Para Llanos
Si hay algo que me resulta curioso de verdad en este
aislamiento obligado, es ver cómo la gente celebra su cumpleaños sola -o casi-
y en cautividad (porque esto no es un estado de alarma, queridos, esto empieza
a oler a algo más…).
Sí, el confinamiento nos va minando poco a poco el ánimo (para
eso se están ahorrando el dinero de los test rápidos, para contratar hordas de
psicólogos cuando esto acabe) y hay días especialmente chungos en los que sacar
el positivismo y encontrar la manera de cambiar de aires (y no me refiero a
abrir la ventana) se hace cuesta arriba. Lo más curioso de todo es cuando esos días
no están ligados necesariamente a las malas noticias, sino que también se
relacionan con la parte amable de la realidad que pueden significar las fiestas
de cumpleaños.
Seguramente se deba a que asociamos cualquier celebración a
un montón de gente de diferente condición que se reúne en torno a un motivo que
les haga felices. Bodas, bautizos, comuniones, aprobar una oposición o
encontrar el curro de tu vida, son ejemplos de ello, pero sin lugar a dudas, lo
más celebrado en todo el mundo son los aniversarios.
Ya saben, si uno cumple dieciocho, el libertinaje es lo que
manda. Si llegamos a la treintena, la jarana se tiñe de un cariz más apacible
aunque más elitista. Con los cuarenta toca otra de desenfreno (esta vez al
estilo más puretilla). Y así, hasta terminar con la vida. Sin dejarnos un año
por festejar.
Pero claro, ante la imposibilidad de compartir en sociedad
esos momentos, las redes sociales (nuestra conexión con los demás en estos días
enclaustrados) se han llenado de instantáneas atípicas. Gente que se sienta
sola ante los más suculentos manjares, madalenas con palillos ardiendo o un “cumpleaños
feliz” en forma de video llamada son los más socorridos. Aunque también es
cierto que están los que se envalentonan y dan forma a las ideas más dispares
como fiestas de disfraces y otras mandangas virtuales.
Con eso y todo, lo bonito es pasarlo bien, animarse y que se
note, que no se cumplen años todos los días. Y si no, siempre nos quedarán los
no-cumpleaños, pues como bien sabrán son los 374 días restantes del año.
Y enviándole un beso a mi hermana que hoy cumple unos
cuantos (¿Te ha dejado el zángano apagar las velas?), les dejo disfrutando de
este día único que nos regala la vida.
NOTA: Todas las imágenes corresponden a ¿Quién quiere celebrar mi cumpleaños? de Nora Brech editado por
Nórdica Libros.
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