversión castiza que conozco.
Albacete, domingo 16 de mayo de 2010. Tras mucho penar con el aceite de linaza, el decapante, la cera de abeja, el líquido anti-carcoma y otras sustancias cancerígenas, casi he finalizado la supuesta restauración de dos sillas desvencijadas que me encontré en el desván… Sólo necesito enea y tiempo para tejer el asiento…
Y después de este cuaderno de bitácora (no sé si con mucha chispa y salero, dos de las cosas que más me caracterizan…) he de terminar con un golpe serio, ya que el libro de hoy merece eso y mucho más... Pese a la gravedad de este libro, considerado uno de los clásicos del álbum ilustrado español (no sólo los ingleses y alemanes saben hacerlos…), hemos de alegrarnos soberanamente ya que la editorial El Jinete Azul ha decidido reeditarla tras muchos años. Yo las quería no necesita mucha presentación, con solo decirles que pienso comprarme este libro de María Martínez i Vendrell (a la tinta) y Carme Solé Vendrell (al pincel), lo digo todo. Léanlo y después me cuentan…

viernes, 14 de mayo de 2010

Cuando los pupitres se quedan vacíos


Giramos la cabeza y, tras las cortinas de agua que nos regalan los nubarrones de mayo, nos percatamos de lo transitorio de nuestros pasos…
Ayer recibí la noticia de que Jesús, “El Torcío”, catorce años, no más, había sido hallado muerto una mañana... Padecía una enfermedad degenerativa, lo que no le impedía seguir siendo tan vago a la hora de estudiar la asignatura que un servidor le impartía, ni para invitarme una y otra vez a ver los hurones con los que cazaba en la sierra socoveña…
A veces los alumnos se van y los profesores quedamos, lo que nos llena de la extraña sensación que recorre a aquellos que pierden un pedazo de sí mismos…

Salen los niños alegres
de la escuela,
poniendo en el aire tibio
del abril canciones tiernas.

¡Qué alegría tiene el hondo
silencio de la calleja!
Un silencio hecho pedazos
por risas de plata nueva.

Federico García Lorca.
Canción primaveral.
En: Obra completas. Vol. I.
1978. Madrid: Aguilar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Novedad que no lo es






Seguramente estaban esperando que hoy les deslumbrase con alguno de los títulos que he colocado arriba y que han lanzado las editoriales durante estas semanas, como son La casa de Innocenti y Lewis (que ha deslumbrado de nuevo con su arte realista y que tiene a casi todas las bibliotecarias a punto de alcanzar el orgasmo…), Nat y el secreto de Eleonora de Le Ray y Dautremer (¡hasta qué punto van a exprimir el arte de esta chica!), el Hansel y Gretel de Mattotti (la tinta china, el claroscuro y el miedo infantil, ¡al poder!) o el Esconderse en un lugar del mundo de Liao (profundidad poética donde las haya)… , ¡pero no! -ríanse, deseo que lo hagan-…, he decidido dedicarme a otro librillo que también recojo en las imágenes, concretamente al que se refiere la quinta, Consejos para las niñas buenas, un texto de Mark Twain ilustrado por la española Montse Ginesta y publicado por Libros del Zorro Rojo.
Quizá opinen que no es ninguna novedad de esta primavera, pero como un servidor se lo cruzó el otro día junto a los otros cuatro sobre las baldas de una librería, no lo conocía y prefiere hablar de otros libros y autores que no sean los de siempre (como se nota la vis comercial de las casas editoriales…), aquí se lo traigo, recién sacado del desguace que regento.
No les pille por sorpresa que me guste Mark Twain, ese genio considerado por muchos el primer autor de la literatura norteamericana moderna y que hoy deslumbra hasta al más sibarita. Samuel Langhorne Clemens, verdadero nombre de Twain, era un progresista (de los de antes, perdónenme los de ahora) con una ironía refinada y devastadora, y que tuvo los cojones para nacer y morir con el paso del cometa Halley sobre las cabezas de sus contemporáneos. Pero también era un niño, y como tal, se pasó la vida hablando de otros niños que usaban su supuesta inocencia para poner a caer de un burro a cualquier adulto con mucha picardía y algún que otro piropo.
Y sin más dilación les presento este recetario de consejos para niñas que quieren ser malas y tienen que aparentar ser buenas, para niñas que quieren aprender a desenvolverse en la doble moral de los adultos, en definitiva, para niñas de las de siempre (no se ofendan las féminas, que nos conocemos…). Así que ténganlo en cuenta, si le regalan este libro a una niña, es posible que creen un monstruo (o no…).

