miércoles, 22 de febrero de 2023

Entre bambalinas


Yo siempre he sido muy teatrero. Hay algo en eso de vivir vidas ajenas o inventadas que me vuelve loco. Cuando en secundaria había asignaturas optativas con las que uno se podía entretener y divertir (las de hoy día serán académicamente muy aceptables, pero humanamente inútiles), el aquí firmante escogió teatro para dar rienda suelta a sus dotes interpretativas.
A la profesora de turno se le ocurrió que la mejor opción era Yo tengo un tío en América, un psicodrama de Els Joglars que cuenta las peripecias de un manicomio donde los internos ahondan en las relaciones entre indígenas americanos y conquistadores españoles (dos papeles simultáneos para cada actor) a modo de psicodrama.
Nos pasamos las clases adaptando el guion, decidiendo sobre las luces, el atrezzo o la música o el vestuario. Aunque el reparto de papeles no fue complicado, sí que lo fue el hecho interpretativo. A pesar de ello, la función fue todo un éxito (compañeros, profesores y padres siempre son muy agradecidos), pero no me quedé del todo satisfecho.


En otra ocasión se me presentó la oportunidad de participar en La venganza de Don Mendo, una obra de Muñoz Seca que se incluye en el repertorio de la comedia española y que tantísimas veces se ha representado. Ahí me lo pasé mucho mejor. El verso era mucho más fácil de estudiar y recordar, todo estaba envuelto en una atmósfera mucho más clásica y meterse en el papel era más agradable, y nos permitíamos más licencias interpretativas.
A pesar de estas dos experiencias, decidí que un servidor no estaba hecho para las tablas y que, a partir de entonces, mi relación con el teatro se limitaría a la lectura de los clásicos y esos pequeños papeles que nos suele asignar la propia vida, la que muchas veces nos exige un poquito de dramatización.


Y así, con mucho teatro, les presento Toi toi toi, el nuevo álbum de Catarina Sobral en nuestro contexto editorial que ha sido publicado por La Topera y que lleva por título ese idiotismo utilizado en el mundo de la ópera y/o el teatro para desear buena suerte antes de salir a escena.
Noa, Óscar, Khadija, Sara y Cheng deciden montar un espectáculo. Tras deliberar un rato, se deciden a producir una pequeña representación teatral. Se lanzan solos al abismo, aquí no hay adultos que valgan. Pero, ¡cuidado! Cualquier cosa es susceptible de generar conflictos entre ellos. Cada uno tiene sus particulares ideas, pueden discutir, enzarzarse y tirar la toalla. ¿Saldrá para adelante esta peculiar representación?


Es curioso como la Sobral prefiere centrarse en las relaciones entre los cinco personajes, en vez de contarnos los detalles de la obra de teatro. Un libro que, a modo de programa de telerrealidad, transforma al lector en participante y espectador (también voyeur) de la vida entre bambalinas donde se construye un discurso muy interesante sin esa pedagogía tan empalagosa que tan de moda esta en la LIJ últimamente.


Si a ello añadimos unas pequeñas curiosidades sobre el mundo del espectáculo (no conviene abusar de las cuestiones informativas) y un broche final que nos saca una sonrisa, este álbum es un pequeño bocado de alegría.

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