miércoles, 29 de septiembre de 2010

Derechos, libertades, huelgas generales y otras historias un poco raras


Para David, que vive en pura gangrena.
Con certeza a más de uno/a (sobre todo a todos aquellos que viven en grandes urbes) le hubiese encantado enganchar del cuello a algún liberado sindical y apretar su gaznate hasta verlo morir de asfixia… Pero como se supone que somos personas civilizadas (repito: se supone) y vivimos en una social-democracia en la que la solidaridad es la piedra angular para que cualquiera, con la mínima excusa, nos dé por el culo, no hay que alarmarse ni desenterrar el tomahawk, que todos somos ¿hermanos?
Altercados varios y piquetes aparte, todavía sigo buscando alguna mente lúcida que me explique contra quien va dirigida esta huelga un tanto tardía y a la desesperada… Tras mucho pensar (fíjense en lo que dan de sí los cuarenta y cinco minutos de viaje hasta el puesto de trabajo) he llegado a la conclusión de que este levantamiento sindical (calificarlo de obrero ya sería decir demasiado) se ha urdido en contra de los que trabajamos o al menos lo intentamos. Lo siento en el caso de que ofenda su sensibilidad, pero manda pelotas que el derecho de unos atente con la libertad de otros, sobre todo si ambas están amparadas por la carta magna, por lo que lo más necesario en todo este tinglao es un buen abogado laboralista, no sólo para luchar por un salario justo y digno, no sólo para enfrentarse al despotismo empresarial, no sólo para compaginar la vida laboral con nuestras otras vidas, sino para arrollar a los farsantes que se hacen llamar libertadores, para hacer evidente que, si uno no se preocupa por la calidad de su propio trabajo, nadie, se haga llamar Estado, se haga llamar sindicato, se haga llamar esbirro, lo hará.
Y tras desplumar esta gallina tan suculenta que hoy nos ha traído la actualidad, sólo me queda decirles que el aquí firmante, de lo único que tiene buena gana es de jubilarse, dar por finalizada la vida laboral y escuchar otras Historias un poco raras de una sola imagen que no dan para tanta cábala, como esas que Pilar Roca ha recopilado y publicado en la editorial Mil y un cuentos-M1C.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Otoñales


De súbito y por fiel mandato del calendario, ha arribado el tan poco esperado otoño, ese que arremolina las hojas en los soportales y bufa a través de las rendijas.
La verdad es que se veía venir que las estaciones de este año iban a ser muy académicas, casi de libro, cosa rara en los países mediterráneos, donde, por cuestiones de demasiado sol y poca lluvia, nos conformamos con dos: el invierno y el verano. En cualquier caso se agradece semejante transición meteorológica, porque cuando el invierno nos asusta de golpe y porrazo, la nariz se torna inerte y los riñones crujen de frío... Me conformaré con ver brotar de la tierra el azafrán que de color nazareno tiñe los campos y llenarme el buche de los hongos más variopintos (a ver si este año hay más suerte con los alumnos y se pierden entre los pinares con tal de agradecerle a este humilde maestro las lecciones que imparte…).
Y para empezar esta temporada de musgo y árboles desnudos, de lluvia y bombillas tempranas, les sugiero un título que se me antoja muy otoñal, La leyenda de Sleepy Hollow, de Washington Irving (si he de recomendar alguna edición me decanto por la de la editorial Alba, un alarde de exquisitez si atendemos a las ilustraciones de Arthur Rackman), una de esas historias sencillas con bastante misterio que han arraigado en la cultura popular, sobre todo norteamericana. Y se preguntarán: “¿Por qué otoñal?” Reside en el ideario colectivo esa premisa de que el miedo, la tensión y otros tembleques, han de ambientarse con carámbanos, temperaturas bajo cero y nieve para parar un tren, cuestión creo que debida a Hollywood y sus producciones. Pero, si tuviera que elegir una ubicación climática para cualquier historia truculenta, me decidiría por las lluvias constantes del otoño, la luz apagada del otoño, la desnudez de los bosques en otoño, la fuerza del viento en otoño, el barro en otoño y la soledad del otoño. ¿Y ustedes? ¿Qué eligen?

viernes, 24 de septiembre de 2010

Oda librera


Y como primer viernes del curso librero que nos ocupa, ¡qué mejor que una oda al mundo de las páginas! ¡Feliz fin de semana! Descansen, que ya me encargaré yo de machacar el cuerpo…

En el mundo de los libros,
puedes vivir muchas vidas
y ser alguien muy distinto.

En el mundo de los libros,
lo que se cuenta es verdad
aunque no haya sucedido.

En el mundo de los libros,
hay ciudades invisibles
donde ves lo nunca visto.

En el mundo de los libros,
ayer puede ser mañana
y el futuro ser hoy mismo.

En el mundo de los libros,
se atraviesan los espejos,
cualquier límite prohibido.

En el mundo de los libros,
todos los libros del mundo
llevan dentro un sueño escrito.

Juan Carlos Martín Ramos.
En el mundo de los libros.
En: La alfombra mágica.
Ilustraciones de Cristina Müller.
2010. Madrid: Anaya.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Reencontrarse


