miércoles, 13 de enero de 2016

Selección de libros ilustrados para jóvenes y adultos


Hemos dejado atrás la navidad y con ella se han ido las ilusiones y los deseos (in)cumplidos de muchos niños. No sabemos si esas ganas de soñar regresarán el año próximo o, si por el contrario, se borrará el brillo de sus ojos por culpa de lo que los adultos llaman la madurez, que unas veces trae el tiempo y otras la propia vida. 
No se entristezcan (es lo peor que pueden hacer), por todos es sabido que Peter Pan sólo hay uno y que el resto de los mortales tenemos que conformarnos con andar sobre una sonrisa y utilizar nuestra imaginación para sobrevivir a tanto zarandeo. Pero algunos dirán, ¿y cómo lo hago...?
Tienen muchas formas de volver al lugar en el que viven los monstruos. Quizá de golpe y porrazo, siendo padres o que sus hijos les conviertan en abuelos. Son la formas más clásicas, pero a mí, de entre todas las posibles, hay una que me encanta: la del camino inverso...
¡Shhh! Escuchen... Sólo tienen que acudir a bibliotecas o librerías y buscar los escalones perdidos. Quizá estén ante sus mismos ojos y se hayan negado a abrirlos... ¡Acérquense! ¡En silencio!... Se llaman álbumes o libros ilustrados para jóvenes/adultos... Y aquí les dejo unos cuantos de excelente factura que nos dejó el año anterior (N.B.: he incluido niveles de complejidad: básico [*], intermedio [**] y avanzado [***]) para que vayan abriendo boca y la mirada de los niños que olvidaron, esa que se esconde en el alma.


Eva Sánchez. 2015. Dip. Más allá de la oscuridad. Edelvives [*]


Ray Bradbury. 2015. Eran morenos y de ojos dorados (o cómo dar un nombre). Ilustraciones de Óscar Sanmartín Vargas. Tropo Editora [***]


Daniel Nesquens y Harantula. 2015. Pez misterio. Canica Books. [*]


Carl Norac y Stéphane Poulin. 2015. En el país de la memoria blanca. Barbara Fiore. [**]


Grassa Toro y Cecilia Moreno. 2015. Ya. Nunca. A Buen Paso. [**]


Franz Kafka. 2015. La metamorfosis. Ilustraciones de Luis Scafati. Libros del Zorro Rojo. (Edición del centenario). [***]


H. M. Enzensberger, Irene Dische y Michael Sowa. 2015. Esterhazy. Fulgencio Pimentel e Hijos. [**]


Washington Irving. 2015. Rip van Winckle. Ilustraciones de Noemí Villamuza. Nórdica Libros. [**]


Roald Dahl. 2014. La cata. Ilustraciones de Iban Barrenetxea. Nórdica Libros. [**]


Sophie Strady y Jean-François Martin. 2015. La memoria del elefante. Barbara Fiore Editora. [*]


Jimmy Liao. 2015. Paisaje de amor. Barbara Fiore Editora. [*]


lunes, 11 de enero de 2016

Abecedarios olvidados y un recuerdo a David Bowie


¡Qué mal estoy llevando el comienzo de este año bisiesto! Lo cierto es que no ando muy estresado (hace tiempo que decidí dejar a un lado el histerismo para declararme un completo vividor), pero sí estoy metido en muchos fregaos que no me dan mucho asueto. Que si prepara exámenes de recuperación, corrígelos, viajes, date prisa con el temario, no te olvides de comprar leche, llama al técnico... Vamos, que ando con un poquito de jaleo pero nada que no se pueda llevar, que a estas alturas de la película no es poco (Ufff... ¡Menos mal que no tengo hijos...! Según dicen, es la mar de entretenido...).


Si un servidor lleva con algo de vértigo la cuesta de enero, peor la llevan mis alumnos que, aunque tengan que hacer poco, no se acuerdan de nada. Y cuando digo nada, es nada. No se acuerdan del tema anterior, tampoco de lo del pasado trimestre, ni de lo que estudiaron el año que dejamos atrás, y mucho menos de lo que vieron durante toda la primaria. Vamos que por no acordarse, no se acuerdan ni del número Phi (3,141652...)


