Cuando yo era un crío todos queríamos ser grandes. No en el sentido dimensional de la palabra, sino en otro más metafórico. Hacer cosas importantes, romper moldes, perpetrar hazañas, alcanzar el triunfo de una u otra manera. En definitiva, soñábamos con cambiar el mundo. Ser como Alexander Fleming, Mary Shelley, Neil Armstrong, Violeta Parra, Antonio Machado, Martin Scorsese, Margaret Hamilton o Pelé. El caso era aportar algo a este mundo necesitado de ideas.
Ahora la fama se reduce a los millones de seguidores en Instagram, los escándalos que provoques, o los desfiles a los que asistas. Todo se ha reducido a una serie de aspectos muy poco profesionales y demasiado mediáticos donde cualquiera con un poco de carisma puede resultar un producto inmejorable.
María Pombo, Ibai Llanos, Manu Ríos, King Jedet, El Rubius, Andrea Compton o Paula Gonu son algunos de los nombres de moda y, aunque ustedes no sepan quiénes son, ya les adelanto que están clasificados como personas más que influyentes, algo que sorprende teniendo en cuenta que su vida laboral se resume a posar ante un anillo de luz.
Que me dejen de rollos. Ni actores, ni cantantes, ni diseñadores, ni nada de nada. El talento, eso que buscábamos otras generaciones a base de perseverancia, trabajo y sueños, se resume hoy día en saberte vender, decir lo que el público quiere oír y no morir en el intento. Hincharte a billetes “creando contenido” (manda huevos la expresión) vacuo y efímero es lo que se lleva.
Por esta razón y no otra, habría que plantearse si los referentes de las generaciones actuales tienen la suficiente enjundia, si es necesario darle vuelo a otros referentes que ayuden a desterrar una idea que tiene que ver más con la publicidad que con el trabajo bien hecho.
Y esgrimo esta razón (que no es poca) para traer a la palestra la colección Akiparla de la editorial Akiara Books, una serie de libritos muy modestos pero con mucha chicha que deberían conocer los mediadores, sobre todo aquellos que optan por la no ficción, para darle vuelo a esto de la lectura.
Frederick Douglas, Jane Goodall, José Mujica, Wangari Maathai, Steve Jobs, Malala Yousafzai, Si’ahl, Ted Perry y Severn Cullis-Suzuki son los ocho personajes que llenan las páginas de los primeros volúmenes de estos libros con discursos sobre temas tan sugerentes como el sinsentido de la esclavitud, el mundo de los primates, la intuición, el difícil camino de muchas mujeres en ciertos contextos o el ecologismo como motor de ideas. Pronunciados ante cientos de personas en diferentes eventos, son mensajes inspiradores que han trascendido al tiempo gracias a su profundidad y que merece la pena recordar, tanto en español, como en la versión original (sí, muchos de estos libros son ediciones bilingües).
Impresos en papel reciclado, estos libros de tapa blanda (¡Me encanta el cartón kraft!) y pequeño formato, son una perita en dulce. Con comentarios a cargo de diferentes invitados (esto de la interpretación no es que me guste mucho, pero bueno, en algunos ámbitos se agradece…) e ilustraciones a dos colores de artistas de la talla de Guridi, Yael Frankel (mis favoritas), Neus Caamaño, Matías Acosta, Ana Suárez, Joan Negrescolor, Vanina Starkoff y Cinta Fosch, acompañan de contenido y gran carga metafórica las palabras de estas personas que defienden su manera de (re)construir un mundo complicado.
Recemos porque esta colección siga creciendo para alimentar las bibliotecas escolares de palabras necesarias, quizá sobre temas que se relacionen menos con los ismos de hoy día, pues se me vienen a la cabeza discursos igualmente inspiradores como el de J. K. Rowling sobre el fracaso o el Esto es agua de David Foster Wallace, que no le hagan el juego sucio a lo políticamente correcto (¡Espero que no se les ocurra incluir a mi odiada Greta Thunberg!).
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