Son Torremolinos, Gandia, El Puerto de Santa María, Sitges o Benidorm, abanderadas de primer orden de las costas españolas, cosa que los veraneantes agradecen a manos llenas (de billetes, se sobreentiende…), pero como el que aquí se expresa es hombre de secano, casi un melón de piel de sapo, se encerriza en elegir Madrid como destino de sol y ¿playa? (¿Quién dijo que París bien vale una misa que lo hincho?... Menos mal que no soy madrileño de chotis y rosquillas listas, porque habría que soportarme a base de rosquillas tontas y algún que otro Tranquimazid®…). Por ello, ni corto ni perezoso, allá por el mes de julio, cuando el calor apretaba y aprovechando unos días entre examen y examen, enganché el macuto y me perdí por calles como la del Pez o la de las Infantas. Y perdido como estaba me dediqué a encontrarme: que si buscando este ensayo en la cuesta de Claudio Moyano, que si degustando un par de cañas en “Casa Parrondo”, que si unos fideos chinos en el subterráneo de Plaza de España, que si desde Cascorro a la Plaza de la Beata me encaramo a la terraza de “La Casa Encendida”, que mire usted los goles que le zampamos a los alemanes, ¡y a semifinales! (Nota: la semana que viene les prometo una de fútbol y chovinismo), que si esto, que si lo otro, que si lo de más allá…, pero ¡Ay Carmela! la banalidad no dio para más y quiso truncarse cuando pasé por la puerta de una buena librería (¡Soy humano, odo!) y no pude resistir la tentación de echar una ojeada rápida a los títulos de reciente (a estas alturas no tan reciente) factura…
Podría recomendarles unos cuantos de los que allí leí, pero quizá el más apropiado para esta segunda reseña de la temporada y puesto que en la primera no nos dimos el pertinente abrazo de amigos que se vuelven a ver tras un tiempo, sea El encuentro, una pequeña historieta gráfica para primeros lectores de Enrique Flores y editada por El jinete azul que, con trazo vigoroso y en pocas páginas, nos habla de eso mismo, de los reencuentros.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Rentrée


Es una verdadera lástima empezar este curso con tan pocas ganas, pero como sé de su comprensión, me disculparán con toda seguridad… No se apenen, que tamaño cansancio tiene su origen en un derroche de energía ilimitado. 
Aunque vendrán tiempos mejores, le digo adiós al verano con una pérdida de fuelle paulatina: tanto trajín estival, en vez de terminar con la reserva de grasa que tenía en el abdomen (¡malditas seáis, cervezas!), ha provocado cierta somnolencia cerebral, lo que se traduce en perrear sin límites al amago de una sombra bienhallada. El caso es que les podría contar todo tipo de triquiñuelas, pero es mejor narrárselas paso a paso, no sea que sufran un vahído y necesiten asistencia sanitaria.


Por lo pronto les tengo que informar de que soy un recién estrenado funcionario en prácticas. Den crédito a sus ojos y mis palabras: sí, el nene se ha “colocao”. Nadie dijo que fuese fácil, tampoco difícil, pero todos sabemos que, hasta que llega la hora de hacerse con una plaza en la Administración, el periplo es un auténtico coñazo. De ahí parte de mi alegría, como comprenderán… 
Les he de confesar que el éxito no se me ha subido a la pituitaria y sigo siendo el mismo mentecato que se pirra por una tarde en la playa acompañada de buena juerga. Entiéndanme, no está la vida ni la cuenta corriente para menospreciar un trabajo fijo, pero tampoco hay que basar nuestra efímera existencia en esos logros que el universo adulto nos va marcando, porque entonces, poquito a poco, nos iremos contaminando y quedaremos abandonados, marchitos y perdiendo esa frescura que algunos llamamos “felicidad”. 


Y haciendo un poco de memoria en los estantes, me he encontrado el ¿Qué es un niño? de Beatrice Alemagna. Publicado por SM hace años y ahora recuperado por Eccomi, es un libro en el que todos nos deberíamos detener alguna vez en la vida, pues con mucha hondura, se interna en ese ecosistema infantil que, alejándose de lo pueril, explora lo universal.
Ejemplos, anécdotas e impresiones que se devanan para defender la infancia como patria común de todos los mortales (Rilke o Delibes dixit) y de paso ponen en tela de juicio el ámbito de la madurez (no todos se vuelven tan sensatos y juiciosos conforme cumplen años).


La artista italiana afincada en Francia, nos presenta un recorrido por lo que, a su juicio, son los devaneos, alegrías, pensamientos y miserias que asaltan a los chiquillos. Acompañados por diecisiete criaturas, esta carta abierta sobre la niñez nos habla de gente que duerme, gente que se alimenta, gente que ríe y gente que llora en cada doble página. Al fin y al cabo, los niños son gente como tú y como yo (¿Acaso todos no hemos sido críos alguna vez?).


Una sabrosa piruleta, la nieve que cae, miradas cómplices hacia los adultos...  Es curioso como esta serie de retratos elaborados con una técnica que recuerda a la de Wolf Erlbruch, juega con nuestro subconsciente a modo de álbum de recuerdos, una especie de catálogo que funciona como espejo y ventana. Vemos la infancia a través de nosotros mismos, pero también desde una perspectiva ajena. Sorpresa, alegría, tristeza, sosiego, disfrute... Todo se convierte en una respuesta a la pregunta que da el pistoletazo de salida que se articula un diálogo interior y va saltando de un concepto a otro, al tiempo que cierra ese círculo narrativo: los niños son personas. 


Léelo, sigue esa guirnalda que construye la Alemagna en las guardas, empieza a descubrir a todos esos niños y termina por ti.

martes, 29 de junio de 2010

Despedida con olas


Retornando del oscuro abismo en el que el cerebro crepita como la broza seca (léase “oposición”), les diré que el primer ejercicio no resultó tan grave como se esperaba: escribí unas cuantas páginas al respecto del tema elegido, lo traté de manera completa y fui bastante meticuloso con la presentación y caligrafía. En síntesis, esperaré al segundo ejercicio y la nota final, que siempre gusta de ser sorpresiva (¿Alguien conoce un tipo de examen realmente objetivo…? Como profesor que soy les diré que no).
Y ahora llega lo dramático de esta noticia: la despedida… Sí, me marcho, que uno también se merece unas vacaciones. No sé por cuanto tiempo, la verdad sea dicha, pero creo con seguridad que volveremos a vernos allá por septiembre, cuando el curso escolar comience, cuando las editoriales nos oferten novedades, cuando los maestros comiencen a enseñar de nuevo. Pero tranquilícense, no crean que voy a pasar el rigor veraniego rascándome la barriga (¡dichosas abdominales!), leeré lo que pueda, visitaré nuevos lugares que me inspiren, pensaré en iniciativas que les agraden y traeré nuevas formas verbales con las que hacerles reír o enfadarse (ya saben como funciona este espacio…). Pero hasta entonces, les dejo con un libro y un deseo.
Como lectura les recomiendo un chapuzón en un mar muy particular, En el mar de la imaginación, uno de esos sitios que mojan la sonrisa, que nos dejan construir castillos en el aire, que nos permiten respirar hondo y sentirnos vivos… Uno de esos sitios que les gustan mucho a los maestros (siempre lo mencionan en los cursos que imparto o a los que asisto) y que se merecía una mención en esta época de tan altas temperaturas. Así que sumérjanse en las historias de Rafael Calatayud Cano, esas que hablan de Bárbara, Salva, Elsa o Julio, esas que ilustró en su día Roger Olmos, y disfruten mucho, muchísimo.
En cuanto al deseo, sólo quiero que pasen un feliz verano, sin gastar mucho dinero, con mucha alegría y con más salud, sencillamente por la fidelidad con la que me leen, por recomendarme este o aquel libro, por el tiempo que me dedican y por ser una pequeña parte de este sitio donde viven los monstruos.
Hasta pronto.