lunes, 10 de mayo de 2010

Repeticiones


Los hay que son partidarios de releer un libro una y otra vez, buscando en él todo tipo de sensaciones y momentos, porque, tanto nosotros, lectores, como ellos, libros, cambiamos con el paso del tiempo, y eso, en mi pueblo, se llama evolucionar.
Un servidor no se encuentra entre este grupo de afectados por la repetición, ya que, excepto un par de libros, no acostumbro a releer. He aquí mis razones:
a. Escasez de tiempo y abundancia de obras. El lector que se precia de serlo, aboga por la diversidad, es plural, es decir, lee esto y aquello, lo de aquí y lo de allí, por ello, si dedica las horas a releer, se está perdiendo otras lecturas que también disfrutaría (o no).
b. Principios y finales. Todo, desde la misma vida hasta un viaje en tren, tiene comienzo y final. Sería pretensión divina prolongar lo que no ha sido concebido como tal. Sería comportarse como roedores al entrar en un bucle repetitivo que no nos dejase ver otros mundos, saborear otras palabras.
c. No releer cualquier cosa. Hay libros más susceptibles que otros de ser releídos. Si releyésemos cualquier “best-seller” de novela histórica, estoy seguro de que desistiríamos a la mitad, en cambio, si hiciésemos lo propio con El Quijote, encontraríamos otros puntos, otros caminos.
d. Libros y momentos. El lector que lo es, selecciona los libros que va a leer y estas elecciones siempre dependen de las variopintas situaciones que vive. Elegir un libro implica un deseo sujeto a las palabras del título, los comentarios oídos o la siempre omnipresente crítica, por ello, si releemos, ese sentimiento primario decae, se apaga, y por tanto el libro no será el mismo. Cada libro tiene su momento.
Hecho esto les dejo que me pongan en los comentarios sus razones para releer o no hacerlo. Y para todos aquellos que gustan de leer una y otra vez, y sin que sirva de precedente, les invito a leer, o mejor dicho contemplar, ¡¡Máaas!! (editorial Lóguez), ya que este título reduce su texto a dos palabras, y en el cual, Peter Schössow, hace una hermosa defensa de eso que los humanos llamamos repetir.

viernes, 7 de mayo de 2010

De peleas


Quien crea que los niños son meros querubines caídos del alto cielo, con su áurea corona y sus alas impolutas, está más que equivocado porque, entre otras cosas, los angelicos no se dedican a estar de gresca todo el santo día como si de gallos de pelea se tratasen, máxima afición de cualquier escolar que se precie de serlo (también están los extraterrestres, pero esos no nos interesan). Y para celebrar el belicismo infantil, ahí van unos versos con “ñ” que me tienen encandilado… ¡Feliz fin de semana!

Amiga cigüeña
se puso a la greña
con amiga araña:
que si pedigüeña,
que si mala entraña,
que si una castaña,
que si un haz de leña,
que si por trigueña,
que si por extraña,
que si aquella seña,
que si una patraña,
que si tan tacaña,
que si tan pequeña,
¡que si una alimaña!...

Amiga cigüeña
con amiga araña.

Cizaña.
Mirta Aguirre.
En: Letras para armar poemas.
Selección y prólogo de Ana Pelegrín.
Ilustraciones de Tino Gatagán.
2000. Madrid: Alfaguara.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Menudencias de la LIJ


“Semos” los mayores y no la gente menuda, los que, en nuestro afán, por un lado, de imponer nuestro criterio, y por otro, de seguir siendo meros Peter Panes, producimos, editamos, recomendamos y vendemos todo tipo de obras dirigidas a un público ajeno a nuestra franja de edad, el infantil. 
Sí, sí… muchos me diréis que sois padres, tíos, abuelos, maestros, payasos o cuentacuentos, pero, al fin y al cabo, todos y cada uno de nosotros no somos más que entrometidos… Y hago bien en pensar en que, si las manecillas del reloj me llevasen a otros tiempos en los que era un niño, y un adulto como el que soy yo ahora me recomendase un libro, no me cabe duda de que, como mínimo, le dedicaría una pedorreta y lo dejaría con tres palmos de narices cuando, al girarme, le dedicara un sonoro “¡¿Qué se habrá creído este?!”. 


Creo que la Literatura Infantil es aquella literatura leída (o escrita) por los niños y nunca aquella escrita para los niños (fíjense en ambas preposiciones…, ¡cuan grande es la grandeza de la lengua castellana!), cosa que olvidamos a diario, yo el primero, mientras sugerimos, reseñamos y defendemos este libro o aquel otro… 
Claro está que sabemos de sobra que el gusto está reñido con la calidad y no podemos dejar entre manos de cualquiera eso que llamamos selección bibliográfica, ya que llenaríamos librerías y bibliotecas de adaptaciones Disney®, Barrio Sésamo® o las aventuras de Gerónimo Stilton. 