Yo quiero pensar que es una mera pose para que no les dé la tabarra, que pase de ellos y siga con lo mío (así se evitan responderme)... En el fondo sé que todos los conocimientos que han ido adquiriendo y gestando dentro de su maleable cerebro, subyacen ahí (¿Soy un pobre iluso?). Otra cosa es que no sepan cómo extraer toda esa información (sobre todo en la adolescencia, que entran en una especie de letargo cognitivo)... No saben escarbar en el disco duro, entre todo lo que saben y lo que se les dice. Quizá sea porque no les interesa (pregúntales algo de la tele, del partido de ayer o de Justin Bieber... ¡Se saben hasta el último detalle!). Quizá también tenga que ver el tipo de relación que uno establece con ellos... Si eres un tirano malhumorado, probablemente vivirán acojonados por si el error llama a la puerta, otra cosa en que les des muchas posibilidades y les eches algún que otro cable, algo a veces más efectivo que echarles una bronca de tres pares de cojones por olvidar lo más obvio.


Entretanto, yo sigo recordándoles lo más básico, que va desde la tabla de multiplicar, pasando por la lista de los reyes godos (ja, ja, ja... es broma, no me la sé ni yo...), los ríos penínsulares, que las palabras agudas que terminan en “-on” llevan tilde en la o, o incluso el abecedario, algo la mar de últi cuando queremos buscar un libro en una biblioteca.... Hablando de alfabetos, aquí les traigo un trío de abecés que bien valen un vistazo. El primero es el Abececuentos al que Daniel Nesquens ha puesto palabras y Noemí Villamuza ilustraciones (publicado por Anaya), y que nos hace un recorrido, tanto por las letras del alfabeto, como por muchos de los personajes clásicos de la literatura infantil; una buena forma de recordar las letras. En segundo lugar tenemos el abecedario que Fermín Solís ha publicado con la editorial Libre Albedrío, y que lleva por título Los niños valientes. Se trata de un catálogo de niños muy atrevidos (y ordenados por orden alfabético) que, acompañando todo tipo de situaciones adversas, consiguen transmitir al lector cierto riesgo y aventura. Por último traigo un abecedario en inglés (últimamente estoy haciendo referencia a muchos títulos en esta lengua por el interés que suscita entre muchos padres y maestros que tienen como objetivo desarrollar una segunda lengua entre el griterío), concretamente los ABC's (son dos) de Charley Harper, un gusto para la vista que, además de presentarse en formato boardbook, tienen un diseño maravilloso.




Y como colofón a este lunes de olvidos, un recuerdo a la figura de David Bowie tras su fallecimiento (los grandes lo son incluso a la hora de morir). Les dejo con su Magic Dance de En el laberinto, una película de culto de Jim Henson basada en el álbum ilustrado de Maurice Sendak (El otro lado), que muchos guardaremos en nuestra retina de niños a pesar del paso del tiempo.

  

viernes, 8 de enero de 2016

Cuando el frío llega despacio


Estamos a día 8 de enero y aún no ha llegado todo el frío. Va apeteciendo hincarle el diente al gorrino pero no se curan los jamones, ni toman cuerpo los salchichones. ¿Y qué me dicen de las tiendas de ropa? A pesar de que han vendido algún abrigo, no se están haciendo de oro con las suculentas rebajas que nos están llegando... Los habrá encantados con este invierno veraniego, pero yo necesito gélidas temperaturas para mantener mi tejido adiposo a raya (tirita que tirita, del michelín me voy librando). Así que hagan procesiones o recen a los dioses nórdicos para que el mercurio baje más todavía y los pingüinos no tengan que marcharse de la Antártida..., ¡lo que llorarían!

El pingüino llora
lágrimas cuadradas.
Crash, crash...
Cubitos de hielo.

Lágrimas azules
del color del cielo,
que se van rompiendo
cuando caen al suelo.