viernes, 25 de junio de 2010

El mar... La mar...


Mañana debuto por enésima vez en el maravilloso mundo de las oposiciones… Y como no sé qué más decir, me remito al mar, a sus olas… ¡Quién pudiera disfrutarlo!... Deséenme suerte, sólo eso. Hasta la semana próxima.

Aquí, junto al mar,
el cielo ¡tan cerca!
se puede tocar.

Estrellas de agua
y agua de cristal,
como una campana.

Aquí, en la arena,
el agua se amansa,
el cielo marea.

En la playa, playa,
los niños enredan
con sus manos largas.

Aquí, junto al mar
-¡la vida tan cerca!-
se puede jugar.

José María Plaza.
Junto al mar.
En: Pajarulí. Poemas para seguir andando.
Selección de José María Plaza.
Ilustraciones de Noemí Villamuza.2009. León: Everest.

lunes, 21 de junio de 2010

El fin de un verano que no llega...


Auguran los partes meteorológicos que este va a ser el verano más caluroso de los que han atravesado estas latitudes y que, inexorablemente, arriban mañana las altas temperaturas a nuestro terruño. No creo ni una pizca de estas profecías, menos todavía cuando la climatología ha dejado por tierra al mismísimo refranero castellano, que de sabiduría rebosa un rato. ¡Ya no sé qué hacer con la cazadora! Si desterrarla en el fondo del ropero o cargar con ella todo el santo día… Lo más grave es que llevo tres semanas a pique de pillar un perrequeque con tanto ajetreo de vestimenta, y así uno no puede estudiar, corregir o planear psicodramas para todo tipo de alumnado. El mayor de los males es que no puedo hacer uso del abono mensual de la piscina, que el agua está que jode a semejantes inclemencias.
Por si acaso, he decidido, ponerle punto y final a este comienzo de verano, no sea que se largue como ha venido y nos deje con tres palmos de narices. Por todo esto y curándome en salud (no hay nada mejor que adelantarse a los designios del tiempo) les dejo que disfruten de este sol que amenaza con esconderse con El último día de verano, un álbum ilustrado de Cristina Pérez Navarro publicado en la colección Sopa de libros de la editorial Anaya y que me recomendó en su día la sempiterna bibliotecaria Encarnita, que además de coletazos veraniegos, nos habla de lo importante que es conservar la costa para legarla a los que queden, a los que vengan –cuña humorística: sean alemanes, ingleses o de las islas bálticas, el caso es que se dejen la guita, que falta nos hace-.
Y no se confíen: tápense durante la noche.

viernes, 18 de junio de 2010

Flores que caen


Enlutadas palabras plañen sobre el féretro de hoy, más debieran ser alegres en vez de gemir un triste son; así lo merece el muerto, así.
Hoy ha muerto Saramago. Y siempre que muere un reguero de tinta, un pétalo cae de esta, mi flor, regada cada día para que las palabras nos recuerden que la imaginación del hombre ondeará sobre todas las cosas, sobre todas las flores…
* * *
[…]
Baja el niño la montaña,
Atraviesa el mundo todo,
Llega al gran río Nilo,
En el hueco de las manos recoge
Cuanta agua le cabía.
Vuelve a atravesar el mundo
Por la pendiente se arrastra,
Tres gotas que llegaron,
Se las bebió la flor sedienta.
Veinte veces de aquí allí,
Cien mil viajes a la Luna,
La sangre en los pies descalzos,
Pero la flor erguida
Ya daba perfume al aire,
Y como si fuese un roble
Ponía sombra en el suelo.
[…]

José Saramago.
La flor más grande del mundo.
Ilustraciones de Joao Caetano.
2007. Madrid: Alfaguara.

lunes, 14 de junio de 2010

Bibliotecas al galope



A las bibliotecarias y bibliotecarios que me siguen a diario.

La boda del sábado, apoteósica, gracias (pregúntenle a mi cuerpo… ¡Bufff!).
Dejando caer la cortinilla (a veces hay que correr el telón de manera repentina y dejar que el tiempo siga su camino, y las dos semanas que restan son cruciales para preparar a conciencia el examen de oposición que me espera el sábado 26 de este mes… ¡Ea!) y sin mucho preámbulo, hoy les traigo un libro exquisito y que puede ser un buen regalo para todas las bibliotecarias y bibliotecarios que siguen este espacio, La señora de los libros, de Heather Henson y David Small (autor también de La jardinera, reseñado aquí hace un tiempo). Este álbum ilustrado publicado por la editorial Juventud, narra la historia de una de esas bibliotecarias que recorrían a caballo el oeste norteamericano para poblar de libros los hogares más inaccesibles, más alejados.
Por supuesto que es una historia con final feliz que les invito a leer, pero aprovechando la divulgación que ésta hace de un proyecto que se llevó a cabo en los Estados Unidos en los años treinta, quiero hacerles llegar otro tipo de acciones por la lectura que también se llevaron a cabo en España en la misma época, concretamente en la Segunda República (1931-1936) –¡y seguimos contribuyendo a la mitificación de este periodo de nuestra historia!-, época en la que, a través de las Misiones Pedagógicas (esas que abanderó María Moliner, la del diccionario, sí), se crearon bibliotecas ubicadas en las aulas educativas del mundo rural, concretamente en aquellas localidades más desfavorecidas y alejadas de la cultura, donde el maestro, además de utilizar el fondo de la misma para su ejercicio pedagógico durante la jornada escolar, al acabar ésta, lo prestaba al resto de la población, haciendo posible así que la cultura arribase a los puntos más apartados de la geografía española, todo ello enmarcado en una organización bien estudiada donde el profesorado recibía nociones de biblioteconomía.Y así, con bibliotecas viajeras, con analfabetos que dejan de serlo y esa magia que tienen las palabras, les dejo que me toca repasar…