En cualquier caso la solución para no caer en esa literatura de masas o paraliteratura que llena nuestras estanterías como agua de mayo (¿Quién iba a decirnos lo útiles que nos sería el paraguas y el abrigo estos días?), está en el término medio: conjugar las preferencias del público infantil con nuestros criterios sobre literatura. Y siguiendo mis gustos y criterios, les envío allá donde estén una colección de libritos que vuelve locos a los niños pero también a los adultos. No podía ser otro, Pomelo a llegado a esta casa de monstruos.


Por si no lo conocen se lo presento. Pomelo es un elefante diminuto. Yo calculo que no debe medir cinco centímetros (vive debajo de un diente de león, imagínense...). Y no me refiero al largo, pues seguro su trompa es larguísima. Además es rosa, un color muy poco común entre los elefantes, y suele perderse en cualquier escenario que le parezca bien.
Archiconocido por todos los monstruos, este personaje de la escritora rumana -nacionalizada francesa- Ramona Badescu, y el ilustrador francés Benjamín Chaud, llegó a las librerías en 2002 para quedarse y vender montones de copias de sus libros en pequeño formato y tapa blanda (¡Lo que me gustan estos libritos que edita Kókinos!). Una serie que suele repetir el patrón de otras ya que en muchos volúmenes podemos encontrar varias historias (recuerden por ejemplo, a Sapo y Sepo). 


Colorista, simpático, absurdo, cercano, tierno , divertido, curioso, inocente, poético, exagerado y un sinfín de calificativos más, hacen de Pomelo una apuesta segura dentro de una literatura infantil que encandila a todas las edades y sabe adaptarse a cualquier tipo de lector independientemente de su franja de edad, origen u condición. Esa universalidad que muchos necesitamos en aras de una literatura poderosa que, desde la sencillez, nos obligue a perdernos entre bosques y malezas espesas e intrincadas.


lunes, 3 de mayo de 2010

Palabras estacionales


Nos acercamos al peligroso mes de mayo, treinta y un días que desatan los rayos del sol (aunque los pronósticos no sean demasiado optimistas…), los niveles hormonales -los míos incluidos- y, con ello, el frenético ritmo de vida veraniego. Le pese a quien le pese.
Por lo pronto, he de “disfrutar” de este día festivo que me ha regalado el calendario escolar, y echar unas horas frente al tema de hoy, cuyo título les ahorro (¡Pufff!)… Atrás han quedado tres días de asueto bastante “especiales” en los que, entre otras cosas, me ha acontecido lo siguiente:
-He sido nombrado presidente de la comunidad de vecinos.
-Por fin he visto la sensación cinematográfica del cine español de la temporada pasada, Celda 211 (Breve crítica de cine: Podría ser mejor…).
-He asistido a una auténtica ceremonia de té japonesa (con sus pastelitos incluidos) en la localidad albaceteña de Motilleja y orquestada por mi maestra Momo Makino.
-He ejercitado la musculatura con buenas sesiones de natación y carrera.
-He cenado con la familia (aunque esto pueda parecer aburrido, no lo es en absoluto… así son las reuniones españolas…)
-He corregido un buen fajo de exámenes (¡Qué agradecidos van a estar mis alumnos!... O puede que no…).
- Y he desatado mi pasión por la acuarela.
Por lo que la semana que hoy comienza sólo me resta descansar (paradojas de una vida dedicada a los exabruptos culturales)… ¡Y pensar que todavía no ha llegado el verano!... Rezo y espero que todas las palabras recogidas por Blexbolex (pseudónimo de Bernard Granger) en el fantástico inventario de vocablos relacionados con las cuatro épocas del año y que ha publicado la editorial Kókinos bajo el título de Estaciones, no tengan que sucederse una tras otra, porque si no, la llevo clara con los exámenes que me esperan a finales de junio... En cualquier caso creo muy necesario recomendar este buen libro de páginas crujientes, coloridas y a rebosar de buenas palabras, a padres y maestros (sobre todo a los de Educación Infantil y primeros cursos de Educación Primaria), porque, no sólo lo utilizarán, sino porque también se sorprenderán de la cantidad de jovencísimos lectores que es capaz de atraer.

