martes, 2 de abril de 2024

¿Es Literatura Infantil y Juvenil toda la Literatura Infantil y Juvenil?


Hoy, 2 de abril, es el Día Internacional de la Literatura Infantil y Juvenil, y lejos de acercarles alguna selección especial, unos cuantos consejos para animar a la lectura en la infancia y juventud, o el mensaje al que el IBBY le da mucho vuelo estos días, he preferido hacerme una pregunta para intentar contestármela.


Se habla, se comenta que la LIJ está en lo más alto, es el sector editorial que más vende, sobre todo en papel, y goza de una salud jamás antes conocida en este país, pero cabe cuestionarse si todas esas obras que llenan las estanterías podrían considerarse dentro de esa parcela.
Lo primero es lo literario, algo de lo que ya he hablado infinidad de veces en este espacio. Para no aburrirles más con actos discursivos, diálogos entre creador y lector, y otras cuestiones estéticas les remito a estos artículos que hablan en profundidad de todas estas cuestiones.
Lo segundo tiene que ver con los adjetivos… “Infantil y juvenil”… Tienen una serie de dobleces de las que nunca he hablado. Por un lado, cuando los utilizamos en un ámbito determinado, podría inducir a pensar que se refieren a la literatura escrita por niños y adolescentes, y por otro lado, que se dirige a estos grupos de edad. 


¿Descartamos la primera acepción totalmente? En el caso de lo infantil y aunque hay niños que escriben estupendamente, sí. Sobre todo porque su experiencia, aunque próxima a la de otros niños, no les capacita para esa estética de la que hablamos antes. En el caso de lo juvenil no debemos descartarlo porque no son pocos los casos de jóvenes que se sumergen en el universo creativo y, además de conectar con sus iguales, alcanzan unas cotas de virtuosismo apabullantes. Así afirmo: sí existe una literatura juvenil escrita por jóvenes, y por cierto, con mucho éxito, algo que tendría una estrecha relación con algunos de los fenómenos (para)literarios de las redes sociales, como la escritura colaborativa o el fan-fiction.


Cuando nos referimos a la segunda acepción, el problema es más peliagudo. ¿Realmente todo lo que se dirige al público infantil está dirigido a ese público? La llamada LIJ se ha diversificado tanto últimamente que empiezo a observar cómo va perdiendo el rumbo a otros derroteros que nada tienen que ver con lo “infantil y juvenil”.
Literatura terapéutica, young adult, literatura romántica, sexualidad, cuotas para minorías… Todo parece apuntar a problemas de adultos enmascarados en libros para gente que no debería tenerlos. Esto puede tener una doble interpretación. O bien los niños y los jóvenes están sufriendo una acelerada desinfantilización, o bien los adultos son los okupas de una parcela que no les pertenece.


Si atendemos a las ventas observamos como el volumen de negocio en los libros para críos y púberes ha ido en aumento, cuando en realidad el nivel de competencia lectora es cada vez más bajo. ¿Entonces? Hay algo que no me cuadra… ¿Puede que sean los adultos los que consumen cada vez más literatura infantil y juvenil? Volvamos a las redes sociales…
Desde que Facebook, X (antes Twitter), Instagram o TikTok aparecieron en nuestros dispositivos digitales, la visibilidad de los libros infantiles y juveniles ha crecido notablemente. El conocimiento que muchos profesionales de la infancia y juventud tenían al respecto de este tipo de literatura, ha cambiado considerablemente. Las redes sociales han hecho mucho por la LIJ, al menos, la han sacado de los sótanos, de esos circuitos cerrados en los que solo los especialistas sabían moverse.
Quizá esa sea la verdadera razón por la que son los adultos quienes valoran más este tipo de producciones y, por ende, lo que ha provocado una proliferación de productos que nada tienen de infantil y/o juvenil por parte de la industria.
Sí, monstruos queridos, no toda la Literatura Infantil y Juvenil es Literatura Infantil y Juvenil.

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N.B.: Todas las imágenes que acompañan a esta entrada están extraídas del álbum El poder de las historias, un libro de Didier Lévy y Lorenzo Sangiò publicado por Ekaré. En él se cuentan los avatares de Mauricio, un felino (alguno tenía que caer...) que atrapa ratones leyéndoles en voz alta y que un día se atreve a escribir sus propias historias...


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz día LIJero, Román. Gracias por estar ahí, Miriam

Román Belmonte dijo...

¡Mil gracias a tí por estos comentarios tan breves y dedicados!