viernes, 11 de junio de 2010

De bodas y bailes


Les aviso que este fin de semana asisto a una boda de postín (¡con la que está cayendo!), de esas de pamela y chaqué, cosa fina teniendo en cuenta el pelaje de los invitados, a cada cual más garrulo y chabacano…
(Suspiro) ¡Siempre nos quedará París…! O en su defecto “Vinos El Gordo” (aprovecho para hacer la cuña publicitaria pertinente), que bien valen una buena misa, o en su defecto, una juerga…. En cualquier caso, intentaremos pasarlo como arrabaleros, eso sí, caracterizados de personajes elegantes, al son de cualquier bailecito de bodas como este:

Por el Totoral,
bailan las totoras
del ceremonial.

Al tuturleo
que las totorea,
baila el benteveo
con su bentevea.

¿Quién vio a picofeo
tan pavo real,
entre las totoras,
por el Totoral?

Clavel ni alhelí,
nunca al rondaflor
vieron tan señor
como al benteví.
Cola color sí,
color no, al ojal,
entre las totoras,
por el Totoral.

Benteveo, bien,
al tuturulú,
chicoleas tú
con tu ten con ten.
¿Quién picará a quién,
al punto final,
entre las totoras,
por el Totoral?

Por el Totoral
bailan las totoras
del matrimonial.

Rafael Alberti.
Bailecito de bodas.
En: Rafael Alberti para niños.
Edición de Mª Asunción Mateo.
Ilustraciones del autor.
2000. Madrid: Ediciones de la Torre.

P. S.: Y si no me leen el lunes, ya saben el motivo… ¡Buen fin de semana!

miércoles, 9 de junio de 2010

El humor en los tiempos del trajín


Una vez transcurrida esa jornada de huelga que se prometía insulsa, sin garra ni condimento (sólo faltaba la inimitable Sara Montiel diciendo eso de “¡¿Pero que invento es esto?!”), aquí regreso para hacer gala de mi “humol-amalillo” y relatarles algún que otro invento…
Llevo unos días horribles, no es desánimo ni otra patología que necesite asistencia inmediata, más bien podríamos definirlo como desenfreno, que bien mirado, es necesario en algunos momentos de la vida, sobre todo si lo encauzamos debajo de alguna sábana (Mami, ¿qué será lo que tiene el negroooo?). Estoy alterado, y eso que todavía no he parado de camino a mi lugar de trabajo y segar matas de los campos de opio que blanquean el camino… Más bien se debe a la cantidad de recados que tengo que hacer al cabo del día: “Recoge esta carta certificada”, “Levantaos del suelo, maleducados”, “Envía esos documentos”, “Necesito dos tablas de 24 x 109 cm”, “¿Te vienes a echarte una cerveza?”, “¿Cómo voy a decir que no?”, “La programación…”, “Todavía nos quedan las evaluaciones”, “Hay que preparar los exámenes de septiembre” y un largo etcétera de sinvivires (¿alguien podría corroborarme la existencia del plural que acabo de utilizar?). Si a este catálogo de estares le unimos que la editorial que ha publicado el título de hoy no ha tardado mucho a la clamorosa petición para que me facilitasen una imagen en condiciones del mismo, esto se parece más a un cajón de sastre que a un blog, ¡hasta mis alumnos los hacen mejores! El caso es que he creído muy necesario reseñar Tantos tigres atados del coreano Moon-hee Kwon por ser una de esas historias desternillantes que ahonda en nuestro buen humor y dan un poco de tregua a todos esos holgazanes que con mucho ingenio saben sacar adelante las más descabelladas empresas. Sólo haría una salvedad (no sé si al autor o al traductor): todavía no conozco ningún animal, por lo menos de esta parte del universo, que defeque por la cola… Je, je, je, je, je… Lean el libro y adivinen el porqué.

lunes, 7 de junio de 2010

Números y letras


No recuerdo si lo he comentado en alguna ocasión, pero como viene al hilo, lo cuento pese a arriesgarme al insoportable arte de la repetición. Giraba el año 2006 y yo andaba con él por parte de la geografía manchega defendiendo desde varias palestras la bonanza de los libros para participar en el proceso de enseñanza-aprendizaje de aquellas materias que no fueran las exclusivamente lingüísticas. Con detractores y seguidores desarrollé mi personal teoría de cómo las letras podían cooperar con la tecnología, la anatomía, la historia o las matemáticas (si alguien tiene interés en profundizar sobre el tema puede leer un artículo de mi autoría dedicado a este tema y publicado en el número 227 de la revista CLIJ)… La lástima del asunto es que, con esto de la innovación educativa, pasamos del desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación al plan de lectura, y de este a los ordenadores portátiles, y de ellos (y con toda seguridad) a la taza del váter que para eso se está deteriorando de modo irremediable la Educación… Los optimistas (como yo… ¡No se rían!) pensamos que esta crisis va a venir de perlas a esta sociedad del usar y tirar, y que si algo va a salir beneficiado y fortalecido serán las aulas (no se extrañen: por algo se empieza, aunque sea un pedo…).
Y para ir calentando motores (no sé para qué si el año que viene no va a ser necesaria la calefacción atendiendo al calor humano que van a emanar los cuerpos de nuestros alumnos que, como sardinas en lata, se agolparán en los pupitres, como antaño, cuando los grupos superaban la cuarentena) hoy les recomiendo un álbum ilustrado muy numérico y gracioso. Don Queharé, de Ruth Vilar y Arnal Ballester (editorial La Galera), aunque hace uso de recursos muy utilizados en la LIJ, por ejemplo el de la retahíla y la simetría textual, también se decanta por el sinsentido más absurdo para seguir la marcha de un cartero bastante peculiar y de paso, aprender a contar unos cuantos números -¡viva la interdisciplinariedad!-.
Tomen nota y cuenten, que con las rebajas de la nómina, más nos vale.