viernes, 30 de abril de 2010

De niños y gusanos


Mis alumnos no paran de sorprenderme. Si no es por “h” es por “b”, si no es por “j” es por “q”… La cuestión es que dejamos otros tiempos de lado y la infancia queda encerrada en una pompa de jabón…, aunque, si los profesores servimos para algo es, precisamente, para romperlas con el ligero roce…
Tratando en clase las materias primas de origen natural utilizadas en la industria textil, pregunté un día a mis alumnos del primer curso de Bachillerato la procedencia de la seda. “De las plantas”, contestó una osada mientras el resto del grupo callaba por puro asentimiento. Yo, entre divertido y boquiabierto, propiné una pequeña reprimenda y pregunté si, cuando eran niños, no habían alimentado a los gusanos de seda a base de lustrosas hojas de morera. Sólo una alzó la voz y dijo que sí, y añadió que su hermano pequeño todavía lo seguía haciendo, por lo que le pedí amablemente que trajera unos cuantos para adoptarlos como mascotas…. Y así es como este maestro de poca monta espera rescatar un trocito de la infancia de sus alumnos.

¡Qué gusano más feo!
Rayas blancas y negras
se estiran, por las hojas
Fresquitas de morera.

¡Vaya vida más tonta
la que este bicho lleva!
No sale de la caja…
Devora lo que encuentra…

Y de repente, un día,
el gusano se encierra
en el leve prodigio
de un capullo de seda.

El gusano de seda.
En: Columpio de versos.
Ana María Romero Yebra.
Ilustraciones de Alberto Urcaray.
2006. Valencia: Brosquil.
Ilustración de la noticia: Aldo Islas.

miércoles, 28 de abril de 2010

Abecés


[…] Por lo que la profesora, harta de cacharrear entre cuadernos escolares, gomas de borrar mordisqueadas y el polvo que los años había ido acumulando en el fondo del cajón, tomó con decisión el lápiz y escribió con letra amplia y clara sobre el papel:
“Se busca Abecedario con veintisiete letras, ordenado y fácil de aprender. Tiene las tapas blancas y alguna pincelada roja. Cada letra viene acompañada de una ilustración deliciosa y una pequeña frase que moja el corazón. Se perdió antesdeayer, cuando la lluvia mojaba las aceras y la primavera llegaba. Atiende también al nombre de Abecé y Alfabeto. Es suave, agradable y bastante redicho. Adora a todo el que no sabe leer, sobre todo a los niños con los ojos muy abiertos. Aquel que lo encuentre, será recompensado con un buen libro.”
Y hecho esto, dobló el anuncio, lo guardó en su bolsillo y se dirigió a la redacción del periódico. […]




Otros abecedarios hermosos...


Abecedario realizado con patrones de coloración de alas de mariposa. http://www.sciencenewsforkids.org/articles/20051116/Feature1.asp


lunes, 26 de abril de 2010

Olvidando. Recordando.


Mi confesada pasión por las palabras me lleva a detenerme en una que, durante estos días, está de moda o, por lo menos, debería estarlo (ya se sabe que no siempre se acierta con las tendencias)…“Amnistía” es un vocablo sonoro y abierto, con su dificultad, su tilde (¿las palabras hermosas son así?) y su significado -uno potente, de esos que no admiten equívocos-: “Olvido legal de delitos, que extingue la responsabilidad de los autores”.
Tras ver todo tipo de trifulcas, televisivas y de otras naturalezas, uno se torna cabizbajo y sombrío y piensa aquello de: ¿adónde nos llevará la memoria de unos, la memoria de otros…? Puede que a un triste final, puede que a los tristes comienzos… Y eso, a fin de cuentas, no es ningún sitio.
Rezan hermosas sentencias sobre lo incompetente de la memoria humana, de sus miserias y pestes. Y no llevan poca razón, digo. Más cabría añadir que, si de algo adolece la memoria, es de su sed de venganza, solución más esperable cuando no se discierne entre justos e injustos, entre vencedores y vencidos, que, pensado con detenimiento, es peor castigo que sepultar el recuerdo bajo la losa del olvido.
Lo peor de todo es el uso que dan a esta nostalgia -tresnas convertidas en consignas- todos los que aspiran al trono, la batuta y las subvenciones del Ministerio de Cultura (¡ah!, ¿pero existe?). Entre la superioridad moral de unos (que alguien me diga de dónde viene, por favor) y el complejo de verdugo de otros (unos tienen la fama…), a lo único que alcanza el presupuesto de este circo es para un puñado de insultos que jóvenes momificados con pseudo-kufiyyas de Zara® lanzan a otros tantos uniformados con pantalones de pinzas y flequillos superlativos en aras de un futuro igual de crispado.
¿Y saben lo que les digo? Que me parece inadmisible que sigamos así, tan alienados, tan manipulados...
La única medicina que me resta recetarles es la lectura de Juan Farias y sus Años difíciles (perteneciente a la trilogía Crónicas de Media Tarde), donde no hay nombres, donde no hay bandos, sólo la mera tristeza, que ojalá se diluya como el rocío sobre nuestras cabezas, que ojalá se pierda con esa amnistía que firmamos aquel día.