Beatriz Oses
Qué difícil es llorar en el Polo Norte.
En: Lo que saben los erizos.
Ilustraciones de Miguel Ángel Díez.
2015. Faktoría K de Libros: Vigo.

martes, 5 de enero de 2016

Álbumes ilustrados que podrían editarse en español en 2016 / Picture books that could be published in Spanish in 2016


Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar:

Aquí Román, el de Albacete, el tonto de los libros para críos... Ese mismo.
¿Cómo os va por Oriente Medio? Aquello está jodido, pero no desesperéis, ya vendrán tiempos mejores cuando se acaben el gas y el petróleo. ¡Y a otra cosa, mariposa!
Por aquí la cosa no va del todo mal, los políticos, las compañías telefónicas, las eléctricas y los bancos siguen jodiéndonos y nosotros seguimos gastándonos los impuestos en convocar elecciones. Sencillamente predecible... ¡Ups! ¡Qué sorpresa! Acabo de ver a la yaya Carmena enganchada del brazo de su sobri, la Cifuentes... ¿Os lo podéis creer? Y los medios de comunicación diciendo que es “la estampa entrañable y consensuada” de la Navidad. Sólo faltan Ainhoa Arteta, Norma Duval (las señoras primero) y Joaquín Sabina a la pandereta -¡Si al menos fueran Kirk Franklin, Andra Day y Tasha Cobbs, la cosa sería creíble...!-. No os digo más, magos de mis amores: al final acabaré cegado con esa luz que algunos ven al final del túnel mientras cuatro pájaros se hinchan a caldereta de cordero. Pero nosotros a lo nuestro...
¿Me vais a traer muchos libros este año? Yo creo que he sido bueno... A pesar de que muchos ven retorcerse sus tuétanos mientras me leen, debéis saber que lo hago sin maldad y con mucha alegría, algo que no nos debe falta. Aunque Papa Noel me trajo el Atlas del mundo de Mizielinska y Mizielinski, ya sabéis que soy mucho más devoto de vosotros, del producto nacional, y que os estaré eternamente agradecidos si mañana encuentro alguno de mis otros deseos (¡¿No tendréis queja, eh...?! Los materiales no han sido muchos) a los pies de mi cama.
No obstante y como adelanto para nuestra próxima cita en el 2017, aquí os mando el listado de títulos que todavía no están publicados en español y que he fabricado para facilitaros las cosas y que no os pille de sorpresa... Ya sé que no hay títulos de todos los países (me centro en los de habla inglesa que es lo que más controlo), pero no está de más ir dando ideas, que noto el percal un poco flojo...
Sin daros más la vara, os mando un fuerte abrazo en mi nombre y en el de todos esos monstruos (niños y no tan niños) que esperan libros de “Llani Rodari”, “Beatriz Poter”, “Yan de Brunof” o “Legüis Carrol”.


Red, yellow and blue (and a dash of white too!) de C. G. Esperanza. (Artístico)


The princess and the pony de Kate Beaton (Feminista)


Last stop in Market Street de Matt de la Peña y Christian Robinson (De humilde cotidianidad)


Waiting de Kevin Henkes (Del paso del tiempo)


Sidewalk flowers de Jon Arno Lawson y Sidney Smith (Pequeñas pero importantes cosas) NOTA: Disponible sólo en México-editorial SM.


Lenny & Lucy de Philip C. Stead y Erin E. Stead (Amigos imaginarios)


The dog that Nino didn't have de Edward Van de Vendel y Anton Van Hertbruggen (Del poder de la imaginación frente a la soledad y la realidad)


The little gardener de Emily Hughes (Botánica esperanzadora y preciosista)


The potato king de Christoph Niemann (Diferente, histórico y persuasivo)


Polar's bear underwear de Tupera Tupera (De ropa interior)


Wolfie the bunny de Ame Dickman y Zachariah OHora (De padres e hijos)


Red. A crayon's history de Michael Hall (De lo diverso)


This is Sadie de Sarah O'Leary y Julie Morstad


The nosyhood de Tim Lahan (Gráfico)


Float de Daniel Miyares (Imaginación sin palabras)


The big blue thing on the hill de Yuval Zommer (Sencillamente divertido)