viernes, 4 de junio de 2010

Terminando la primavera


El que aquí escribe todo tipo de duelos y quebrantos (denótense así mis orígenes manchegos… y su gastronomía) se las ve y se las desea para encontrar todas las semanas, versos que no resulten repetitivos –uno no llega a la altura de Salvia y su blog de “Poesia Infantil i Juvenil”-, así que de vez en cuando hay que usar poemas de relleno, que son tan válidos como los escogidos adrede… Y este viernes, porque sí y pasa salir del paso, le llega el turno a Juan Ramón Jiménez y unas rimas tituladas Abril… y no se preocupen por tanta primavera, que la semana próxima prometo traerles algo con sabor a mar y castillos de arena…

El chamariz en el chopo.
- ¿Y qué más?
El chopo en el cielo azul.
- ¿Y qué más?
El cielo azul en el agua.
- ¿Y qué más?
El agua en la hojita nueva.
- ¿Y qué más?
La hojita nueva en la rosa.
- ¿Y qué más?
La rosa en mi corazón.
- ¿Y qué más?
¡Mi corazón en el tuyo!

Juan Ramón Jiménez.
Abril
En: Letras para armar poemas.
Selección y prólogo de Ana Pelegrín.
Ilustraciones de Tino Gatagán.
2000. Madrid: Alfaguara.

miércoles, 2 de junio de 2010

Me encantan los libros para niños



Cada vez que viene un invitado a casa y ve las baldas a rebosar de libros para niños, una pregunta asoma por mi cabeza: ¿He de justificarme ante este alarde de infantilismo? Tras recapacitar unos segundos me respondo a mí mismo con otra cuestión: ¿Acaso no puedo seguir siendo el Peter Pan que soy? Y cuando el invitado me mira, se acerca a la estantería y ojea cualquiera de ellos mientras en su cara triunfa la sonrisa, decido no abrir el pico, coger otro libro y sentarme junto a él.
Los adultos somos prejuiciosos, de eso no cabe duda, más todavía si nos aferramos al material del que están hechos esos estúpidos cajones llamados cánones y que la sociedad ha establecido para hacernos un poco más infelices. Son muchas las veces en las que los estereotipos no nos dejan vivir y pretendemos ser lo que no somos, en una palabra, artificiales, cosa a la que no estoy acostumbrado (por eso tengo un blog como este…, para que todos mis ligues pongan cara de extrañados la primera vez que topan con él… Ja, ja, ja).
Vivir encasillados tampoco nos deja experimentar sensaciones desconocidas que quizá nos llenasen de felicidad… una lástima teniendo en cuenta lo mucho que nos ofrece la inmensidad del mar y el diámetro terrestre, ¡cómo para andarse con remilgos! Pese a ello, algo tenemos que tener claro: un padre no puede ser un amigo, una novia no puede ser una madre, un fontanero no puede ejercer de policía, ni el médico de maestro, todos somos lo que somos, lo que no nos impide disfrutar de lo que otros viven a diario.
Por todo ello, hoy les hago una propuesta: abran las puertas de sus librerías, de sus estantes favoritos, de todos los libros infantiles que tengan escondidos debajo de la almohada, entre los periódicos viejos del salón o sobre la mesilla de noche, y préstenselos a sus parientes, amigos y enemigos para que lleguen a esa conclusión a la que todos nosotros llegamos un día: ME ENCANTAN LOS LIBROS PARA NIÑOS.

P.S.: Y si alguno no llegara a esa conclusión, siempre pueden regalarle el libro álbum que hoy reseño en esta noticia, Cómo enseñar a tus padres a disfrutar de los libros para niños, de Alain Serres y Bruno Heitz, una obra que además de dar muy buenas razones para la lectura de este tipo de libros, hace unos guiños muy graciosos a conocidísimos álbumes ilustrados.

lunes, 31 de mayo de 2010

El señor de las moscas


Si creían que iba a pasar del largo sobre la tanda de “medidas de austeridad” del Gobierno, se equivocaban. Simplemente era una pequeña demora para terminar el libro de hoy y ofrecerles una crónica más apetitosa (me encanta la carroña y la naturaleza humana, lo siento). Si a ello añadimos el uñero con el que ha despertado mi pie derecho hoy, creo que esta noticia tendrá su éxito.
Sí, soy funcionario, de esos pudientes, como dice nuestro Gobierno, que manejan billetes a manos llenas. Y no les llevo la contraria, ya que el próximo mes me toca acercarme al banco unas cuantas veces: que si hipoteca, que si la contribución, el seguro del coche, una lavadora, media docena de sillas, la derrama de la comunidad y otras serie de facturas (¡menos mal que no tengo descendencia, si no me desangraban…). Será eso, que soy rico. Y como lo soy, no pienso acudir a eso que algunos llaman “huelga”, no sólo acogiéndome a lo que queda en mi cuenta bancaria, sino al dictamen con el que muchos votantes suelen acallar a los no votantes como yo, “luego no te quejes…” así que, prefiero que vayan ellos a desfogar que para eso tuvieron un presidente electo (N.B.: Si les dejan, porque tengo constancia de que en algunos lugares de trabajo de la Administración Pública ya están pidiendo declaraciones juradas de aquellos que tienen intención de no trabajar el día 8 de junio… ¡Aysssssss! Si es que estos socialistas no son buenos… Coartar un derecho constitucional, ¡Habrase visto!... ¡Menos mal que no les ha dado por coser estrellas de cinco puntas sobre la ropa!).
Siento si hiero su sensibilidad, pero eran de esperar los acontecimientos, ya que en esta dictadura del progresismo y la solidaridad (la hay de todos tipos: fascistas, chavistas, castristas, kirchneristas…), lo que prima es mantener un Estado subvencionado para unos a costa de parasitar a otros, en vez de tomar medidas para crear empleo y engrandecer nuestra dignidad (¿Se dan cuenta de la cantidad de gente joven que está terminando su formación y va a dar con sus huesos en la fachada del INEM…? Que la cola del paro y de los planes de empleo es muy dura, se lo dice un experto) y de paso, nuestra patria.
“Non ti preocupare”, zapatazos como este (son los pormenores de tener un apellido tan “oficioso”) eran de esperar sobre todo si proceden de una apariencia inofensiva…, porque, díganme: ¿Acaso la mente infantil del Jack de El señor de las moscas no se subyuga ante el poder absoluto en la isla? ¿Acaso su lanza no es capaz de atravesar cualquier palabra en desacuerdo?... Opinen lo que opinen sobre Jack, Ralph, Roger o Piggy, mi favorito sigue siendo Simón. Adivinen porqué.