viernes, 23 de abril de 2010

Día del Libro 2010


Espero no tener que hacerles esas dichosas preguntas que todos los años, tal día como hoy, hago a mis alumnos… “¿Qué día es hoy?” “¿Y por qué celebramos este día?” Pues sí, han dado en el clavo, hoy, 23 de Abril (aguas mil), es el Día del Libro, a la par que San Jorge o Sant Jordi, un día en el que se celebran cientos de actos en todas las bibliotecas, públicas o privadas, universitarias o escolares, en los centros de enseñanza y demás lugares donde campa la lectura, a veces o a diario. Y, como hoy estoy inspirado, les regalo unos versos algo facilones de mi autoría… Y lean, es sano para el corazón la mayoría de las veces.


-Libros que abren puertas…
-¡Ciérralas!
¡Se escapan las letras!

-Libros que asustan corazones…
-¡Calla!
¡Ruges como mil leones!

-Libros que desatan la risa…
-¡Shhh! Flojito,
que la boca se hace trizas.

-Libros que acarician el pelo…
-¡No sigas
que de cosquillas lo tengo lleno!

¡Mamá!
¿Quieres dejarme
leer en paz?


Autor: Román Belmonte Andújar.
Ilustración: Catia Chien.

miércoles, 21 de abril de 2010

¡Que viva la crítica!


Las buenas maneras, lo políticamente correcto, el pulimento, en definitiva, todo eso a lo que yo llamo cariñosamente “el adobo”, es casi una peste social. Como no viajo mucho, desconozco si también se habrá globalizado el mamoneo, ustedes dirán… Lo cierto es que, como greda reseca, tanto engendro sonriente y adulador, más que favorecer el florecimiento de todo tipo de disciplinas, se antoja homogeneizador y al que saca los pies del tiesto para poner en tela de juicio ciertos asuntos, le asestan una buena colleja en toda la cepa de la oreja. Por listo, que aquí no se cantean ni los del grupo Prisa (y eso que son los que más mandan…).
A veces, bajo esa capa de mugre que es la hipocresía, se puede encontrar algo que reluzca, aunque sea una pizca. Y durante mis lecturas, esta vez de ensayo, he encontrado algo que me ha gustado, y mucho. Y aquí se lo traigo.
¿Alguien sabría definirme “Literatura Infantil y Juvenil”? Echen mano del medio que quieran y seguramente llegarán a la misma definición: “literatura dirigida a niños y jóvenes”. No más. La segunda cuestión: ¿Qué características debe reunir dicha literatura? Y ahí es donde pinchamos. ¿Debe ser inofensiva, cursi, de fácil lectura o subversiva, cruel o compleja? Siento no poderles ayudar con un razonamiento coherente y preciso. No sé la respuesta. Todavía menos desde que leí De Robinson Crusoe a Peter Pan. Un canon de literatura juvenil, de Vicenç Pagès Jordà (editorial Ariel).
Este libro, además de reunir un conjunto de obras cumbre de la literatura infantil (yo leí muchas de estas obras siendo un niño, ¿por qué no llamarlo así?) y juvenil, establece una serie de consideraciones que me han hecho pensar más todavía en muchos aspectos de este tipo de literatura que, no nos engañemos, lo definen enteramente.
Si quieren saber cuáles son los títulos de la selección elaborada por el autor –para gustos, los colores-, tendrán que echarle un vistazo, pero les sugiero que si algo no deben perderse todos los profesores de la asignatura de “Lengua y literatura” que pululan por este sitio de vez en cuando, es su decálogo sobre lo que no debemos hacer con los libros, porque: No cabe duda de que una convicción cualquiera gana una infinidad en cuanto otra alma cree en ella (Novalis).

