miércoles, 19 de octubre de 2022

Dualidades



Nos encontramos en una época muy confusa, un tiempo un tanto incierto. Y no porque los gringos y los rusos quieran hacerse con Europa (de eso va la supuesta guerra), ni porque el cacique de turno quiera lanzarnos a la miseria absoluta (no hay lugar a dudas de que a este lo que le prima es el egocentrismo), sino más bien a toda una suerte de circunstancias que no nos dejan ver con claridad en todo lo que respecta a nuestra propia existencia. Me explico…
Nunca antes habíamos sido bombardeados con tal cantidad de información inútil y nunca antes habíamos sido tan ignorantes e infelices. Hoy en día cualquiera tiene fácil acceso a contenidos de todo tipo, pero ¿estamos al loro de lo que verdaderamente importa?


Quizá mi abuela no tenía ni papa de psicología, decoración, viajes, psicología o literatura infantil. Tampoco quién era Rosa Bonheur, ni dónde están las Pequeñas Antillas o qué relación hay entre el ADN y ARN mensajero. Pero sabía lo que le hacía feliz y lo que no, lo que necesitaba para subsistir y cómo comportarse con quiénes la rodeaban. Era analfabeta, pero era una experta en el arte de la vida.
Ahora, todo lo que nos rodea es laxo, ligero y, sobre todo, inconexo. Algo de lo que se aprovecha el poder, los medios de comunicación de masas y las redes sociales para embutirnos un discurso que se aleja mucho de un acervo cultural común. En definitiva, la gente se cree que sabe de todo pero en el fondo no sabe de nada.
De esta ignorancia, de esa falta de base, emergen muchas cuestiones que, a pesar de parecer poco relacionables con esta situación de partida, tienen mucho que ver con ella. El personal tiene un cacao monumental. Confunde churras con merinas a todas horas, viven a caballo entre sus deseos y su realidad, cambian de opinión a cada momento, se frustran a la mínima de cambio, odian a sus seres queridos y aman a sus enemigos. Volubles y desquiciados no se enteran de qué va la película.


Y así nos va. Vivimos en una dualidad en la que no sabemos diferenciar entre parecer y ser, estar y permanecer, o querer y poder. Nos abruma, mina y desorienta. Poco a poco todo se transforma en niebla, una espesura en la que cualquiera se pierde.
Como muestra de esta situación les traigo Una chica tan ligera y una chica tan pesada de Kirim Nam y publicado por Fulgencio Pimentel e Hijos, nos trae una de esas historias. En un formato de lectura vertical muy sugerente (el lomo del libro se encuentra en la parte superior) cuenta la historia de dos mujeres, una muy ligera que vive en la página superior, y otra muy pesada que vive en la página inferior. Cada una tiene su universo personal, dos espacios que coexisten en la línea que divide la doble página.



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