Banda sonora original: De los malos. Elbicho.

viernes, 28 de mayo de 2010

Vacas...


Adoraba el sonido ritmico de la leche cayendo en el cubo..., cremosa, tibia. Nadie diría que fui nieto de un granjero que ponía nombres como Ceniza o Jilguera a sus vacas...

Como peso muchos kilos
soy un animal tranquilo.

En el norte vivo suelta
y puedo darme una vuelta.

Trasgo hierba y como pienso,
tengo un apetito inmenso.

Tanto ahora como antes
siempre he sido un rumiante.

Me miran mucho los perros
si llevo puesto el cencerro.

Si veo una mosca sola
la golpeo con mi cola.

En mi piel hay grandes manchas,
blancas y negras, muy anchas.

Una cosa me descubre:
lo grande que son mis ubres.

Mi familia es un tesoro,
y mi marido es el toro.

Nazca en mayo o en febrero
mi hijo siempre es un ternero.

Leche, mantequilla y queso;
sirvo para todo eso.

A Suiza o a Holanda,
siempre voy donde me mandan.

Si alguna no está delgada
dirán que es de mi manada.

Aunque esté atada a una estaca
no dejo de ser la …

Rafael Ordóñez Cuadrado.
Animales muy normales.
Ilustraciones de Susana Fernández Igual

2005. Madrid: Alfaguara

miércoles, 26 de mayo de 2010

Del álbum ilustrado español



Como hoy ando algo alterado y ladro más que hablo (¡malditas seáis, oposiciones!), he decidido ir al grano y dejarme de esos rodeos que, puntada tras puntada, desgranan lo más florido de mi vida personal, por lo que ¡agárrense que vienen curvaaaaaas…!
En una de las entradas de la semana pasada, afirmé que no sólo los alemanes o ingleses eran los únicos artífices de los buenos álbumes ilustrados… Sí, sí, ya sé que les encanta el topo de Wolf Erlbruch, los manchurrones de acuarela de Quentin Blake o el preciosismo de Quint Buchholz, pero uno también ha de defender el arte patrio y anunciar a los cuatro vientos las bondades del álbum ilustrado “made in Spain”, que para eso uno tiene su vena chovinista, ¡odo!
Hablemos de lo que hablemos, el problema del español es el de siempre, que no sabe darse el suficiente pábulo y crear un producto ampliamente publicitado (que bien mirado, también es un arte…), y eso que en cuestiones literarias y pictóricas tenemos un status dentro del Viejo Continente. Aunque así sea, les digo: No se sientan acomplejados mis queridos compatriotas ilustradores y escritores porque aquí, también hay tomate, ¡y del bueno!
Pese a ello les debo una disculpa, ya que muchas son las veces que dejo de lado el trabajo de los de aquí y me decanto más por el de los de allí, así que entono el Mea culpa y les hago una reverencia de reconocimiento y agradecimiento.
En cualquier caso, lo de hoy, más que una reflexión de viva voz, es casi una denuncia de lo que el otro día me aconteció… Andaba yo mariposeando de tomo en lomo, de estante a balda, cuando un pequeño libro arremetió contra mi curiosidad. Pertenecía a la colección de Sopa de letras, esa tan conocida de la editorial Anaya, y llevaba una pequeña banda de papel amarillo que rezaba Premio de Álbum Infantil Ilustrado “Princesa de Éboli” 2008, lo que llamó todavía más mi atención… Lo abrí y leí allí mismo, de pie. Y me encontré con un relato tan pequeño como gracioso, con unas ilustraciones animadas, absurdas y geniales, y lo mejor de todo: barato (toma nota Encarnita…). Sencillamente, El día que olvidé cerrar el grifo de Lucía Serrano, me chifló…, pero (siempre hay un pero) lo que no me parece nada correcto por parte de la editorial Anaya, es el formato en el que ha editado su libro (lo que no resta merito al haberlo editado… para el césar, lo que le corresponde), un formato que desluce considerablemente las ilustraciones, que no deja apreciarlas ni disfrutar de sus íntimos detalles… Decir como punto y final que, si esta obra la firmase Babette Cole, seguramente se hubieran cuidado más esos “pequeños” detalles.
¡Y que viva el libro-álbum español!

lunes, 24 de mayo de 2010

De lo humano...


-Ya no es lo que era o, probablemente, no lo parece…
- ¿Quién?
- El hombre… Menos misericordioso, más hermético, menos sensible, más sexuales, más endiosado, en definitiva, más humano que nunca...