lunes, 19 de abril de 2010

Fabricando nubes


Parece ser que la atmósfera nos va a conceder una pequeña tregua durante los días venideros, aunque, con la meteorología, todo está por confirmar, sobre todo si atendemos a las dispares y variopintas condiciones climatológicas con las que se nos ha presentado el invierno, crudo y retrechero.
Más centroeuropeas que mediterráneas, las nubes que surcan los cielos de una parte a otra de la geografía española, están empeñadas con hacernos sufrir un poco más, a nosotros y a todo bicho viviente (que se lo pregunten al cultivar de crisantemos que he plantado en mi balcón…), que no sólo el hombre vive de rayos de sol. El único consuelo que nos queda, a nosotros y todos los ingleses que vienen a ponerse cicateros -de todo- a la Costa Brava, es que el verano nos azote como es debido, con cuarenta grados a la sombra hasta que nos duela el pellejo de tanto sudar, y así poder seguir quejándonos, que es otra de las aficiones patrias.
Durante la espera (que será breve…, por ello rezo) y para no acusar sobremanera a esas culpables de la lluvia de estos días, las nubes, aquí les traigo un librillo la mar de nuboso y fresco. La fábrica de nubes, una de las novedades de esta primavera, de Arianne Faber y editada por A Buen Paso, es un buen libro de imágenes para prelectores que aúna uno de los juegos más antiguos del mundo, el adivinar las figuras que dibujan las nubes, y algo de fantasía. Las ilustraciones se podrían relacionar con el mundo del cómic y el garabato infantil, aspecto que unido al formato del libro (alargado), le da un toque muy actual.
¡Acabo de ver una libélula con forma de nube! ¿O puede que sea una nube con contorno de libélula?

viernes, 16 de abril de 2010

Conociendo laberintos


La vida, maestra de todas las cosas, nos alecciona sobre esto, aquello y lo otro, y, aunque pensemos que la divina providencia es la que marca los pasos del camino, somos nosotros quienes damos la última palabra. Elegir entre esta salida o la de más allá, si giramos a la izquierda o torcemos tras esa esquina, nos forja lentamente. Y tras los itinerarios del laberinto que dibujan los días, la elección es nuestra única guía, esa que te hace toparte con cientos de caras desconocidas, con algunos hombres sin nombre y con otros que ya conoces y no quieres perder.
*
En mi ciudad hay mil barrios.
En cada barrio hay cien calles.
En cada calle hay diez casas.
En cada casa hay un hombre.
¿Y a este hombre qué le pasa?
Pues le pasa (no te asombres)
que nadie sabe su nombre,
ni le escribe, ni le abraza.
Le pasa que no le conocen
ni en su calle, ni en la plaza.
Le pasa que no tiene patio,
ni ventana, ni terraza.
Le pasa que nada le pasa
al hombre que vive enfrente
de la puerta
de tu casa.

Pedro Mañas.
El hombre sin nombre.
En: Ciudad Laberinto.
Ilustraciones de Silvina Socolovsky
2010. Vigo: Faktoría K de Libros.
Imagen: Suburbios. Silvina Socolovsky

miércoles, 14 de abril de 2010

Personajes y personas


Si algo bueno tiene la calle, es que provee al creador literario de todo tipo de personajes para las obras que hornea con tanto mimo. Desde seres mundanos hasta los de otra galaxia son bienvenidos en este repertorio sin límites de edad, sexo u oficio. Contemplen este surtido catálogo. Es gratuito y sin obligación de compra (¡estaría bonico!). Puede usted encontrar jueces venidos a menos por ganarse favores de unos a costa de la basura de otros, faranduleros con pose de eruditos, politicastros corruptos de pelo engominado que aspiran a usureros sin dignidad o ministras que quieren mudar la piel de la tradición oral a favor de intereses partidistas…
Pero otra cosa les digo: si yo me dedicara a esto de la narrativa, optaría por personajes más llamativos, que ando harto de tan copiosa realidad y me veo carente de esa suculencia que derrochan aquellos que se tambalean sobre los pasos de peatones mientras intentan esquivar lo raudo de los automóviles. Alguien como yo, como usted, no como ellos… Nosotros tenemos cosas más hermosas, más extrañas, más ladinas, más cínicas, más divertidas, más tortuosas, más grises y más tórridas que contar. ¿A que sí? Y mientras espero que a través de sus comentarios me cuenten asuntos algo inconfesables (y aquí viene lo difícil) relacionados con ustedes y los libros, les presento al personaje con el que Quentin Blake y la editorial Kalandraka pretenden hacernos sonreír estas tardes de tierra mojada… Lola. Conózcanla y ábranle la puerta de su risa, y si no encuentran el picaporte, búsquenlo en Los bolsillos de Lola, creo que es el lugar más indicado para encontrarlo…

lunes, 12 de abril de 2010

Días de primavera



Y como en el interior de las fosas nasales empiezo a notar un ligero picor que anuncia la plenitud primaveral, adivino que es el momento ideal para proveerse de buenas dosis de antiestamínicos y dejar que las mucosidades fluyan al exterior del organismo, que la congestión no es favorable para el estudio… Y no sólo son días de astenia primaveral, altibajos emocionales y hormonas desbocadas, no. Junto con los granos de polen y otras menudencias, también viajan las novedades editoriales, a las que dedicaré mi tiempo bloguero durante las próximas jornadas.


