jueves, 13 de mayo de 2021

El coste de la vida


Obviando el corte de pelo más comentado del último lustro, me dedico a cosas importantes como el pan de cada día, uno que se está poniendo por las nubes durante estos tiempos de especulación pandémica.
Como decía el gran Juan Luis Guerra (ya saben que un servidor es muy tropical y bachatero) el coste de la vida sube otra vez, algo de lo que, supongo, se habrán enterado si acuden con frecuencia a la frutería o la carnicería.


Desde que el virus llegó a nuestras vidas todo se ha encarecido. En principio esta subida se debió al desabastecimiento y más tarde se relacionó con un aumento del ahorro familiar (si no podíamos gastar en bares, nos pusimos a comer). En esos momentos, es la subida del IPC la que marca la pauta, algo que, de paso, nos indica que una crisis económica está muy cerca.
Los intermediarios (¿Sabían que el precio de muchos alimentos se multiplica por cinco desde el productor al consumidor final), la subida del precio de los carburantes, el transporte, la exportación y un sinfín de factores más están provocando que los alimentos básicos se estén encareciendo notablemente. Si a todo esto añadimos que cada vez es más difícil encontrar ofertas en los supermercados, un sector que cada vez está más en alza y más articulado (hay que hacer encaje de bolillos y recorrerse todas las cadenas para que la compra te resulte aceptable).


Pero descuiden, que se acerca el paquete de medidas que el gobierno ha presentado a Europa para recibir unos cuantos miles de millones de euros, y todo se pondrá más tiznado. Tendremos que sumar el sobrecoste del transporte de los productos (seguro que han oído lo de los peajes) o la subida de la cuota de autónomos (no sé si sabrán que la mayor parte de las explotaciones agropecuarias de España son pequeños productores).
Y si todo esto sucede, tendremos que echar mano de la inventiva, de las recetas de la abuela, de los mercadillos, de los pequeños productores, del mercado negro y la economía sumergida. O eso o darle a los espejismos e imaginarnos que la Nocilla® nos chorrea por las comisuras, que llueven las chuletas de cordero, y que el ron sale a borbotones de las fuentes del barrio.


Algo parecido le pasa al protagonista de Ba, un álbum de Dani Padrón y publicado esta primavera por la editorial gallega Bululú protagonizada por un bebé tan aventurero como entrañable que busca algo que, en sus balbuceos, responde al nombre de “ba”.
El pequeño empieza en la cocina, de ahí va al pasillo, mira debajo de la cuna, se cuela por la rejilla de ventilación, llega hasta una mazmorra habitada por un dragón, cruza la selva… ¿Será “ba” tan importante para jugarse la vida de esa manera?


Con un texto muy limitado (sólo aparece una sílaba), imaginación a raudales y una buena dosis de humor, el autor no presenta una historia que tiene como punto de partida el desarrollo de los primeros balbuceos de un niño, de cómo desarrolla un universo particular en torno a una palabra/un objeto y la capacidad de sorprenderse ante el mundo cotidiano.
Yo solo espero no tener que hacer como esta criatura a la hora de encontrar alimento, que tal y como se está poniendo el asunto, cada vez se va a hacer más complicado.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muchas gracias Roman.Impresionante y maravillosa reseña.