Y llegados a este punto, cabe cuestionarse eso de “¿Hasta dónde llegaremos?”.
Sólo un cataclismo puede librarnos de esta degradación tan suculenta, que holla lo incomprensible. Y así vendrán otras guerras, otros mundos, para recordarnos lo mal que lo hemos hecho durante las últimas décadas.
Pensarán en qué bicho tropical me ha picado esta mañana, a lo que respondo que dos, una película y un libro, aunque de procedencia más nórdica, que desgrano a continuación.
La cinta blanca, filme muy alabado por la crítica, es de esas películas con gusto indescriptible, no como los buenos vinos, sino como los mejores vinagres. Larga y un poco flácida (a fin de cuentas sólo pretende contar la vida de un pueblecito alemán) aboga por explayarse en una cuestión bastante peliaguda: la educación como germen del belicismo. Tema canalla y que provoca cierta repulsa hacia este título del séptimo arte, me sugiere puntos en común con la realidad actual… Así que, vean y comparen.
Por otro lado esta esa “canción” (a veces los libros toman otra forma de arte…) con la que la editorial Los cuatro azules nos ha sorprendido esta primavera (de paso agradecería a estas editoras que facilitaran imágenes de cierta calidad sobre los libros que editan, porque me las veo negras para dar con ellas, de ahí que la imagen de hoy se refiera a la edición alemana)… Algo con lo que nadie había contado, de Marit Törnqvist, aunque parezca una obra dirigida a niños (tanto sentido metafórico puede parecer enrevesado al joven lector…, ¿alguien se atreve a establecer similitudes con la obra de Jimmy Liao?), se adhiere a ese mensaje que hoy forma parte de este blog: “¿Hasta donde nos llevará esta sociedad fuera de sí?”… Seguramente al mismo sitio de siempre, quizá a ninguno…, lo esperanzador es que todavía hay personas que andan contracorriente, que se preocupan por los demás, que creen en las casualidades, en lo hermoso de la vida.
De todos modos, no se aflijan, y sigan viviendo, es lo único que nos queda a fin de cuentas…

viernes, 21 de mayo de 2010

Terminar la semana con un beso


Y para terminar la semana con algo más de amor y gestos de complicidad, ahí les dejo con una tanda de besos que, aunque a veces suenen castos y puros, siempre esconden algo lúbrico que a muchos nos eriza el vello… Y... ¿por qué no? ¡Bésense este fin de semana!

- ¿Qué es aquello?
- Una cometa,
un destello,
un camino de luz.
Pide un deseo.
- ¿Por qué me miras con ojos traviesos?
- Porque le he pedido
que me des un montón de besos.

Txabi Arnal Gil.
Besos.
Ilustraciones de Julio Antonio Blasco.
2009. Barcelona: Pintar Pintar.

miércoles, 19 de mayo de 2010

L'amour...


Con estas temperaturas y con lo revolucionadas que andan las aulas, podemos considerar que la primavera ya ha llegado…, aunque no siguiendo la estela de otros años, es decir, pasito a pasito, que esta vez ha sido de golpe y porrazo, bruscamente, como una tormenta de verano. Y así ha pasado, que la libido de mis alumnos, más pingos y casquivanos que nunca, anda por la estratosfera (les confieso que casi rozando la mía, ja, ja, ja)… Aviso, por si no se han percatado, que no sólo los centros educativos están corrompidos de ese tufo a feromonas, sino que en cualquier callejón pueden darse de bruces con un par de tórtolos y arrumacos sin mesura, por lo que será mejor curarse de espanto y dejar que las artes amatorias fluyan estos días de calidez y olor a yerba segada…, quienes puedan, de eso no hay duda, porque los que andamos a dos velas, tenemos que conformarnos con eso que algunos llaman la sana envidia… o no, que en cualquier momento nos puede dar un aberrunto y echar al lazo a un/a buen/a mozo/a para que soporte las rondas nocturnas de esta o aquella guisa, que, ya dicen los viejos, siempre se encuentra roto para un descosido… Lo poco deseable es que no encajen como es debido, pero para eso, ya está la soledad, que siempre halla lugar donde quedarse. Y no nos pongamos melancólicos ni llorones, que se abatojan los ojos de lágrimas y no queda lugar para la risa…
Y como hoy celebro la llegada de Cupido a nuestras vidas, he creído conveniente reseñar un álbum ilustrado de lo más amoroso, que esos también me gustan aunque no los reseñe con la misma frecuencia que otros… La gran fábrica de las palabras, un texto de Agnès de Lestrade acompañado por las ilustraciones de una seguidora de este blog (no sé si considerarme famoso…, je, je, je), Valeria Docampo y editado por la editorial catalana Sleepyslaps, nos habla de las palabras que a unos les sobran, de las palabras que otros recogen y de esa hermosa conjunción entre unas, otras y el silencio, que siempre pilla a mano cuando queremos declararnos a alguien.
¡Y que viva el amor, “manque pierda”!

B.S.O.: Wo ist die Liebe in? Lea-Marie, http://www.youtube.com/watch?v=KWc13wHcBCk

lunes, 17 de mayo de 2010

De fines de semana y reediciones


¿Saben quién les puede ofrecer un fin de semana que aúne romerías, uno de los clásicos de Hitchcock y reparaciones de sillas…? No lo duden mucho: Yo (Risas enlatadas). Y si quieren más detalles, les relato a continuación:
Albacete, viernes 14 de mayo de 2010. Psicosis en la gran pantalla. Una oportunidad para engrandecer la cultura cinematográfica. Una oportunidad de escaparse de los apuntes. Una oportunidad de contemplar los medios ínfimos con los que se contaban en 1960, sus resultados y compararlos con los actuales. ¡Menos mal que el hombre involuciona! Y después: caracoles y vino tinto. Es lo suyo.
Villamalea, sábado 15 de mayo de 2010. Si alguno de ustedes no han asistido nunca a los festejos que en este pueblo de La Manchuela dedican a San Isidro, háganlo, se perderían la mayor amalgama de diversión castiza que conozco.
Albacete, domingo 16 de mayo de 2010. Tras mucho penar con el aceite de linaza, el decapante, la cera de abeja, el líquido anti-carcoma y otras sustancias cancerígenas, casi he finalizado la supuesta restauración de dos sillas desvencijadas que me encontré en el desván… Sólo necesito enea y tiempo para tejer el asiento…
Y después de este cuaderno de bitácora (no sé si con mucha chispa y salero, dos de las cosas que más me caracterizan…) he de terminar con un golpe serio, ya que el libro de hoy merece eso y mucho más... Pese a la gravedad de este libro, considerado uno de los clásicos del álbum ilustrado español (no sólo los ingleses y alemanes saben hacerlos…), hemos de alegrarnos soberanamente ya que la editorial El Jinete Azul ha decidido reeditarla tras muchos años. Yo las quería no necesita mucha presentación, con solo decirles que pienso comprarme este libro de María Martínez i Vendrell (a la tinta) y Carme Solé Vendrell (al pincel), lo digo todo. Léanlo y después me cuentan…