Si algo caracteriza a la primavera es que a más de una le da por parir… No por mero capricho o ciencia infusa, claro está, sino por salir de cuentas en esta época de tanto trino y gorjeo, tras los nueve mese de gestación que comenzaron con los arrebatos veraniegos, ¡qué nos gusta el calorcito, odo! Créame. Y si no lo hace, elija un cómodo asiento donde apoyar las posaderas y con vistas a una avenida populosa, y vaya contando los innumerables carricoches que frente a usted desfilan en cualquier tarde juguetona de abril. En lo que a mi respecta, subrayo que prefiero destinar mi tiempo a sorber caracoles que a acallar los berrinches espontáneos de un recién nacido (¿y quién no?), aunque, rompiendo una lanza por todos aquellos que sienten la llamada de la paternidad durante estas fechas, también admitiré que arrullos, arrumacos y arrebujos son necesarios para que la vida siga su curso.


Y hablando de hijos, madres y padres, este lunes en el que la sombra de muchos acontecimientos indeseables nos nubla la cabeza, he decidido encender una tea que lleva por título Días de hijo y alumbrar un poco su sonrisa. Porque esta obrita (asigno el diminutivo por el tamaño de la edición) de Philip Waechter, aunque no es canónica –hay muy pocas de estas-, sí es graciosa, luminosa, entrañable y cálida. ¡Ah! Y un inmejorable regalo para madres y padres primerizos.
¡Hasta mañana, que anuncia lluvia!


viernes, 9 de abril de 2010

Sobre "Le petit prince"



Le he dado muchas vueltas a este colofón parisino, a este final francés. Dudaba entre terminar a la usanza, con versos incluidos, o ser más aleccionador y crítico. Pero al final, en el momento menos esperado, bien temprano, a bordo de un automóvil y conversando con mis tres compañeros de viaje, ha surgido la luz, y aquí se la traigo, radiante como la primavera que nos invade.
Cuando he de hablar de un libro como este, tan leído, tan idolatrado, tan consagrado, acostumbro a pensar mis palabras, no sea que alguno sienta herido su ego lector y sufra el arrebato de retorcerme el pescuezo…
A tenor de las lecturas escolares, decían los de esta mañana (ninguno de ellos maestro, aviso…) que los libros de ahora, unos efímeros, otros inadecuados, no son como los de antes, sempervirentes y de exquisita redondez. Y ponían como ejemplo la obra que trato hoy, El principito de Antoine de Saint-Exupéry. Y hablaban de cómo su texto tenía la capacidad de adaptarse a las edades del hombre, de sus variados niveles de lectura, de cómo las acuarelas del autor seguían vivas tras tantos años…
Les seré sincero: yo soy de esos que han leído El principito a una edad tardía. Y como cualquier hijo de vecino, he tenido mis razones para no hacerlo antes. Veamos…: en mi niñez prefería títulos con argumentos más dinámicos, con buenas dosis de aventura, o si no era así, exóticos al menos, por lo que la ñoñería y parsimonia de ese niño caído de un planeta con nombre de ecuación matemática no me sugerían ni un ápice de curiosidad, mucho menos después de intentar ver la versión cinematográfica de Stanley Donen: horrible (todavía hoy lo sigo pensando). Hasta que llegó un día, el día adecuado. Y lo leí. Y me atrapó… Como ya saben, cuando caes en las garras de un libro especial, te devora una extraña quemazón. Y te envenena.
Conozco a mucha gente a la que no agrada este príncipe que arrancaba baobabs (costumbre que me pareció insolidaria y fea de solemnidad desde que leí que este árbol, debido a su soberbia y vanidad, fue condenado por los dioses a esconder su corazón en la tierra y mostrar eternamente sus raíces) y hablaba con zorros, pero quizá, conforme pasen los años, opten por la quietud, por la calma, y se endulcen como la fruta con libros como este, para dejar de ser viejos, para dejar de ser niños.

