Tras
una breve conversación con David Pintor sobre el mundo editorial de LIJ y
toparme con esta noticia que se hace eco de una nueva selección de libros para niños imprescindibles, me han venido a la cabeza ciertos pensamientos que creo
que debo compartir con ustedes a modo de copa de helado (ayer me zampé una bien
grande… ¡ha empezado la temporada por estas latitudes!).
Esa
afición que el ser humano tiene por los cajones, las listas, los catálogos, las
colecciones y los archivadores, se hace patente en todas las facetas de nuestra
vida y, ¿cómo no?, también en las de nuestra cultura. Es por ello que muchos
estudiosos, críticos y enteraos se sirven de los cánones (esas varas de medir y
obras referenciales) para medir el Arte en su justa medida… Pero claro está,
ahí estamos los que pensamos en otra dirección: ¿quién eres tú para decidir qué
he de leer yo?
Cuando
leí El canon occidental de Harold
Bloom constaté una vez más que, si los griegos partían el bacalao en eso de la
cultura clásica, son los anglohablantes los que mangonean el cotarro de la
literatura contemporánea (N.B.: No se tiren de los pelos y déjenme hablar, coño…).
De entre todas las obras cumbres de la literatura universal que cita este
hombre de mérito, la mayor parte están escritos en inglés y sólo uno (nuestro “Quijote”)
en castellano, lo que se traduce en un sesgo la mar de importante (¿estos de
letras nunca tienen en cuenta el análisis estadístico, el error absoluto y el
relativo, o qué?) que creo que se debe a varias razones:
- - La
literatura, al tratarse de una cuestión lingüística (sí, sí…, también está
influenciada por otras cuestiones, no se me olvida), se suele adscribir a un
territorio concreto que determina cuestiones importantes que la moldean y la
aproximan a estos lectores. Es decir, ¿habrá muchos ingleses que entiendan El camino de Delibes o el Fray Perico de Juan Muñoz? Tampoco es lo
mismo la literatura argentina que la mexicana, ni tendrá la misma aceptación un
libro ruso publicado en España (más diferencias que similitudes), que uno
escrito en Irlanda pero publicado en Inglaterra (más similitudes que
diferencias).
- - En
segundo lugar tenemos el imperialismo y su arma más eficaz: el capitalismo, esa
pesada losa que aplasta los mercados, los divide y traduce los bienes en
productos de consumo primario (Oliver Jeffers es nuestro McDonald’s® y todas las
librerías deben tenerlo) y secundario (al que le sobre algo, que se compre este
otro de editorial independiente).
- - Por
último, debemos tener en cuenta la cuestión academicista/ partidista/ nacionalista,
esa que da forma a nuestro intelecto y nuestra posterior carrera profesional.
Transforma las escuelas en “lobbies” y/o afiliados (¿Y usted de quién es? ¿De
los álbumes ilustrados españoles o de los álbumes ilustrados gallegos? ¿De
Shakespeare o de Mark Twain?), lo que a veces se traduce en el típico ultimátum:
O conmigo o sin mí (¡Qué triste es la libertad!).
Onelio Marrero. Among the art books.
A
pesar de ello, debemos admitir que el Hombre (el de la mayúscula) comparte una
serie de avatares universales que internacionalizan ciertas obras, esas que muchos
llaman imprescindibles, a lo que objeto lo siguiente: ¿Imprescindibles para
quién? Seguramente para un servidor La
isla del tesoro sea una “obra diez” de la literatura infantil mientras que
mis alumnos prefieran la saga de Harry Potter. No me alarmo, mantengo la calma
y pienso… Los tiempos cambian, la sociedad muta, los gustos estéticos se tornan
otros, pero los valores permanecen. Quizá será un problema de anacronía/sincronía,
algo que tiene que ver más con que los críticos del hoy eran los niños de ayer
(¿Será este el motivo por el cual todos los libros del listado que he citado
al principio pertenecen a la segunda mitad del siglo XX? Les recuerdo que los
quinceañeros de hoy nacieron en el año 2000…).
Les
recomiendo que no se limiten a las recomendaciones de los críticos (muchos de
ellos viven subvencionados), a las recomendaciones de los escritores de fama
mundial (muchas veces opinan en base a su amiguismo), a las recomendaciones
institucionales (en mayor o menor medida dependen del poder), o a las
recomendaciones de los medios de comunicación (¿alguien conoce algún periódico
o cadena de televisión o de radio que no viva de la publicidad de la Administración),
simplemente LEAN Y DECIDAN POR SÍ MISMOS.
Casey Childs. The bookstore.