Up in the garden and down in the dirt de Kate Messner y Christopher Silas Neal (Para conocer lo cercano del mundo)


Little Big Boubo de Beatrice Alemagna (Crecer)


Thing explainer: complicated stuff in simple words de Randall Munroe (Informativo)


Please, Mr. Panda de Steve Antony (Canalla)


The day the crayons came home de  Drew Daywalt y Oliver Jeffers (Continuación de una buena historia)


A fine dessert: four centuries, four families, one delicious treat de Emily Jenkins y Sophie Blackall (Dulce, inglés e histórico)


Leo, a ghost story de Mac Barnett y Christian Robinson (Amigos)


Goodnight already! De Jory John y Benji Davies (Otro para reírse)


Sonya's chickens de Phoebe Wahl (Aprender del ciclo de la vida)



lunes, 4 de enero de 2016

Desbordando la natalidad


Si algo le pido a este año nuevo es que se desborde la natalidad en España, que ya está bien la broma...
Necesitamos mucho niño en las guarderías, en las escuelas, en los institutos... Vamos, que ya saben lo que tienen que hacer en estos meses de invierno ficticio: irse a Benidorm y darle un buen meneo al cuerpo, que la cosa está muy mal. 
Sí, sí..., cuéntenme que esta vida no es apta para familias numerosas... La bolsa anda por los suelos, la prima de riesgo escalando puestos, sin gobierno que nos toree y, hartos de comidas navideñas, necesitamos un mes de ayuno. ¡Déjense de excusas y pónganse al quite! (este sujeto nacido en los ochenta ha conocido otras crisis económicas, otros chándales, otras fiestas de cumpleaños, otros coches...). 
Me da igual que necesiten un monovolúmen para transportar a la prole, que tengan que hipotecar su tiempo en cambiar pañales, y que quieran dárselo todo a todos (como dice el anuncio “¡Error!”), pero es una gran satisfacción para los ginecólogos traer almas al mundo.


Soy consciente de los problemas que traen los hijos a casa (ya saben de mi otra faceta de orientador paterno), de las dificultades de su crianza y de otros sinsabores y decepciones (los hijos somos unos desagradecidos... dar poco y chupar mucho), pero también hay que pensar en el futuro (uno con cierto colorido, que siempre es de agradecer), en la necesidad de nuevos contribuyentes al sistema de pensiones y de salud patrio (hay que ser práctico y dejarse de poses vanas) y sobre todo, de nuevos lectores de LIJ. 
Seguramente, quienes más deban de alzar su voz en esto de engendrar vástagos sean las mujeres (que también quieren tener independencia económica e irse de parranda), pero como el aquí firmante es bastante osado, aunque no pueda dar a luz, les anima a dejarse los -ismos a un lado y poner un grano de arena por barba (¡Qué invasión tan peluda! A ver si volvemos a las caras despejadas y luminosas...), yo aguantando y ustedes, pariendo.


Seguramente, durante el día de hoy, tendré muchos padres amigos (y enemigos) que se sientan aludidos por este post, pero lo cierto es que, además de defender una causa bastante necesaria tanto dentro de nuestras fronteras, como en el resto de Europa, me ha servido para introducir El árbol de los bebes de Sophie Blackall (editorial Kókinos). 
Este álbum informativo nos expone de un modo delicioso (secuencial, rítmico, diferente y, cómo no, con cierto toque humorístico) de dónde vienen o cómo se fabrican, los hijos. Lleno de infografías ágiles y muy simpáticas, de imaginación desbordante y mucho cliché, nos pone en el pellejo de una serie de personajes que dan su particular visión de la reproducción humana a un niño preguntón. Al final, son los propios padres deciden poner algo de ciencia en tanto embrollo y explicar el mecanismo para traer churumbeles a este mundo.
Así que, pasen las páginas y, aunque sea un libro orientado a primeros lectores (y a mayores que tienen que hacerle frente a una pregunta muy incómoda), es tan genial y acertado que siempre pueden aprender algo (se sorprenderían de cómo están algunos cuarentones de mal informados).