jueves, 8 de abril de 2010

Sorpresa gris sobre fondo multicolor


Calificaríamos de paradójico lo que me aconteció con los libros en la capital francesa, sobre todo si atendemos a la luminosidad de sus calles y lo vistoso de sus rincones (a pesar de que un servidor no pueda continuar con esa fama de romántica que se gasta –lo siento, la Lisboa de Pessoa transmite más emociones-, sí que admito lo pintoresca que llega a ser), por ello y para meterlos en el ajo, se lo intentaré trasladarles a continuación.
Manda huevos que el aquí firmante, haya tenido que viajar hasta la primavera parisina, esa de límpido cielo, de coloridas plazas, para toparse con una librería sita en la “Rue de Rivoli” cuyo escaparate permanecía atestado de obras de Edward Gorey, autor macabro y siniestro donde los haya. Aun así, he de reconocer algo: si hay un punto que une lo florido de París (¿¡será por floristerías!?) con los dibujos entintados y retorcidos de Gorey, ese es el del encanto.
Relegado a una segunda categoría de ilustradores, quizá por su escasa formación, quizá por lo tétrico, quizá por considerarse a sí mismo un autodidacta, Edward Gorey, es el primer autor de un estilo muy en boga hoy día, un tiempo en el que, en cualquier librería, se prodigan un sinfín de personajes con esa estética cabezona y cuerpos raquíticos (he aquí al predecesor de Tim Burton, que se sepa abiertamente), un tanto fantasmagóricos pero con mucho chiste.
Aunque no alcanzó la notoriedad hasta bien entrado en años (consecuencias de las modas y de los cambios sociales), Gorey -junto a sus numerosos pseudónimos- ilustró historias propias, todas ellas con un sutil y sinsentido humor negro que trata temas que van desde la soledad o la infancia a la muerte, pasando por la maldad o la inocencia (véanse como claro ejemplo Amphigorey, Amphigorey tambien, Amphigorey ademas -las tres publicadas por la editorial Valdemar-, The unstrung harp, en castellano El arpa sin encordar, o The gashlycrumb tinies -Los pequeñines macabros-, un abecedario de corte infantil y buen exponente de lo sórdido y mordaz de su pluma, y obra a la que pertenece la imagen de esta noticia), y otras historias de diversos autores como Edgar Allan Poe o Edward Lear, a quienes él mismo admiraba, entre otros escritores, pintores o cineastas.
Seguramente el estilo de Gorey no encaje entre los niños, pero tampoco creo que sea un autor para adultos. Pienso que está ahí, buscando un hueco entre los deseos y miedos de unos y otros, porque, y séanme sinceros, ¿hay alguien más cruel que un niño?

martes, 6 de abril de 2010

Le printemps parisien


El regreso al trabajo podría ser una senda de gran pendiente si no fuera porque las vacaciones nos regalan momentos de descanso y recreo…, aunque he de sincerarme y cuchichearles que ayer estaba deseando que el día de hoy no llegara de manera tan precipitada… Me creerán poco profesional, pero con mucho descaro les sacaré la lengua y reiteraré lo que llevo pensando un par de días: ¡Mamá, quiero volver a París!
Sí, amigos, he pasado una Semana Santa a la “parisienne”. Pero como este blog no versa de arquitectura barroca, sino de libros, tengo intención de narrarles algunas impresiones que sobre la lectura me ha descubierto la Lutecia romana, comparada, por supuesto, con esta España incalificable (uno se va unos días y se encuentra a su regreso con que a niñas de la edad de mis alumnas les da por matarse… una pena…).
Además de pasear por avenidas, parques y alguna callejuela, también he pisado un par de bibliotecas (¡cómo no!) y –esto es verídico-, casi me dan ganas de llorar: jamás había visto tanto joven acudir de forma tan masiva a una biblioteca un sábado. Muchos pensarán que, claro, en una ciudad que tiene fama de tener una oferta de ocio etílico tan pobre, los chavales se ven obligados a leer para entretenerse del modo más inofensivo posible. Pero les aviso que de eso, nada. A París le sobran bares, terrazas y discotecas abarrotadas, tantas como las de Madrid. ¿Y las bibliotecas parisinas? ¿Son como las de aquí? Mucho me temo que sí. Excepto alguna cosilla, léanse las secciones sobre cómic (toda una pasión en “La France”) o el escaparatismo bibliotecario (si hay que vender el producto, se vende), son un calco de las de aquí
- Entonces Mengano, ¿qué títere llevan esos gabachos en la cabeza que no les impide compatibilizar libros con cubatas?
- Pues mira, Zutano, el mejor de los elixires para ampliar las miras cerebrales se llama “costumbre”, así que te recomiendo que te hinches de ese veneno en el próximo botellón y vayas cambiado esas preconcepciones hispánicas un tanto obsoletas que nos dicen que a las bibliotecas se va a vegetar.
Y con esto y buenas dosis de pintura impresionista, les invito a visitarme mañana para seguir con “le printemps parisien”.

Imagen superior: Fantin Latour. 1861. La liseuse. Musée d’Orsay.
Imagen inferior: Emile Friant. 1885. Autoportrait dit un étudiant. Musée des Beaux-Arts, Nancy, Lorraine.