viernes, 14 de mayo de 2010

Cuando los pupitres se quedan vacíos


Giramos la cabeza y, tras las cortinas de agua que nos regalan los nubarrones de mayo, nos percatamos de lo transitorio de nuestros pasos…
Ayer recibí la noticia de que Jesús, “El Torcío”, catorce años, no más, había sido hallado muerto una mañana... Padecía una enfermedad degenerativa, lo que no le impedía seguir siendo tan vago a la hora de estudiar la asignatura que un servidor le impartía, ni para invitarme una y otra vez a ver los hurones con los que cazaba en la sierra socoveña…
A veces los alumnos se van y los profesores quedamos, lo que nos llena de la extraña sensación que recorre a aquellos que pierden un pedazo de sí mismos…

Salen los niños alegres
de la escuela,
poniendo en el aire tibio
del abril canciones tiernas.

¡Qué alegría tiene el hondo
silencio de la calleja!
Un silencio hecho pedazos
por risas de plata nueva.

Federico García Lorca.
Canción primaveral.
En: Obra completas. Vol. I.
1978. Madrid: Aguilar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Novedad que no lo es






Seguramente estaban esperando que hoy les deslumbrase con alguno de los títulos que he colocado arriba y que han lanzado las editoriales durante estas semanas, como son La casa de Innocenti y Lewis (que ha deslumbrado de nuevo con su arte realista y que tiene a casi todas las bibliotecarias a punto de alcanzar el orgasmo…), Nat y el secreto de Eleonora de Le Ray y Dautremer (¡hasta qué punto van a exprimir el arte de esta chica!), el Hansel y Gretel de Mattotti (la tinta china, el claroscuro y el miedo infantil, ¡al poder!) o el Esconderse en un lugar del mundo de Liao (profundidad poética donde las haya)… , ¡pero no! -ríanse, deseo que lo hagan-…, he decidido dedicarme a otro librillo que también recojo en las imágenes, concretamente al que se refiere la quinta, Consejos para las niñas buenas, un texto de Mark Twain ilustrado por la española Montse Ginesta y publicado por Libros del Zorro Rojo.
Quizá opinen que no es ninguna novedad de esta primavera, pero como un servidor se lo cruzó el otro día junto a los otros cuatro sobre las baldas de una librería, no lo conocía y prefiere hablar de otros libros y autores que no sean los de siempre (como se nota la vis comercial de las casas editoriales…), aquí se lo traigo, recién sacado del desguace que regento.
No les pille por sorpresa que me guste Mark Twain, ese genio considerado por muchos el primer autor de la literatura norteamericana moderna y que hoy deslumbra hasta al más sibarita. Samuel Langhorne Clemens, verdadero nombre de Twain, era un progresista (de los de antes, perdónenme los de ahora) con una ironía refinada y devastadora, y que tuvo los cojones para nacer y morir con el paso del cometa Halley sobre las cabezas de sus contemporáneos. Pero también era un niño, y como tal, se pasó la vida hablando de otros niños que usaban su supuesta inocencia para poner a caer de un burro a cualquier adulto con mucha picardía y algún que otro piropo.
Y sin más dilación les presento este recetario de consejos para niñas que quieren ser malas y tienen que aparentar ser buenas, para niñas que quieren aprender a desenvolverse en la doble moral de los adultos, en definitiva, para niñas de las de siempre (no se ofendan las féminas, que nos conocemos…). Así que ténganlo en cuenta, si le regalan este libro a una niña, es posible que creen un monstruo (o no…).

lunes, 10 de mayo de 2010

Repeticiones


Los hay que son partidarios de releer un libro una y otra vez, buscando en él todo tipo de sensaciones y momentos, porque, tanto nosotros, lectores, como ellos, libros, cambiamos con el paso del tiempo, y eso, en mi pueblo, se llama evolucionar.
Un servidor no se encuentra entre este grupo de afectados por la repetición, ya que, excepto un par de libros, no acostumbro a releer. He aquí mis razones:
a. Escasez de tiempo y abundancia de obras. El lector que se precia de serlo, aboga por la diversidad, es plural, es decir, lee esto y aquello, lo de aquí y lo de allí, por ello, si dedica las horas a releer, se está perdiendo otras lecturas que también disfrutaría (o no).
b. Principios y finales. Todo, desde la misma vida hasta un viaje en tren, tiene comienzo y final. Sería pretensión divina prolongar lo que no ha sido concebido como tal. Sería comportarse como roedores al entrar en un bucle repetitivo que no nos dejase ver otros mundos, saborear otras palabras.
c. No releer cualquier cosa. Hay libros más susceptibles que otros de ser releídos. Si releyésemos cualquier “best-seller” de novela histórica, estoy seguro de que desistiríamos a la mitad, en cambio, si hiciésemos lo propio con El Quijote, encontraríamos otros puntos, otros caminos.
d. Libros y momentos. El lector que lo es, selecciona los libros que va a leer y estas elecciones siempre dependen de las variopintas situaciones que vive. Elegir un libro implica un deseo sujeto a las palabras del título, los comentarios oídos o la siempre omnipresente crítica, por ello, si releemos, ese sentimiento primario decae, se apaga, y por tanto el libro no será el mismo. Cada libro tiene su momento.
Hecho esto les dejo que me pongan en los comentarios sus razones para releer o no hacerlo. Y para todos aquellos que gustan de leer una y otra vez, y sin que sirva de precedente, les invito a leer, o mejor dicho contemplar, ¡¡Máaas!! (editorial Lóguez), ya que este título reduce su texto a dos palabras, y en el cual, Peter Schössow, hace una hermosa defensa de eso que los humanos llamamos repetir.