Domingo,
luce el sol y los libros salen a la palestra. Los libreros se lanzan
a la calle para dibujar el contorno de ese objeto de culto, los
lectores se dejan seducir por el romanticismo y la nostalgia de la lectura, las
instituciones nos llenan de mensajes sobre las bonanzas del papel
impreso, y un servidor prefiere irse al campo y pensar en todos los
libros que siguen buscando cobijo en la imaginación de otros...
Estaba el señor don
Libro
sentadito en su sillón,
con un ojo pasaba la
hoja
con el otro veía
televisión.
Estaba el señor don
Libro
aburrido en su sillón,
esperando a que
viniera... (a leerlo)
algún pequeño lector.
Don Libro era un tío
sabio,
que sabía de Luna y de
Sol,
que sabía de tierras y
mares,
de historias de aves,
de peces de todo color
Estaba el señor don
Libro,
tiritando de frío en
su sillón,
vino un niño, lo cogió
en sus manos
y el Libro entró en
calor.
Gloria Fuertes.
El señor don Libro.
En: Versos fritos.
2007. Madrid: Susaeta.
N.B.: Autores de las imágenes de la entrada desconocidos.
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