La
higiene, ese conjunto de quehaceres mínimos de limpieza corporal que unos
llevan a cabo diariamente, otros cuando pueden y algunos ni-se-sabe, se ha
convertido en señera de la una sociedad preocupada por las bacterias cutáneas y
ese celofán estético que se supone ha de envolvernos a todo trapo a cualquier
hora del día, un mensaje repetitivo que
penetra en nuestro intelecto desde cualquier medio de comunicación y nos
confiere pulcredad y esplendor.
Está
claro que lavarse de vez en cuando es una necesidad. Eliminamos las células
muertas del epitelio pluriestratificado, hidratamos y limpiamos de sudor, suciedad
y malos olores las zonas pudientes. Cara, pies, manos, axilas y fandangos lo
agradecen a diario, y lo demás cuando sea necesario. Seguramente unos prefieren
la ducha, otros la bañera y los menos el lavado del gato, pero cualquiera de
ellos sirve de aseo y decoro para empezar o terminar la jornada reluciente y relajado.
Tanto
el abuso, como la omisión que muchos practican, me dejan a cuadros. Las unas son
capaces de ducharse compulsivamente (con el gasto de agua, energía y tiempo que
ello conlleva), mientras que los otros hieden acres y caducos por allá donde
agitan el sobaco. Generalmente prefiero el término medio, ese que da el
razocinio y las fosas nasales, y dejo para otros el deterioro de ese órgano que
nos aisla y/o comunica con el medio externo: nuestro delicado tegumento.
Háganme
caso y cepíllense los dientes (sobre todo si fuman o están predispuestos al
sarro), peinen su pelo, laven el cuero cabelludo, enjabónense de talones a
cabeza, aclárense con agua tibia y séquense con movimiento delicado, recorten
las faneras, hidraten y perfumen a su gusto, y disfruten de su organismo con pareja,
familia y amigos. Presten atención: cuerpo solo hay uno y hay que tratarlo con
mimo o dulzura, tanto externa, como internamente.
En
cualquier caso, si no saben hacerlo, aquí les traigo un manual de instrucciones
muy gracioso y divertido de la mano de Michelle Robinson y Kate Hindley que
lleva por título Cómo lavar a un mamut
lanudo (editorial Jaguar colección Miau), y narra las peripecias de una niña extra-limpia
que decide embarcarse en la difícil tarea de eliminar cualquier resto de
suciedad de un enorme paquidermo extinto.
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