martes, 25 de abril de 2017

Cartas como premio


El viernes pasado terminó el pequeño concurso que realicé a propósito del artículo sobre la anatomía narrativa del objeto libro, uno en el que apuntaba a fajas, camisas, tapas y guardas como elementos físicos de los álbumes y que también contribuyen a la narración de estos. Habiendo valorado las aportaciones de los que participaron en él y el grado de concreción de éstas, he decidido que el premio vaya para... ¡Rubén Alejandro Cohen Tercero!, administrador de la página Bichitos Lectores.
Teniendo en cuenta que la piedra angular del concurso fue La carta de la señora González, un álbum de los españoles Sergio Lairla y Ana G. Lartitegui (A buen paso, 2019; existe otra edición anterior en Fondo de Cultura Económica), he creído que el gala más apropiado es precisamente un ejemplar de dicho libro. Así que, en breve llegará al buzón del ganador.


No obstante y siendo consciente de que son bastantes los que se han devanado los sesos con el citado concurso (casi nadie conocía este libro con tanta chicha), aquí traigo un premio inmaterial (tendré que hablar con los que llevan el tema de los patrimonios en la UNESCO...) para todos ellos y otros muchos que no participaron en él: mis apuntes sobre este álbum ilustrado.
Aunque la mayor parte de las reseñas de este álbum, una mención honorífica del III Premio A la orilla del viento, hacen referencia a la correspondencia entre la señora González y el señor Lairla (sí, los autores decidieron desempeñar un papel en esta historia que todavía no sé cómo definir... principal, secundario...), este libro es más que eso... Pero sí, el libro empieza con una carta, un buzón y un cartero, aunque la cosa se complica cuando el cartero cae a un pozo... De esta manera la carta emprende un viaje que terminará depositándola en las manos de su destinatario en loor de un amor sincero que aparta lo banal y mundano en pro de lo bello y humano.


En este libro circular -ya saben, que empiezan y terminan en el mismo lugar (o eso parece)-, además de una narración que está basada en una especie de retahíla donde capítulos a modo de peldaños se suceden utilizando como elemento narrativo la dualidad realidad-fantasía, hay que hablar de muchos elementos técnicos, muchos detalles más que pensados (N.B.: Algunos gustan de definir estos álbumes como “experimentales”, un tipo de libros en los que destacan esta pareja de autores de cuyo arte también pueden disfrutar en El libro de la suerte también editado por A buen paso).


En primer lugar me gustaría hablar de la estructura en capítulos. Si nos fijamos bien, estos capítulos empiezan la cuenta hacia delante, pero al llegar al ecuador de la narración, como por arte de magia, empiezan a sucederse hacía atrás hasta llegar de nuevo al primero, esto da una perspectiva simétrica y lo que, de manera obvia, podría parecer un libro circular, para mí son dos imágenes especulares.
En segundo lugar me gustaría hablar de la conexión que se establece entre los finales textuales de un capítulo y el siguiente. El autor utiliza el acto concluyente para dar importancia a fragmentos narrativos. […] como el ombligo de una bestia peluda., […] como la garganta de un gigante., se prestan como antesala a imágenes evocadoras y de gran carga metafórica.


No hay que olvidarse de cuestiones menos evidentes como por ejemplo:
-las guardas sintéticas (esas que nos han traído hasta este libro) donde aparecen muchos de los elementos que, aparentemente sin relación, encuentran conexión una vez leemos y releemos (¡Relectura obligada de este fantástico álbum una y otra vez! Si no, nunca van a apreciarlo en toda su magnitud ¿Me han oído? ¡Re-lec-tu-ra! Lartitegui y Lairla dixit);
-el fabuloso uso de la luz que se hace en las imágenes (fíjense en los útiles de escritura que hay sobre la mesa, ¿no creen que son las estrellas de la escena?)
-los detalles minúsculos (¡El sello! ¡El sello que hay sobre el escritorio!);
-las pequeñas figuras gráficas en blanco y negro situadas sobre el texto de los capítulos impares que cumplen un cometido referencial a la escena anterior.



Por último y teniendo en cuenta las imágenes de gran belleza (Ni se les ocurra decirme que es la primera vez que ven a ese pez payaso nadando entre los árboles), hablemos del estilo de la ilustración... Hay que decir que se erige sobre una mezcla de estilos (un tanto ecléctica pero con gran personalidad) donde el figurativo surrealista lleva la voz cantante (elementos descontextualizados buscan alojarse en el subconsciente del lector, referencias simbólicas que llaman nuestra atención, y juego, mucho juego y adivinanza). La técnica de realización es mixta (acuarela con matices a lápiz de color) y la composición está muy estudiada ya que las formas y la perspectiva (esa combinación de planos generales y primeros planos me vuelve loco...) tienen una carga narrativa importante.


Así que, llegados a este punto, creo que ya tienen más de una razón para retomar este álbum que han olvidado con mucha facilidad (una pena teniendo en cuenta que es un álbum relativamente joven). Para mí, que me gusta lo diferente y complejo (para que les recomienden libros asépticos ya tienen otros espacios más blancos y virginales), es un álbum genial. ¿Y ustedes? ¿Qué opinan?


4 comentarios:

Unknown dijo...

Una entrada maravillosa. No conocía el libro y he llegado a un punto que he decidido no seguir leyendo tu entr
ada para conocer primero el libro por mi misma y después tener tu opinión. Gracias por todo lo que me das porque es un placer aprender contigo. Siento no haberme enterado del concurso que hiciste pero he tenido la suete de disfrutar del regalo.

miriabad dijo...

Misterio, literatura e ilustración, ¡qué trío más poderoso! Yo tampoco conocía este libro. Hay que buscarlo. Gracias, Román.

miriabad dijo...

Guauuuuuuu con el vídeo. Gracias, no les conocía. Son la leche.

Román Belmonte dijo...

¡Muchas gracias a las dos por vuestros comentarios! ¡Que lo disfrutéis!